En 2008 se publicaron los debuts de artistas con propuestas tan heterodoxas y ultrapop como Lykke Li, Little Boots, Ladyhawke, los Ting Tings o Empire Of The Sun, y también despegaron las carreras de Hot Chip o MGMT, lo que convierte a dicho año en uno de los picos máximos del pop de la década pasada. Durante el mismo acaeció también el auge y caída del grupo de Florida que nos ocupa hoy. Los Black Kids se habían dado a conocer con aquella ya mítica demo que contenía ‘I’m Not Gonna Teach Your Boyfriend How To Dance With You’, una explosión de euforia teenager que canalizaba el espíritu del Robert Smith más luminoso y presentaba a un grupo inusual, multirracial, que reciclaba con frescura y gusto guitarras con chorus, sintes, y un espíritu pop efervescente y electrizado. En 2007 JNSP les daba un merecido 9 (y mira que damos pocos), y al año siguiente juzgaba ecuánimemente su LP de debut.
Un debut que contenía seis temas nuevos más las cuatro canciones de la maqueta regrabadas bajo la producción de Bernard Butler, quien hacía un trabajo solvente aunque a ratos restase mucha de la gracia a las canciones originales (siendo ‘I’m Not Gonna Teach…’ el caso más evidente). Algo que no ocurría sin embargo con otra de las canciones más chulas de aquella maqueta inicial: ‘Hurricane Jane’ ganaba en empaque y acabó de hecho siendo el primer single elegido para lanzar el disco.
Se trata de una eficientísima canción de pop con estribillo algo melancólico pero muy pegadizo, perfecto para domingos de resaca con su letra algo intrascendente sobre fines de semana de soledad narcótica: “es viernes por la noche y no tengo a nadie / me tomé algo y me siento como en un combate de kárate / me ha dejado tirado, casi muerto”. La habitual fórmula de sinte y guitarra con reverbs de muelles y gran melodía de la banda llegaba en ‘Hurricane Jane’ a una de sus cumbres… antes del gran efecto rebote.
Porque si 2007 había sido el momento del hype, 2008 fue el año del “backlash”, y de hecho uno de los más cruentos de la historia del pop del siglo XXI. Ya a finales del 07 se empezaba a mascar la tragedia, cuando la misma blogosfera que los había aupado gracias a su maqueta inicial empezaba de la misma manera a sentenciarlos casi a muerte con una casi incomprensible fiereza. Era quizá el momento de cuestionar por parte de los propios blogs la influencia que estaban teniendo en los gustos populares, pero la forma en la que a los Black Kids les tocó pagar el pato sigue resultando pavorosa. Irónicamente, ocurrió justo en el momento en que los blogs empezarían su lento declive, con la aparición en ese eje 2007/08 de Bandcamp y Soundcloud, propiciada por la llegada de mejores conexiones a Internet que hicieron posible los streamings sin cortes (y la explosión de Youtube, que en 2007 consumió tanta banda ancha como todo internet en el año 2000). Poco después, a finales de 2008, Spotify empezaría también su despegue. Esa nueva tesitura haría que gradualmente ya no dependieras de que el bloguero de turno subiera un mp3 a su página para escuchar una canción.
Pero el hachazo más cruel (e injusto) fue el de Pitchfork y su sarcástica crítica sin palabras del disco, con un 3.3/10 que dejaría a la banda en estado terminal. Una catatonia que les impidió abordar su segundo disco sin inseguridades o presiones durante años, y se podría decir que arruinó su prometedora carrera. Todavía una década después, la maldición parece no haber desaparecido: en 2017 salió por fin esa segunda entrega, el disco ‘Rookie’, un álbum más que digno que fue totalmente ignorado por gran parte de la crítica musical (incluidos Pitchfork y nosotros mismos…).
‘Hurricane Jane’ suena en el último Popcasting de Jaime Cristóbal, ya disponible en este enlace.