Pero no siempre fue así, o al menos no lo fue de manera tan evidente: según alguna biografía, Dorian Electra (¡es su nombre real!) Fridkin Gomberg nació en Houston, Texas en 1992 y su primer acercamiento público al mundo de la música fue una canción de amor al economista austríaco Friedrich Hayek. Se mire por donde se mire, son unxs freaks de tomo y lomo, y están orgullosxs de ello. Su debut como se produjo en 2016 bajo la innegable apariencia y voz de una mujer, con singles ‘Clitopia’ –sí, una oda al clítoris–, a la que siguieron temas de similar estética sexual como ‘Mind Body Problem‘ o ‘Vibrator’, todos temas de electropop ladygaguesco no excesivamente brillantes, a los que en 2017 seguirían ‘Control’ y ‘Jackpot‘, este último algo más entonado y primer antecedente de lo que hoy son Dorian Electra.
Esa idea fraguó del todo en 2018, cuando, después de ejercer de telonerxs para Pussy Riot en EEUU, lanzó ‘Career Boy‘, un auténtico hit de retro-future-pop al más puro estilo bubblegum bass (SOPHIE, Kim Petras o la propia Charli XCX son referentes evidentes), bajo atuendos (y actitudes) típicamente masculinos, con un pequeño bigote y el pelo corto. ‘VIP‘ y ‘Man to Man‘ –vídeos absolutamente imperdibles– prosiguieron en esa vía, que confluía hace un par de semanas en ‘Flamboyant‘ su álbum debut (sorprende que sea autoeditado, dada la enorme calidad de producción audiovisual). Un auténtico delirio de future pop que se mezcla y fluye con asombrosa naturalidad con toques teatrales, operísticos y hasta de heavy metal, y en el que el corte titular es, quizá, el mejor ejemplo.
Aunque no está exente de magnetismo, puede que no sea la canción más pop del disco. Pero ‘Flamboyant’ sí que ejemplifica perfectamente el canon estético de un disco capaz de mantenerte con la boca abierta de principio a fin: tras esa intro de piano a lo Richard Clayderman, la producción del neoyorquino ABSRDST (Robokid y Dylan Brady son otros de los implicados) irrumpe en forma de fascinante medio tiempo que de tanto en cuando explota con un torrente de arreglos barrocos. Su traslación a imágenes es igualmente alucinante, con evidentes referencia a una versión 70s de ‘El fantasma de la ópera’. Una maravilla que esperamos sirva a muchos para descubrir a estxs artistxs.