En ese sentido, sí es algo decepcionante que ‘Assume Form’ sea un cuarto disco que parece el típico tercer disco algo indeciso, algo que en muchos sentidos ya fue ‘The Colour In Anything‘ a su vez. Habría sido maravilloso, por ejemplo, que todo el disco siguiera la línea retro de algunos de sus temas. Desde siempre se ha entendido el sonido de James Blake no solo como post-dubstep sino como neo-soul del siglo XXI y no habría parecido mala idea que el artista se marchara unas cuantas décadas atrás para hacer un álbum enteramente inspirado por los años 40 y los años 50.
Mi compañero Jordi Bardají destacaba tanto ‘Can’t Believe the Way We Flow’ como ‘I’ll Come Too’ entre lo mejor del disco y lo cierto es que ambas pistas ocupan ya un lugar entre lo mejor de su discografía. La primera samplea a The Manhattans, un grupo vocal, para sonar un poquito a Panda Bear y Animal Collective, mientras la segunda es también una canción de amor, prácticamente de pedida (esos «I do, I do, I do» y esa mención al «anillo»), dedicada a su pareja, la destinataria principal del álbum, la actriz Jameela Jamil.
Y en ‘I’ll Come Too’ James Blake nos remite a aquellas películas de cine clásico en blanco y negro, en las que el amor es lo único que importa y los paseos en coche delante de paisajes de cartón piedra lo más romántico del mundo. En esta letra precisamente Blake propone que él y su amada no se separen, sino que continúen al volante un ratito más, haciendo también un uso excelente de un sample de los años 60, ‘La Contessa, Incontro’ de Bruno Nicolai, tema extraído de la intrigante ‘Love Birds’ de Mario Caiano (1969). Más lejos en el tiempo, ¿soy el único que ve a Gregory Peck o a Cary Grant al volante en una vieja comedia romántica mientras James Blake repite una y otra vez «no quiero irme a casa / conduzcamos sin más de un lado a otro»?