Blake indica además que los malos hábitos alimenticios que arrastró durante las giras jugaron un papel crucial en el deterioro de su salud mental. “Un desequilibrio químico debido a la dieta y el deterioro de mi salud fue un factor enorme en mi depresión y en los pensamientos suicidas que vinieron después”, apunta. “Desarrollé intolerancias alimenticias que me llevaron a sentir una depresión existencial de manera diaria. Comía algo y durante todo el día sentía que nada tenía sentido”.
A todo esto, Blake añade que le ayudaron a mitigar sus pensamientos la terapia EMDR (que busca aliviar el efecto de los traumas mediante movimientos oculares), la influencia positiva de su novia y también decir que “no”. “Mucha de la catarsis vino de decirle a un montón de gente que se fuera a la mierda. Y de decir no. Decir no a dar conciertos constantemente. Ninguna cantidad de dinero será nunca suficiente”.