Pero hay más cosas destacables en ’Sonido forestal’. No hay canción que haya prescindido de su estribillo o frase suelta coreable: “mañana continuaré mi viaje a ninguna parte / quizá nos volvamos a ver más adelante” en ‘Natural y fresca’, “el amor pasajero es amor también” en la misma canción, “nada más mirarte a los ojos supe que esto era peligroso” en ‘Te dejaré atrás’ o “atraparme no podrás / te dejaré atrás” en el mismo corte son algunas de ellas, casi todas girando en torno al amor. La excepción, ‘En la televisión’, en la que se contrapone el asco que da la pequeña pantalla al placer, por ejemplo, de escuchar un disco de Jonathan Richman.
Garbayo se inspira en el rock clásico, como muestra expresamente la muy Rolling ‘Muévete’, y el pop clásico nacional de los 60, muy perceptible en algunos de los coros del álbum, como por ejemplo ‘En el bosque’ o ‘Soy un cerdo’. Solo que la gracia de que esta se pueda parecer a Los Brincos es que Juan y Junior nunca habrían cantado un mea culpa tan explícito como “alejaos todos de mí, que soy un cerdo”.
Esta última pista que deja con ganas de más es también una contrapartida para ‘Huye del monstruo’, una canción que habla de la locura o de una «psicótica» concreta, con frases algo ambiguas: “empieza por seguirte la corriente / y sabe chupártela bien / y pronto te vuelve un demente / y le dices a todo amén”. A veces victimizado, a veces verdugo, como la vida misma, Garbayo entrega aquí un disco poco ambicioso o modesto (sigue la moda de las mezclas y producciones sucias) pero que puede, al margen de las tendencias, hacerse con un público tan fiel como el que tienen Cooper o Airbag, cada uno en su subgénero rockero.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Nitroglicerina’, ‘Muévete’, ’Te dejaré atrás’
Te gustará si te gustan: los primeros Lori Meyers, Cooper, Jonston
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