El álbum se abre con la poliédrica ‘¡Ay, mujer!‘, una canción avanzada en 7″ que nos llevó a error pareciendo en parte una parodia de esa arrogancia con que algunos hombres pronuncian condescendientes frases como «¡venga, mujer!», pero que en realidad Espinoza nos explicaba que estaba dedicada a su madre en particular y a la maternidad en general. ‘Amarte’ pronto da fe de que este disco va a ser rico en su paleta de colores, sumergiéndose en una cálida cadencia country gracias a su slide guitar, y a continuación la canción titular presenta un ritmo latino, quizá son cubano, quizá salsa, que vuelve a enriquecer su sonido tan personal. Y para entonces aún no han llegado las sorpresas mayúsculas del álbum.
‘Amor o sexo’ usa las sonoridades y el tipo de alteraciones vocales habituales en el reggaetón o incluso el trap, funcionando tanto en serio como como parodia en una pista que, la verdad, no esperábamos ver editada en Jabalina, a la postre el sello indie de la versatilidad bien entendida desde que nos descubriera a Klaus & Kinski. ‘Amor o sexo’ no desentona además en el conjunto pues ese modo de tratar las voces vuelve a asomarse con naturalidad y desparpajo en ‘Si tú quieres mi amor’; aunque los caballos ganadores de la segunda mitad del disco son otras 3 canciones.
El primero de esos «caballos» es literal. ‘Zapatitos de cristal’ vuelve a usar las influencias country, aquí de manera más cómica, más ‘Lucky Luke’, en base a ese caricaturesco ritmo trotón sobre el que se asoma el mítico Charly Misterio, y a una letra en homenaje a Vladimir Nabokov, autor de ‘Lolita’, que Yanara escribió a los 15 años. No ha caducado tanto tiempo después el potencial de esa imagen del «chupa-chups que (ojalá) nunca se gaste» o la sensualidad del imperativo «sol, caliéntanos / sol, quémanos / para ponerte crema en todas partes / con mucho amor». Igualmente hay que destacar la comicidad de ‘Soy un macarra’, versión de Ilegales e inevitablemente una parodia de los fitipaldis de las autovías españolas («soy un macarra / soy un hortera / voy a toda hostia por la carretera»); y como cierre final, otra gran joya, la eufórica ‘Quiero despertar’, de espléndidos arreglos sintéticos, ritmo Motown, estribillo contagioso y grandes anhelos.
Antes se han vivido grandes momentos de amor, como la preciosa ‘Trigales’ que podrían haber firmado los La Buena Vida de ‘Soidemersol’; aires de rock surfero (‘Fango en el amor’), restos del beat sesentero que The Last Shadow Puppets tomaron de gente como Love (‘La chica del quiosco’), canciones que no se ciñen a la temática amorosa para abrirse al costumbrismo social (la misma «Chica del quiosco») y pistas que aligeran aun más la divertidísima escucha de este disco (la breve ‘Méceme y mátame’). La voz de Yanara no es la mejor, la más expresiva, bonita ni rabiosa del panorama pop, y será un hándicap para llegar a las masas como merece su talento, pero sin duda contribuye a dar unidad a esta irresistible bacanal de sonidos e influencias.
Papaya actúa el 27 de abril en El Sol (Madrid) como parte del ciclo Madtown Days. Resto de fechas, aquí.
Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘Zapatitos de cristal’, ‘Quiero despertar’, ‘Soy un macarra’, ‘Corazón abierto’, ‘Amor o sexo’
Te gustará si te gusta: lo mismo Camila Cabello que The Last Shadow Puppets, Raffaella Carrá que Chico y Chica
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