La fascinante evolución de Talk Talk a través de sus 5 discos: del synth-pop al art pop, del jazz al post-rock

La muerte de Mark Hollis, líder de Talk Talk, uno de los grupos más referenciados en los últimos tiempos, ha sacudido la industria musical. Aunque llevaba casi 20 años retirado tras la edición de un único disco en solitario y nunca hubo reunión de Talk Talk tras la separación de la banda en 1991 ni concierto alguno desde el último aparentemente en Salamanca en 1986, el nombre de la banda ha salido a colación demasiadas veces en la historia del pop cuando ha tocado hablar de gente tan diversa como Wild Beasts, que han reconocido que fueron una de sus grandes influencias; These New Puritans, M83, The Mars Volta, Low, Mogwai o No Doubt, solo por nombrar a unos cuantos. En este artículo celebramos la variedad de su increíble repertorio a lo largo de los 5 discos que editaron.

The Party’s Over (1982), los inicios synth-pop

Los inicios de Talk Talk estuvieron un tanto lastrados por las comparaciones con Duran Duran y de hecho estos llegaron a llevárselos de teloneros, eran sus compañeros en EMI y a día de hoy han estado entre los primeros grupos que han lamentado la pérdida de Hollis. Ser comparados con los de Simon LeBon pudo ser un hándicap durante años, y desde luego no debió de agradar mucho a Mark si prontó viró hacia otra cosa, pero a día de hoy los singles de ‘The Party’s Over’ suenan bastante sólidos en su orgullo synth-pop y nueva olero. Aunque la banda después brillara más en territorios más complejos y personales, el tema ‘Talk Talk’, que en verdad había sido grabado por una banda anterior de Mark Hollis, The Reaction, consiguió cierto éxito en Europa e incluso llegó a colarse en el Billboard Hot 100, lo cual no era fácil para una banda británica entonces y todavía continúa siendo complicado a día de hoy. ‘Today’ fue un hit en Reino Unido y podrían haberlo sido igualmente ‘Hate’ o la superpop y trotona ‘Another Word’ que aparecía tan ochentosa en la cara B de aquel largo. Hay que decir que al igual que Talk Talk contaron con el productor de Duran Duran en este disco, Colin Thurston, Hollis sostenía que lo que le interesaba de él era que había sido ingeniero de sonido en ‘Heroes’, una de las obras maestras de los 70 de David Bowie, y tanto en los teclados a lo OMD de ‘It’s So Serious’ como en el misterio contenido en la balada ‘Have You Heard the News?’, se nota que hay un atisbo de intencionalidad «arty» en sus producciones. Es como si les preocupase más acercarse a Roxy Music que al pop masivo de los años 80, como se puede apreciar también en los pianos de la final ‘Candy’.

It’s My Life (1984), la consolidación comercial

Talk Talk tendrían más aceptación con su segundo disco, en el que se incluía el corte titular, a la postre su mayor éxito entre generaciones venideras, pero también otro gran single llamado ‘Such a Shame’. Mark Hollis se inspiró muy claramente en este en el libro ‘El hombre de los dados’ de Luke Rhinehart, insistiendo en la idea de que «es una pena que el dado decida mi destino» y hablando sobre cómo la fe puede condicionar nuestra libertad. ‘It’s My Life’ también contenía la significativa balada ‘Renée’, con la voz de Hollis realizando una de sus interpretaciones vocales más entregradas, y cercana a los Depeche Mode más emotivos; pero se caracteriza sobre todo por un buen equilibrio entre el pop más accesible (‘The Last Time’) y otro más inquieto (la deriva jazzy de ‘Tomorrow Started’ en su segunda mitad), lo que incluye la curiosidad tropical de ‘Does Caroline Know’. Por cierto, el disco se abría con uno de los singles, llamado ‘Dum Dum Girl’, si bien las Dum Dum Girls tuvieron que aclarar que no recibían su nombre de esta canción sino que era un guiño a Iggy Pop y The Vaselines.

The Colour of Spring (1986), el triunfo del «art pop»

Talk Talk dan buena cuenta del paso de gigante dado por su tercer álbum desde que lo abren con un ambicioso tema de 6 minutos y medio llamado ‘Happiness Is Easy’ en el que pese al uso de voces infantiles para reflexionar sobre los males del mundo, y de los ricos arreglos, no se pierde de vista la elegancia ni la sofisticación. En una época en que hasta el rock de estadios incluía teclados a lo ‘The Final Countdown’ y por supuesto triunfaban excelentes temas de pop electrónico como ‘West End Girls’, Talk Talk optaron por diferenciarse girando hacia lo orgánico. El resultado fue la mejor expresión de un «art pop» en el que cada rasgueo de guitarra parece medido al milímetro como observamos en ‘Life’s What You Make It’, y cada instrumento aporta única y exclusivamente lo que tiene que aportar, como la armónica en el otro sencillo principal ‘Living in Another World’, uno de los temas en los que tocó Steve Winwood. La magnífica ‘Give It Up’ y los 8 minutos de la alucinante ‘Time It’s Time’ con el coro de las Ambrossian Girls van conformando una de las mejores producciones de Tim Friese-Greene, quien se lució, por ejemplo, en esos 3 minutos finales del álbum que son pura magia. Pese a cierta ambición experimental y a la falta de sencillos con la intencionalidad comercial de ‘It’s My Life’, el disco logró ser top 8 en las islas británicas, además resistiendo en las listas durante casi 6 meses. Steven Wilson elogió en la revista Mojo este disco en particular, hablando de su «sonido natural» en contraposición a lo que solía hacerse durante los 80. «Tenía un sonido muy natural, como algo que podría haberse hecho a finales de los 60 o principios de los 70, con órganos Hammond y una producción de batería y bajo orgánica, guitarras acústicas y reverbs muy cálidas».

Spirit of Eden (1988), creando sin querer el post-rock

Animada por el progresivo éxito de Talk Talk, que parecían contra todo pronóstico haberse hecho con su hueco en el mercado, EMI dio carta blanca a la banda para grabar su cuarto álbum. Pero el grupo estaba dispuesto a llevar sus ambiciones experimentales hasta el extremo y pasó varios meses entre 1987 y 1988 trabajando en un disco que por un lado espantaría a la compañía discográfica, cuya primera decisión fue rechazarlo y cuya segunda fue hacer un radio edit absurdo que no iría a ningún lado de ‘I Believe In You’; y por otro, ha sido reconocido como uno de los creadores involuntarios del post-rock. Pistas como ‘Eden’ a través de sus diversos pasajes son todo un precedente de grupos como Godspeed You! Black Emperor, e incluso en su suave repicar de batería encontramos las maneras de grupos muy posteriores de slowcore como Low. En verdad Mark Hollis siempre se había declarado un gran seguidor de Miles Davis, John Coltrane, Claude Debussy y aquí tuvo oportunidad de recrearse en pasajes cercanos a la música ambient (probablemente por la influencia de Briano Eno), clásica o al jazz, como muestra el inicio de la delicada ‘Inheritance’. Se grabaron horas y horas de improvisación, en algunos casos para contar tan solo con unos segundos de un instrumento, llevando las intenciones minimalistas ya vistas en el álbum anterior hasta el mayor de los extremos. También hay que elogiar, en medio de los experimentos, la belleza de la voz cantante de Hollis en temas como ‘Wealth’, donde su interpretación no puede resultar más idónea para cerrar el largo en plan ceremonioso. Según declaró a la revista Q en su momento, quiso que el disco fuera una reacción a la moda y lo consiguió, pues no muchos adivinarían que el largo data de 1988: «Es ciertamente una reacción a la música de moda, porque la mayoría es una mierda». A su vez, invitaba a oír el disco «atentamente y sin distracciones»: «Tienes que darle toda tu atención. Nunca deberías escuchar música como música de fondo. Jamás».

Laughing Stock (1991), Hollis cuestiona qué es jazz

Las cosas terminaron muy mal con EMI, en concreto en los tribunales, y el último disco de Talk Talk se publicó con Verve Records y no está disponible en las plataformas de streaming de manera oficial. Quiso el destino que tal álbum se llamara «hazmerreír» y si bien acabó con el grupo, también es verdad que después bien que vendrían los cúmulos de reediciones, remasterizaciones y todo tipo de reivindicaciones de todo su catálogo. Y esto incluye un concierto completo en Salamanca de 1986 que parece su último concierto antes de que la banda decidiera concentrarse en sus familias. Ninguna reivindicación llegaría a sacar a Hollis de su retirada y tras un puntual álbum en solitario en 1998, una pequeña colaboración con Unkle y otra con Anja Garbarek, en 2001 desapareció del mapa. Hasta el punto de sembrar la confusión durante horas sobre su fallecimiento, que nadie confirmaba oficialmente ni desmentía durante la angustiosa noche de ayer. En cualquier caso, ‘Laughing Stock’ llegaba al mercado en 1991 ya sin la contribución del bajista Paul Webb (a la postre conocido como Rustin Man) pero sí aún con la presencia del productor en la sombra Tim Friese-Greene, con el que mantuvieron ese sonido post-rock más de un lustro antes de tiempo que se aprecia especialmente en la final ‘Runeii’. Perviven la querencia jazz del disco anterior, tan apta para la subdivisión de este estilo de Polydor que era Verve, el descarte de gran parte de lo grabado, que en esta ocasión se estimó hasta en un 80% y esa intención de que cada uno de las decenas de músicos que pasaron por el estudio dejaran la impronta justa, en palabras exactas de Hollis, que expresaran «su personalidad y su contribución en su esencia más pura y honesta». A este, por cierto, le incomodaba la etiqueta jazz y a pesar de que podamos asociarla a este disco por el modo de usar contrabajos, ritmos, sentido de la improvisación o por su cita expresa de ‘In a Sentimental Mood’ de John Coltrane como influencia, llegó a decir: «supongo que como sale en Verve, nos quedaremos atascados en la etiqueta «jazz», ¿pero qué es lo que significa ahora mismo jazz exactamente? Sin duda hay ciertas áreas del jazz que son extremadamente importantes para mí. Ornette Coleman por ejemplo. Pero el jazz es para mí un término tan usado y del que se ha abusado tanto como del soul. Ya no significa lo que debería significar. Que poner un saxo en un disco sea considerado jazz es una idea terrorífica. ¿Y dónde situamos a Can? Para mí ‘Tago Mago’ es un álbum extremadamente importante con elementos de jazz en él, y nunca lo llamaría jazz». Gran estudioso de los silencios, como se aprecia en composiciones de este disco como ‘Taphead’, Morris dijo durante la promoción «que el silencio está sobre todas las cosas» y que en ocasiones «prefería oír una nota que dos, y un silencio que una nota», abriendo aquí camino para todos los desarrolladores del post-rock, que basarían precisamente su carrera en la lucha de contrastes entre ruido y la más absoluta de las calmas. La que esperamos que tuviera en su vida desde que decidiera abandonar la industria musical a una edad tan temprana.

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Publicado por
Sebas E. Alonso