White contaba en 2004 que la escribió inspirándose en los meses que pasó en Georgia trabajando de camionero para el servicio de autopistas, poco después de haber acabado el instituto. Las noches que llovía le liberaban de trabajar, y podía pasarlas en casa tocando la guitarra placenteramente. “Tres meses después me mudé a Texas y oí ‘Ode to Billie Joe’ en la radio y pensé «¡qué real es!», porque era como si yo fuese Billie Joe, conocía esa vida. Había trabajado en los campos de algodón. Desde entonces fue como una guía para mí, el tratar de escribir sobre las cosas que conozco”.
Con la añadidura en las letras de una misteriosa figura añorada, la estampa romántica de esa lluviosa noche en Georgia quedaba completa: “Dando vueltas con mi maleta, tratando de encontrar un sitio donde pasar la noche / Llueve mucho y me parece oír tu voz diciendo «no pasa nada» (…) / encuentro sitio en un vagón vacío y saco mi guitarra para matar el tiempo / Por la noche, cuando me cuesta descansar, aprieto tu foto contra mi pecho y todo está bien.”
Sin desmerecer la versión de Brook Benton de 1970 (que fue un enorme éxito comercial) o cualquiera de las más de 100 versiones que se han grabado desde entonces, la original vence en encanto, en todos y cada uno de sus elementos: la batería sutil pero que en los estribillos impulsa la canción con un suave funk, el atmosférico órgano, el exquisito vibráfono, o esos dibujos de guitarra, instrumento que Tony Joe tocaba excelentemente y que aquí exploraba de forma casi cercana al jazz, alejándose de su habitual estilo más blues-rock. Pero la auténtica clave de tanta belleza es sin duda esa voz de barítono, lacónica pero brutalmente sugerente, un néctar áspero y dulce a la vez que reviste ese sencillo cuadro costumbrista de pura verdad.
Los éxitos de ‘Polk Salad Annie’ en solitario y de ‘Rainy Night in Georgia’ en la voz de Brook Benton garantizarían royalties suficientes en las siguientes décadas para que su producción discográfica resistiese los vaivenes que otros compañeros de generación acusarían mucho más. A diferencia de la mayoría de ellos, sobreviviría a los marcianos años 80 como colaborador de éxito de Tina Turner y produciendo no-éxitos tan bizarros como el singular ‘Swamp Rap’ creado en 1980 al hilo de la enorme onda expansiva del ‘Rapper’s Delght’ del año anterior, y precursor -posiblemente apócrifo- del italo-rap barítono de Pino D’angio. Incluso su recreación de 1983 mantiene una dignidad rara en experimentos de este tipo.
Las décadas posteriores verían a White seguir editando discos fiel a su estilo -ya desde la independencia- y girando con regularidad. En sus conciertos, hasta los más recientes, nunca faltó ‘Rainy Night in Georgia’ en el repertorio, que interpretaba ya últimamente sólo junto a un baterista: la magia de la canción, sin embargo, permanecía intacta.
Tony Joe White suena en el último Popcasting de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.