Pablo Escobar regalando casas a los pobres en Medellín, hooligans tirando monedas a mendigas en la Plaza Mayor de Madrid, Drake repartiendo billetazos entre “los más necesitados”… La confusión entre caridad y solidaridad, entre limosna y justicia social, parece que sigue muy viva entre “los menos necesitados”. ¿Puede haber mayor paradoja que un rapero multimillonario repartiendo panoja mientras se desplaza en un carrito de golf? Dejando a un lado –con mucho esfuerzo- estas consideraciones morales (que tan bien expuso Buñuel en ‘Viridiana’ o Berlanga en ‘Plácido’), el nuevo vídeo de Drake es un paseo pretendidamente documental por la América pobre, un baño de masas detrás de otro con el rumboso cantante repartiendo los 996.631,90 dólares del presupuesto del clip. Para ello, ha utilizado una retórica de la pobreza que parece haberse instalado en el audiovisual contemporáneo después de tanto docudrama sobre la crisis de Detroit. Esto es: travellings laterales exhibiendo el deterioro arquitectónico de los barrios humildes, planos ralentizados y muy bien iluminados como para “dignificar” a los habitantes de esos barrios, y una combinación de imágenes callejeras con borrachos graciosos, señoras emocionadas de amplias sonrisas melladas y niños pobres que no tienen nada pero, como todo el mundo sabe, “son los más felices”.
Igual que la esvástica nazi antes era un símbolo sagrado hinduista y budista, lo que ahora se llama “iluminación bisexual” antes eran los colores del puticlub. Como se puede apreciar en la pionera ‘La pasión de China Blue’, del “barroquista” -como diría Manuela Trasobares– Ken Russell, la combinación de neones azules, rosas y púrpuras de la bandera bisexual fue, durante los ochenta, algo así como la fórmula fotográfica del pecado, una visión estilizada de los bajos fondos de la que luego sacaría mucho partido Nicolas Winding Refn, películas como ‘Closer’, ‘Blade Runner 2049’ o ‘Atomic Blonde’, y videoclips como ‘Hotline Bling’, de Drake, o ‘One I Want’, de Majid Jordan. En ‘Make Me Feel’, Janelle Monáe y Alan Ferguson (director también de ‘Electric Lady’, ‘PrimeTime’ o ‘Q.U.E.E.N.’), hacen de estos colores bandera. Desde que la cantante entra en el garito ochentero junto a Tessa Thompson, todo el vídeo -estética, narración, coreografías, actores (Thompson interpreta a la bisexual Valkyria en ‘Thor: Ragnarok‘)- apunta en una misma dirección: la celebración del orgullo bi. Una “lluvia púrpura” de referencias y sugerencias (desde Bowie a Prince, pasando por Michael Jackson) mostradas de forma festiva, colorida y sin sujetador.
Desde el comienzo de ‘Dinamita’, con ese plano aéreo de una carretera atravesando un bosque que recuerda a ‘El resplandor’, Juanma Carrillo (habitual realizador de los clips de La Bien Querida) utiliza la dialéctica entre entornos de significados opuestos (exuberantes y luminosos espacios naturales contra austeros y sombríos interiores de iglesia, una “habitación rodante” y una habitación con cama “con rejas”, un relajado botellón entre amigas en contraposición a una santificada comida familiar, las chispas de una bengala y el resplandor de una hoguera de libros) como eficaces metáforas para representar la lucha contra la opresión paterna de una adolescente con ganas de “dinamitar” las convenciones sociales. El realizador “se sale de la fila” y, aparición mariana mediante, invoca el espíritu de dos figuras tan heterogéneas como Andréi Tarkovski (‘El espejo’) y Sofia Coppola (‘Las vírgenes suicidas’). Por medio de estos referentes, el director articula un discurso en favor de la libertad homosexual que, casualidades de la distribución, no está muy lejos de la reciente y recomendable ‘Thelma’.
El videoclip del momento no es ninguno de los que te gustan. Es este. Fue número uno en Youtube con dieciséis millones de visualizaciones en cinco días. ‘A partir de hoy’ comienza como empezaban las películas de Hollywood hace veinte años: con un plano aéreo en helicóptero. Estamos en Miami, donde siempre brilla el sol y las guionistas son modelos con gafas que escriben con la espalda muy recta en bares elegantes. Mientras Bisbal se pide una copichuela, la imaginación de esta creadora se dispara como los tacones de David cuando escucha una rumbilla. Su fantasía erótica está articulada a través del lenguaje de los anuncios de colonia también de hace veinte años: planos contrapicados y a contraluz de no más de tres segundos de duración, carantoñas y toqueteos a cámara lenta, y mucha steadicam yendo y viniendo desde el dedo índice de Bisbal. El vídeo juega hábilmente con el montaje para representar el dilema de la indecisa guionista: ¿David o Sebastián? ¿Sebastián o David? Ah, y sale un huevo gigante al final de la calle. ¿Un guiño al “Melen, te quiero un huevo” que le soltó Bisbal a Melendi en La Voz?
Ser famosa sin pagar “el precio de la fama”. Ser una famosa anónima. Este oxímoron es la base argumental del nuevo vídeo de Taylor Swift. ‘Delicate’ es la fantasía de toda celebrity, un cuento de hadas humorístico donde a la hostigada famosa se le concede un deseo: ser invisible. ¿Un vídeo de una megaestrella a la que no podemos ver? Demasiado osado. El habitual Joseph Kahn elige representar la invisibilidad de la manera más sencilla: simulando que los demás actores no la pueden ver. Solo los espectadores podemos. Y lo que vemos es a la cantante exhibiendo unas muy limitadas dotes para la expresividad cómica (en la escena del espejo parece poseída por el espíritu de Millán Salcedo), y una notable habilidad para el baile. Taylor tira los tacones al suelo como símbolo universal de la libertad femenina y protagoniza varias set pieces coreográficas, montadas con mucha destreza, que culminan con un homenaje a Gene Kelly en ‘Cantando bajo la lluvia’ (lo de las acusaciones de plagio al spot ‘Kenzo World’ de Spike Jonze es como si a mí me denuncia Rockdelux por escribir con letras). Como es usual en los vídeos de la Swift, las claves ocultas se reparten por los encuadres para que los fans se entretengan dando al pause: los graffitis son fragmentos de la canción o referencias a su orden (track 5), hay una nueva alusión a las serpientes (el anillo), a su pareja, Joe Alwyn (el cartel ‘Joe’s Deli)…