Francis habla de un «antiguo colaborador» que, después de trabajar con ella en una canción, se ofreció a cargar su móvil en la habitación de su hotel y cuando ella aceptó, «se convirtió en una persona completamente diferente: fue de cero a 1.000».
En palabras de Francis, el hombre entonces intentó introducir sus manos debajo de la ropa interior de ella e «hizo que me agachara»: «él ya se había quitado los pantalones y estaba intentando meter su polla en mi boca. Así que forcejeé con él y él mientras se reía porque pensaba que era un juego y que yo estaba pasándolo bien estando en una situación de violación simulada».
La cantante británica añade que en aquel momento no entendió la gravedad de la situación, pero que en cualquier caso decidió no contarla para proteger su carrera: «Los músicos tenemos un ambición loca de cara a compartir nuestro arte con el mundo, por eso da tanta vergüenza contar este tipo de situaciones». Francis explica que el hombre se disculpó con ella, «decía que se arrepentía muchísimo y que nunca le había pasado antes», pero critica que en este tipo de situaciones normalmente se termine instalando una idea de que «no pasa nada».