‘Historian’ es un álbum que, ante todo, pone en evidencia la fortaleza interna de su autora, respondiendo ante todo tipo de situaciones sentimentales que la vida le brinda siempre con la misma positividad y entereza, sacándole a todo el lado bueno. Resaltando la dignidad con la que falleció su abuela en la escalofriante y grandiosa ‘Pillar of Truth’, por ejemplo; normalizando y aceptando la sensación de agotamiento creativo en ‘The Shell’, que paradójicamente tiene una de las líneas melódicas vocales más bonitas y voladoras del disco; o remangándose las manos para implicarse en la reconstrucción político-social de su país en ‘Yours & Mine’, al dejar de reconocerlo como su hogar tras los disturbios raciales de Baltimore de la primavera de 2015. Da igual el tema del que hable: familia, amor, política, arte, fe o amistad: siempre lo hace dominando el sentimiento y construyendo en positivo.
A nivel estilístico, Lucy Dacus guarda cierto paralelismo con su muy buena amiga (¡tienen hasta un choque de manos personalizado!) y compañera de sello Julien Baker. Si desnudáramos los temas de Dacus hasta dejar solo la guitarra y esa voz elegante y gruesa, observaríamos que ambas se sirven de melodías similares, honestas y serenas, aunque en el caso que nos ocupa aquí estén revestidas con una instrumentación mucho más vigorosa, en la línea de Waxahatchee, Courtney Barnett o Sharon van Etten. La diferencia fundamental entre las dos artistas sureñas radica en el control que Dacus ejerce sobre las emociones que expone. En el planteamiento común de casi todas las canciones de ‘Historian’ hay un punto culminante de inflexión que hace que, de algún modo, las heridas de las que habla cicatricen. Heridas que son producto del aprendizaje más que del dolor en sí; pero de ese modo consigue extraer lo positivo de cada una de ellas y cerrarlas.
El particularismo estilístico de Lucy Dacus en este disco, por tanto, consiste en eso: además de en la fortaleza y en la positividad, en la acertadísima administración de la épica culminante, plasmada en saltos de voz, estallidos de guitarra y cambios de ritmo en momentos clave, siempre cerca del final. Todo ello se manifiesta de forma especialmente atractiva en la inaugural y creciente ‘Night Shift’, donde Dacus soluciona de manera práctica el dolor de una ruptura optando por cambiar de turno laboral y confiando en el paso del tiempo; en la redonda, carismática e imparable ‘Nonbeliever’; en la ya mencionada ‘Pillar of Truth’; y, desde la morfología de un blues oscuro que rompe tormentoso, en ‘Timefighter’, un precioso llamamiento irracional y derrotista a la lucha contra el paso del tiempo.
Otras piezas destacadas del álbum son la ya citada ‘The Shell’, cuya preciosa línea melódica navega por las aguas tranquilas de la aceptación, y una ‘Addictions’ a través de la cual reflexiona, ella que no toma ni café por no viciarse a nada, sobre la peor de las dependencias: a una persona concreta. Ambas muestran claramente la gran capacidad de aprendizaje de Dacus: el aplomo que da saber que hay errores que no se repetirán nunca más. Lo más interesante del álbum, en relación a su trayectoria en ciernes, es apreciar cómo la artista está construyendo sólidamente su personalidad musical, al tiempo que lo hace también como ser humano. Porque no hay éxito mayor en esto que empezar a triunfar sonando a una misma, y Lucy Dacus lo ha hecho. Simplemente alejándose de todo aquello de lo que no puede extraer aprendizaje alguno, y abrazando todo lo bueno y lo malo que le pasa con optimismo y fortaleza interior.
Calificación: 7,7/10
Te gustará si te gustan: Julien Baker, Courtney Barnett, Waxahatchee, Sharon van Etten o Laura Marling.
Lo mejor: la épica y los saltos de voz de ‘Night Shift’, ‘Nonbeliever’, ‘Pillar of Truth’ y ‘Timefighter’, y la preciosa línea melódica vocal de ‘The Shell’.
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