El ganador en cuanto a media, porque después hay divergencias, es ‘La revolución sexual’, el álbum que contenía el que ha resultado el mayor hit de Guille Milkyway. Ya lo era antes de que Operación Triunfo lo adoptara pero ahora lo es más. Así justifica Jordi Bardají el 10 sobre 10 que le ha dado: «Todo artista tiene un disco emblemático, que le representa más que ningún otro, y en el caso de La Casa Azul ese es ‘La revolución sexual’. En su tercer álbum, Guille Milkyway lleva su proyecto a su cumbre con una canción titular que ha pasado a la historia, pero también con un disco que si no es perfecto, se aproxima mucho a ese estado. En ‘La revolución sexual’, Milkyway entrega unas canciones espectaculares, como siempre llenas de historias enternecedoras y algún plot twist (‘Chico malo’); en las que conjuga mejor que nunca su particular visión de la inocencia y la madurez, siendo ‘El momento más feliz’ una pista destacada, y ‘Esta noche solo cantan para mí’ quizá la más emocionante por su euforia y a la vez intimidad. En ‘La revolución sexual’, Milkyway potencia arreglos electrónicos y trae las influencias del pop japonés y el 8-bit que siempre habían estado presentes más al frente, hallando un sonido concreto e inimitable en la historia del pop español, incluso para el propio Milkyway. Además, fue el disco que me descubrió a Yma Sumac, algo por lo que siempre estaré agradecido a Guille».
Nuestro colaborador Carlos Úbeda coincide en que ‘La revolución sexual’ es el mejor: «El aumento de popularidad del proyecto de Guille Milkyway en este periodo fue espectacular. Los conciertos siempre se quedaban pequeños y las personas más insospechadas resultaban estar subyugadas ante todas sus canciones. Además, Guille se lanzó a la aventura de intentar representar a España en Eurovisión y estuvo cerca de conseguirlo. De repente, abandonó la imagen del grupo y apareció con un casco (demasiado) a lo Daft Punk y un acercamiento más discotequero. ¿A que suena mal? Pues no, ‘La revolución sexual’ es otro discazo repleto de canciones alucinantes, alocadísimas, casi japonesas, que coquetea lo mismo con la escena de los 8-bits que con easy listening que con sus primeras maquetas. Y, además, cuenta quizá con mi favorita personal (‘Esta noche sólo cantan para mí’). Años más tarde se completaría con ‘Lo que nos dejó la Revolución’, con versiones, colaboraciones y demás curiosidades (adaptación del Helen Love incluida) que reflejan una época realmente prolífica».
Menos entusiasmo muestra el co-director de JENESAISPOP Sebas E. Alonso: «Obviamente los dos singles principales están entre lo mejor de su cancionero, pero ‘La revolución sexual’ me parece uno de sus discos más desequilibrados. Sin necesidad de recurrir a ‘Un mundo mejor’; ‘Triple salto mortal’, ‘La gran mentira’, ‘Mis nostálgicas manías’ y ‘La nueva Yma Sumac’ están entre sus canciones que menos he escuchado. ‘La polinesia meridional’ al menos se crecía en sus momentos finales, pero este álbum, no».
Sebas se queda aún con el primer disco, ‘El sonido efervescente de La Casa Azul’, que ha quedado 2º en nuestro ránking: «No está tan bien producido como sus álbumes posteriores, y en todos los sentidos, suena más naïf; pero el nivelazo de cambios melódicos, pre-estribillos, estribillos y demás a lo largo de las 6 o 7 canciones es para llorar de felicidad. Mientras alguna gente, despistadísima, se empeñaba en llamarlo tonti-pop, muchos adolescentes de la época alucinamos con la lista de influencias de La Casa Azul que en su momento había colgada en MySpace. Ya no la recuerdo, pero seguro que estaban Electric Light Orchestra, las Shangri-Las, Burt Bacharach, Carole King, Beach Boys… Mientras el indie de la época se empeñaba en ser una cosa triste y gris, a muchos se nos abría un universo de posibilidades».
Carlos Úbeda añade: «Para mí es un disco muy asociado a una época muy concreta. Recuerdo perfectamente escuchar por primera vez a La Casa Azul en aquel recopilatorio del sello Elefant -Elefantdiez- con la versión demo de ‘Cerca de Shibuya’, bajarme las maquetas de Audiogalaxy, ir a aquella Fiesta Polar en la sala Aqualung… El disco, tan cortito en su versión original, salió poco después pero no lo recuerdo como un gran acontecimiento, eran solo esas canciones que había estado escuchando tanto meses atrás. Sin embargo, visto desde 2019, el debut de La Casa Azul me parece una pasada. Media docena de canciones con una inspiración melódica absolutamente extraordinaria con la que el genio de Guille Milkyway -viva imagen del genio pop introvertido- se situaba a años luz de sus contemporáneos».
Jordi lo considera en cambio su peor álbum: «El primer disco de La Casa Azul es una buena introducción al proyecto pop de Guille Milkyway, pero como tal está lejos de ser su mejor trabajo. Ni tan completo como ‘Tan simple como el amor’ ni tan icónico como ‘La revolución sexual’, además de peor producido que estos dos álbumes como es natural, pues hablamos de un debut, ‘El sonido efervescente de La Casa Azul’ sienta las bases de lo que serán las obras maestras de Milkyway, pero no es una obra definitiva en tanto que su edición original incluye solo 8 pistas, una de ellas una maqueta sin titular. Y no todas ellas molan. El álbum incluye algunas de las canciones más conocidas y espectaculares de La Casa Azul, como ‘Galletas’ y ‘Cerca de Shibuya’, pero también dos que a mí particularmente me suenan demasiado a jingle, como son ‘Hoy me has dicho hola por primera vez’ y ‘Me gustas’. En general, la estética ultra inocente de melodías y letras de La Casa Azul en esta época me interesa más bien poco. Es en los dos discos siguientes donde creo que Milkyway perfecciona su estilo más que en ninguna otra de sus obras».
En tercer lugar ha quedado ‘Tan simple como el amor’, que ha sido excelentemente valorado por el co-director del site Raúl Guillén: «Entendiendo ‘El sonido efervescente de La Casa Azul’ como una primera aproximación a ese sonido de pop retrofuturista que filtraba la herencia de ABBA, Joe Meek y Brian Wilson por un tamiz J-pop, ‘Tan simple como el amor’ es la sublimación de esa propuesta, con canciones mucho más elaboradas y complejas. Aunque hoy suenen técnicamente muy amateur, resultan igualmente henchidas de emoción que sus primeras canciones y levemente más maduras. Aquellos Monkees, aquellos Archies que fueron el primer germen del proyecto en la cabeza de Guille, no pudieron tener un epitafio más perfecto». Carlos Úbeda opina algo similar: «Con este disco Guille Milkyway se escondió más que nunca tras la imagen de un grupo imaginario. A mí, que siempre he valorado mucho su valor como compositor y, en general, autor me desconcertó un poco. Además, una duración más amplia que la su debut dejaba a la vista algunos temas ligeramente más anodinos. Sin embargo, valoré otro nuevo puñado de canciones realmente fabulosas, ahora algo más sofisticadas y con detalles de producción más grandilocuentes. Recuerdo cómo Guille defendía en su día su concepción como álbum, con su single principal (‘Superguay’) destacado incluso a nivel de producción. Como tal me parece una de las cimas de La Casa Azul».
En 4º lugar ha quedado el nuevo, ‘La gran esfera‘, que fue reseñado en el site por Jordi Bardají, apuntando a ‘Podría ser peor’ como una de las mejores canciones de su carrera: «El álbum suena bien acabado pese a surgir de varios proyectos distintos y cierra esa trilogía de álbumes de la que ha hablado Milkyway en las entrevistas con firmeza. No es redondo como esa “esfera” representada en la portada del disco, pero se le acerca mucho». El álbum ha entusiasmado especialmente a Sebas: «Al fin vuelve a haber 6 singles claros en un disco de La Casa Azul (más de la mitad del álbum), y lo mejor es que son muy diferentes entre sí: algunos son clásicos como ‘Podría ser peor’, otros son la evolución de la estética robótica de ‘La revolución sexual’ (‘El momento’) y otros le muestran totalmente renovado (‘Ataraxia’, por la vía del urban), cuando no más clásico o raphaelesco que nunca (‘Hasta perder el control’). La verdad es que no puedo esperar más por esos singles sueltos que dice que va a sacar. Estoy emocionado como el primer día».
Por su parte, Carlos Úbeda lo considera «un álbum de decadencia», aunque, ojo, no lo dice del todo para mal: «Un disco de decadencia en todos los sentidos. Decadencia a nivel artística en tanto que es un disco atragantado, vuelto a empezar, reconstruido y, en general, en las antípodas de la «efervesvecencia» natural de sus inicios. Eso se nota en muchos momentos donde el disco puede llegar a aburrir y en ciertos intentos un tanto desesperados de apuntarse a sonidos de moda (en vez de reivindicar lo insospechado, como tantas veces ha hecho). Pero también es un disco de decadencia a nivel personal y ahí creo que Guille encuentra un filón creativo. Bastantes canciones (como ‘El Momento’) consiguen alejarse con éxito del imaginario original del proyecto logrando cierta reinvención que, junto con las ganas de escuchar un nuevo disco de La Casa Azul tras tantos años, me hacen recuperar el interés».
Y en último lugar, queda ‘La Polinesia Meridional’, que abiertamente decepcionó a Úbeda: «Tras sorprenderme disco tras disco evitando la decepción por fin llegó el bajonazo. Creo que en parte injustamente: lo escucho hoy y me resulta un disco cuanto menos agradable que quizá debería escuchar más. Pero en 2011 estaba definitivamente a otra cosa y ‘La Polinesia Meridional’ me sonaba falto de inspiración, como una colección de canciones que no habían acabado de cuajar, con ningún tema que me enganchara de verdad. Desde luego, incluso hoy, comparado con los anteriores discos, me parece más preocupado por los arreglos y el concepto que por las canciones».
Sin embargo, el álbum es defendido con furor por nuestro colaborador Pablo N. Tocino, para quien incluso es su mejor disco: «En nuestra reseña de ‘La Polinesia Meridional’, mi compañero Lolo destacaba «la desaparición de los chicos, los androides y de todos los demás envoltorios tras los que (Guille Milkyway) solía esconderse». ‘La Polinesia Meridional’ es quizás su disco más honesto, con versos que pocos estarían dispuestos a escribir, desde el «quiero que todos me adoren aunque diga que todo me da igual (…) mientras tanto me odio como un niño mimado odia su fragilidad» de ‘Terry, Peter y yo’, a la parte de Silvia Niza en ‘La vida tranquila’. Las letras agridulces y temáticas recurrentes de LCA brillan con especial estilo en ‘Qué se siente…’, ‘Colisión inminente’ o la canción homónima, la producción en temas como ‘Sucumbir’ o ‘Todas tus amigas’ es maravillosa y cabe también el optimismo (‘Los chicos hoy saltarán a la pista’). Los temas más flojos palidecen, vale, pero precisamente palidecen porque la mayoría son muy buenos, algunos de los mejores que han salido de Guille. Para mí, éste es su álbum más logrado: consiguió crear con esa Polinesia un espacio donde puedes autocompadecerte sin darle explicaciones a nadie, revolcarte en la nostalgia y, a la vez, sentirte poderoso y coger impulso para afrontar el presente. No queda más remedio que asumir la realidad, pero así resulta más fácil».
Carlos Úbeda | Jordi Bardají | Pablo N. Tocino | Raúl Guillén | Sebas E. | Ránking | |
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El Sonido Efervescente de La Casa Azul (2000) | 9 | 7,5 | 8 | 8,5 | 9,5 | 2º |
Tan simple como el amor (2003) | 9 | 9 | 7 | 8,5 | 8,5 | 3º |
La revolución sexual (2007) | 9,1 | 10 | 8 | 9 | 8 | 1º |
La polinesia meridional (2011) | 6 | 8 | 9 | 8 | 8 | 5º |
La gran esfera | 7 | 8 | 7,5 | 8,2 | 8,5 | 4º |