Música

Zahara, Dorian y Miss Caffeina desafían el liderazgo de los artistas internacionales en Low Festival

Low Festival celebró su primera jornada de viernes con 25.000 espectadores y los abonos agotados: ya solo quedan algunas entradas sueltas de sábado y domingo. La clave del éxito del festival que se celebra en la a veces rocambolesca ciudad de Benidorm es la buena organización, lo atractivo de sus zonas VIP (la más cara con piscina olímpica) y un equilibrio entre el pop nacional e internacional, de lo más sobado-pero-efectivo de cara al público generalista, y el underground, que en esta jornada por ejemplo incluyó nombres como Camellos a primera hora, Airbag, Texxcoco y Mourn en el Escenario Jägermeister. Es curioso a lo que esto da lugar: un público fiel y heterogéneo en edad y gustos como pocos, que debería ser más habitual en otros eventos. Fotos: Javier Rosa.

Actuaban grupos internacionales tan consolidados como Foals, tan populistas como Bastille y tan echados de menos como Ladytron, pero como suele ser habitual en el Low, los nacionales no tuvieron nada que envidiarles ni en cuanto a público ni en cuanto a calidad. Entre los destacados a eso de las 21.30 horas, Dorian. Siempre me ha encantado que los artistas comiencen setlist con su single actual: mucha gente se empolla qué es lo último que ha sacado un grupo antes de ir a ver un concierto suyo y por tanto es un subidón que ahora mismo lo primero que suene en su set sea ‘La Isla’, que además resulta, por ritmo, un gran «opener». El grupo sonó tan preciso en vivo como últimamente, tildando el Low de uno de los «festivales más divertidos e interesantes», recordando cuando la organización les contrataban para actuar por salas pequeñitas, y cuánto ha crecido la escena independiente a lo largo de este tiempo. En su concierto continúan siendo ‘Los amigos que perdí’, ‘Cualquier otra parte’ y ‘La tormenta de arena’, estas dos últimas con medidos lanzamientos de confeti, los temas que mejor controla el público de memoria; pero ‘Duele’ y ‘Vicios y defectos’ seguidos pueden certificar que ‘Justicia universal’ es su mejor disco. Se evita tocar el tema titular y únicamente el breve recitado de ‘Arrecife’ te saca algo del set. Como Madonna recitando un poema que acaba de escribir en un documental de autobombo, sin música simplemente no funciona.

A continuación, Zahara actuaba en el Escenario Benidorm con la gira ‘Astronauta’ de la que nos contaba en exclusiva todos los entresijos. El piano y el detalle son máximos en los primeros minutos de concierto con ‘El fango’ y ‘Agosto’, pero la voz de Zahara no está lo suficientemente en primer plano. Sumergir su bonita voz ha sido una decisión estética consciente en el último álbum, pero para una enorme explanada como esta o un pequeño palacio de los deportes (sin duda su próximo paso tras llenar dos Rivieras), quizá debería salir más a la superficie. En su set habitual, despunta la versión de ‘Guerra y paz’ con Martí Perarnau IV, que había actuado por la tarde, y en la que no se echa nada de menos a Santi Balmes. En las dos últimas pistas llegan dos bailarines, «Olga y Dani», y Daniel es responsable de dar una voltereta cuasi mortal en el aire a la autora de ‘Caída libre’: me imaginé el corazón de todo el Low Festival en el Samur («esto no va a acabar nada bien», que suele cantar ella), pero esto va para arriba y sin parada. El final del concierto es, como viene siendo habitual, con ‘Hoy la Bestia cena en casa’, en la que muchos más bailarines se unen a Olga y Dani en un final que no puede ser más metafórico. La letra en directo ya cita abiertamente a Pablo Casado y a Ciudadanos, se siguen proyectando con humor imágenes de Santiago Abascal, Esperanza Aguirre o Rajoy como “replicantes” y no «humanos» (también de Pedro Sánchez); mientras con Andrea Levy el buscador colapsa. Sátira de la derecha y elogio de Errejón aparte, ese baile final presenta a mujeres y maricones (u hombres que huyen de los parámetros estéticos heteronormativos) posicionados firmes frente a la derecha como en el videoclip. No es que no me canse de ver esto, es que me imagino los conciertos futuros de Zahara acabando de otra forma y me muero de la pena, así que disfrutadlo mientras podáis.

Hablando de Perarnau, Mucho habían actuado por la tarde entregándose a los largos desarrollos de guitarras en temas como ‘Las ventanas se encienden’, pero sin descuidar en absoluto su faceta sintética. Grandes músicos a los que Martí presentó como “Dioses dorados”, entre ellos Ricky Falkner al bajo portando una de las muchísimas camisetas de The Cure que se pudieron ver durante el día de ayer en la ciudad que el grupo contribuyó a rebautizar como «Beniyork». Terminaron con la bailable ‘Putochinomaricón’, que dedicaron a los que “vienen a contarnos historias de hace 50 o 70 años”, hablando de fascismo. “Los de izquierdas nunca pactarán”, dijo Martín Perarnau IV, añadiendo algo así como “pero nosotros no somos como ellos”.

Miss Caffeina fueron el grupo que mejor sonó en el Escenario Benidorm, pese a actuar entre 3 y 4 de la madrugada. Cada riff de teclado era una gozada de seguir en vivo en lo que fue un repaso a su última vertiente electrónica con un sonido tan eficiente que ese par de veces en que a Alberto Jiménez se le fue una letra (‘Calambre’ y ‘Ácido’, si no me equivoco) queda mucho más en primer plano que de otra manera. Nada que no se solucione con su creciente carisma (ese momento en que se quita el mono obrero entre ‘Reinas’ y ‘Merlí’) ni un repertorio en el que casi ya solo caben singles o singles en potencia, siendo tan disfrutables la vieja y sexualizada ‘Venimos’ como la nueva y sexualizada ‘Prende’. También hubo momento político y ‘Oh sana’ fue dedicada a los que «hacen listas con nosotros» (en referencia a VOX y su lucha contra la comunidad LGTB+). El show acabó con la «rave» en la que se cruza a Gala con ‘Cola de pez’.

En el mismo escenario pero inmediatamente antes, habíamos podido celebrar el reencuentro después de años con Ladytron, que además este finde actúan en Razzmatazz y Madrid. Lejos de aquel horripilante concierto que en su momento ofrecieron en Joy Eslava, el grupo sonó compacto, aunque algo incapaz de conquistar a las masas. La batería en vivo contribuía muchísimo a que te metieras en el concierto, pero el setlist hubiera agradecido otra disposición: no sonaron ‘Evil’ ni ‘Playgirl’ y ‘Seventeen’ y ‘Destroy Everything You Touch’ llegaron demasiado al final. Alguno de sus principales hits se habría agradecido en la primera mitad, pues si bien es cierto que las primeras filas lo dimos todo con ‘Ghosts’ o el reencuentro con ‘International Dateline’, en las últimas las impresiones fueron bastante distintas. Eso sí, Helen Marnie y Mira Aroyo al final se desmelenaron y bailaron: en principio parecían un cruce entre la rigidez deliberada de Ariadna Punsetes y la elegancia estática de Abba.

Foals cumplieron como cabeza de cartel y no sufrieron bajas entre el público, pero tampoco emocionaron. Como desde hace siglos ‘My Number’ continúa siendo el momento más pop de su concierto, siempre durante el primer cuarto de hora; el escupitajo final de la tensísima ‘What Went Down’ es tremendo; y no hay manera de que les salga un concierto decadente como alguno que en el pasado vimos de Strokes. Por alguna razón los juguetones punteos de aquella cosa llamada math-rock siguen tan vigentes como las camisas estampadas que portaban miembros del grupo. Pero como Muse a 400 kilómetros de distancia, y a los que recordaron en contados momentos, a veces resultaron paradójicamente monótonos. No les vendría mal un nuevo hit: ¿de verdad están nominados al Mercury con su último disco?

El último de Bastille tampoco es su mejor entrega, si bien es interesante que narre la vida a lo largo de una noche de fiesta, con cada canción representando una hora concreta de esa noche. El grupo utiliza este recurso narrativo en las proyecciones de su gira actual y así, atendemos a actos indicando qué representa cada cosa, por ejemplo, «la mañana no nos alcanzará», incluso incorporando el hilo no solo a singles actuales como ‘Joy’ sino a hits anteriores como ‘Of the Night’. Dan Smith se lanzó al público y se dio un baño de masas especialmente durante esta última pista, ‘Million Pieces’ con la forzada participación popular y los «eo eo eo eo» de ‘Pompeii’, que cerraron su set.

Tras Miss Caffeina, a las 4 de la madrugada, era el turno de reencontrarse con Fischerspooner, y sí, era todo un viaje en el tiempo ver a Ladytron y a Casey Spooner actuar en la misma noche. El cantante, muy bien de voz, la verdad, optó por lo performativo acompañado de un bailarín que le cubría, le arropaba o le evitaba, y con el que llegó a morrearse. Hubo un punto de provocación en ese momento en que sonó ‘Emerge’ y pidió que la quitaran porque no le apetecía tocarla, cambiándola por ‘Never Win’, y hubo un tema que llegó a interpretar tirado en el suelo. Entre la halterofilia, los clubs de sexo a los que ha referenciado en su repertorio reciente, y las coreografías de ‘Flashdance’, el espectáculo estuvo entretenido, al menos hasta que se cerró fuera de tiempo con una pista inédita «que acababa de terminar el mismo día», llamada ‘So High’, y sí, se notaba recién hecha. Casi cruda: no promete mucho pese a lo repetitivo.

Las 6 largas de la mañana llegaron con la variada sesión de Ley DJ, donde cada tema sonaba ligeramente adulterado y durante minuto y medio, y donde lo mismo daba Abba/Madonna (¿o era quizá Cher?) que Izal. Pura filosofía lower.

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Publicado por
Sebas E. Alonso