Música

Lorena Álvarez: «El capitalismo extremo, la contaminación, todo es un maldito desastre»

Hace ya 7 años que Lorena Álvarez nos conquistara con sus canciones inspiradas en la música tradicional o popular española. Temas como ‘La boda’, ‘Ya no me acuerdo de ti’ o ‘Sin título’ que gozamos en conciertos espontáneos, hilarantes, cercanos y sentidos. Después, excepto el EP ‘Dinamita’ y alguna colaboración suelta, como las dos canciones para el último disco de Soleá Morente, el «hype» se apagó un poco. La asturiana dejó de trabajar con su sello anterior y decidió dar un paso atrás y no seguir los caminos marcados por la industria. Foto: Adrian Nieto Maestro.

Este año ha vuelto con una ‘Colección de canciones sencillas‘ que incorpora novedades aunque no sea de una manera deliberada, además de contar con una edición física estupenda. Sobre todo esto hablamos en profundidad, derivando la conversación hacia el arte, el internet que nos esclaviza o el amor por los animales, tan presente en sus letras. Lorena Álvarez actúa el 19 de septiembre en el de Música Viva de Vic y el 8 de octubre en el Teatro Lara de Madrid, pero antes lo hará en Nocturama, Sevilla, este fin de semana. Por Nocturama también pasan desde hoy hasta el sábado Rocío Márquez, Los Voluble, Maika Makovsi, Mourn, Morgan y Los Hermanos Cubero, entre muchos otros. El turno de Lorena Álvarez es este viernes 30 de agosto. Más información, aquí.

Lo primero que suenan en el disco son unas flautas como de finales de los 60 o principios de los 70. ¿Ha ido por ahí la inspiración?
Esos arreglos están adaptados de la canción de ‘Charada’. El principio tiene unos arreglillos que me llamaron la atención y los incorporé de una manera muy libre. Si no te lo hubiera dicho, no creo que lo hubieras sabido…
El caso es que suena algo diferente a lo que habías hecho. ¿Ha sido aposta o lo ves más bien continuista?
Es continuista porque una persona que está trabajando, continúa con lo anterior que ha hecho. Bueno, hay gente que busca una ruptura. El disco lo he grabado sola en casa, y eso me ha dado la libertad de grabar cuando me apetecía, de inventarme cosas, de añadir. De los otros discos, uno lo hice en directo y el otro en un estudio solo durante una semana. Esta vez he tenido todo el tiempo del mundo.

Cuando dices «en casa», ¿a qué te refieres? La última vez que hablé contigo eras un alma itinerante…
Vivo en Granada.
¿Y eso? ¿Es por la colaboración con Soleá Morente?
Me mudé, y estando allí conocí a Soleá y a Alonso (Napoleón Solo). Estaban faltos de letras para su disco y me pidieron ayuda. Me encanta el disco que han hecho. Cuando llegué era muy sofisticado y yo le quise dar un toque callejero, con un punto de rumba (risas). Nunca había escrito para otras personas. Una canción, la rumba, la tenía de antes, la había musicado pero no me convencía. Y la otra, ‘Baila conmigo’, la hice especialmente para ella. Me encantó el proceso porque no la escribí solo pensando en mí, sino hablando con ella sobre lo que quería cantar. Siempre lo que escribo es personal, así que era un reto ver si era capaz de escribir para alguien.

‘Baila conmigo’ no es algo que hubiera adivinado que hubieras escrito tú. Tú sueles cantar sobre animales, plantas… No todo el mundo canta sobre un huerto, como en ‘La huerta de mi padre’, que habla sobre la muerte de tu abuelo. Es personal, bonito y bucólico. ‘Baila conmigo’ me parece otro rollo…
Sí lo veo parecido. El tema puede que no sea el mismo pero las dos tienen un poco de mala leche (risas).

Volviendo al principio, no te planteas cosas como «hacer algo diferente».
No pienso en eso, la verdad. Ni siquiera tenía planeado sacar otro disco, pero las canciones no paraban de salir. Ha sido un proceso largo, complicado, en soledad, sin ningún apoyo. Muchas veces he pensado «no me apetece sacar otro disco», pero el disco luchaba por salir.

¿Qué ha pasado?
Hay que componer, grabar, conseguir una discográfica… Muchas veces tienes un apoyo económico y yo no lo he tenido.

«Parece que para dedicarte al arte tienes que pagar un precio y hacer cosas que no son las que más te gustan»

En estos años muchas veces has sido ilocalizable: primero estabas en un sello, luego por tu cuenta. Al principio te fue guay, y de repente, como que desapareciste…
Nunca lo he pensado de esa manera, parece que estoy como en la sala de un psicólogo (risas). He ido trabajando con distintas personas y probando distintas cosas porque a veces algo no te convence. Hubo un momento de demasiados conciertos, demasiadas cosas que no quise hacer. En un momento sí quise parar a ver cómo quería seguir con mi carrera. No me interesa tener una carrera musical como «voy a tener que sacar un disco cada año». No es mi intención. Quiero desarrollar mi trabajo pero de una manera totalmente honesta, esperando a ver lo que tengo que decir. No tengo ninguna prisa. Mucha gente dice «tenías que haber sacado más discos». Yo estoy viviendo de la música, o sobreviviendo. Parece que para dedicarte al arte tienes que pagar un precio. Trabajar con cosas que no son las que más te gustan, o trabajar en otra cosa para desarrollarte en lo artístico o bajar tu nivel de vida. O tener alguien que te apoya económicamente o tener dinero por ti mismo.

Tu opción es bajar el nivel de vida.
Exactamente.

Hubo un momento en que te fue muy bien, cuando llenaste aquel Centro Asturiano de Madrid nada más salir, conectaste con la gente muy rápido. Entiendo lo de no querer sacar un disco cada año, pero puedes sacar un disco cada 3 años. ¿No te has ido un poco al extremo?
Para la gente que no se dedica al arte, parece que hay un ritmo que no ponen los artistas. La gente que saca un disco cada año, dudo mucho que pueda profundizar en su trabajo como a mí me gusta profundizar en el mío. El rollo de sacar cosas constantemente… ¿eso quién lo dice?

El mercado.
Mi aspiración no es contentar al mercado, sino contentar al arte. Yo sé muy bien que es difícil conectar con la gente, he tenido muchísima suerte. Conozco mucha gente a la que no ha ido tanta gente a ver. La gente me quería, me aplaudía… (risas) Me ha escrito muchísima gente que estaba esperando por otro disco y eso me llena de alegría. Y ahora que he sacado, me escriben también. Eso me hace pensar que no solo manda el mercado.

«Dudo mucho que la gente que saca disco cada año pueda profundizar en su trabajo como yo en el mío»

¿Qué has querido decir con este disco?
Muchísimo. Cuando sacas un disco tienes que tener algo que enseñar. Para decir algo hay que crecer y para crecer hay que dejar pasar el tiempo. Y para eso hay que vivir las cosas, y luego procesarlas, y después saber cómo contarlas. En muchísima música no se aprecia el paso del tiempo, se pasa muy por encima. Como decía Lola Flores «si te atreves a vivir, atrévete a contarlo». He hecho el trabajo de pasar mi vida a las canciones, y a veces ha sido duro: muertes, desamores, lo que le pasa a todo el mundo. Gestionar eso, saber cómo contarlo, encontrar la distancia para contar las cosas, lleva su tiempo.

En tus canciones hay humor, mala leche, ironía, como en la canción en la que hablas de que se te pasa el arroz, ‘Si tú eres mi hombre’. Que yo estoy súper en contra de esa expresión…
Una mujer no pensaría lo mismo. ¡A mí casi se me está pasando el arroz! (risas)

Pero te refieres a tener hijos y muchas mujeres ya no quieren tener hijos.
Claro. Es una ironía.

¿El tema es contra el amor tóxico o el amor romántico?
Más bien contra el amor tóxico. Contra el amor romántico yo no tengo nada. Explicar esa canción es ridículo porque está clarísimo…

«No me gusta dar lecciones a nadie, en mis canciones solo hablo de cómo entiendo yo la vida, no son para decir a nadie cómo tiene que entenderla»

Hay gente hablando de que basta ya de idealizar el amor, como PUTOCHINOMARICÓN, etc.
En las canciones que he hecho siempre, siempre ha habido un poco de eso, nunca le he cantado al amor en plan (ideal)… Yo no estoy en contra del amor romántico, pero tampoco me lo creo para mí (risas) Entiendo que haya gente que pueda entender así el amor. No me gusta dar lecciones a nadie, en mis canciones solo hablo de cómo entiendo yo la vida, no son para decir a nadie cómo tiene que entenderla. No quiero aleccionar a la gente.

Pero simplemente llamar un tema ‘Si tú eres mi hombre’, ya es una decisión ética… si es para parodiar ‘Si tú eres mi hombre, y yo tu mujer’.
Fue algo intuitivo. Claro que sabía que existía esa canción, pero hice la letra y después le puse el título, como si fuera la cara B de esa canción de… no sé cómo se llama mujer…

Jennifer Rush.
Eso. A mí me gusta mucho esa canción.

¿Creas personajes o solo te basas en ideas personales?
Cuando escribo me baso en cosas que me pasan a mí. La poesía siempre saca su material de las cosas que uno vive. Soy ese tipo de «escritoras», entre comillas, de trabajar todo lo que vivo. A la hora de escribir, tienes cosas más técnicas, y entre ellas está la exageración para explicar algo que quieres explicar. Pero mi proceso es muy intuitivo. Voy tirando de un hilo y va saliendo solo. Aunque en este disco he querido trabajar más las letras, ha sido nuevo para mí.

«Aprovechar el día para mí es conseguir momentos de conexión conmigo misma. Los días que hago muchas cosas son días perdidos»

Cuéntame un ejemplo.
Pues por ejemplo, con la primera canción (‘Cae la noche’), la idea se me ocurrió porque fui a ver a los monjes de Silos porque pasaba por allí, y me encantó. Era un espectáculo, salen como de una reja, solo falta que la gente aplauda, porque son como unas estrellas, se ponen a cantar, y cuando acaba la misa, se van y la gente va detrás, casi como si fueran a pedirles autógrafos. Como te dan un libro, había un texto sobre cómo reflexionar al final del día, si lo has aprovechado o no, cuál era el rezo de última hora. Esa canción está inspirada en eso. Me inventé algo con reminiscencias de eso, porque con el móvil quise grabar una melodía, pero no me iba. A esa letra le di muchas vueltas, estuve leyendo mucho.

¿Qué es «aprovechar el día» para ti?
Conseguir momentos de conexión conmigo misma, de inspiración. Y es difícil entre los móviles, las redes sociales, conseguir dinero para mantenerte… Es complicado encontrar silencio para crear. Para mí es conseguir un rato que sea sólo para la creación, para preguntarse cosas. Los días que hago muchas cosas son días perdidos.

«Vivimos en un mundo que odio, no estoy de acuerdo con nada de lo que está pasando: el capitalismo extremo, la contaminación, todo es un maldito desastre»

¿Haces meditación, eres una persona espiritual?
Soy espiritual, pero no puedo sentarme a meditar, soy muy nerviosa. Pintar, hacer música… eso es meditar para mí. Meditar es encontrar un momento de conexión con uno mismo para afrontar el resto de cosas que tenemos que afrontar. Para mí la vida es muy difícil, vivimos en un mundo que odio, no estoy de acuerdo con nada de lo que está pasando: el capitalismo extremo, la contaminación, todo es un maldito desastre. Y eso te arrastra a vivir una vida en la que vas corriendo siempre detrás de tu vida. Tanto meditar como escribir para mí es intentar volver a pensar las cosas que de verdad son importantes. Hay que hacer un esfuerzo muy grande porque parece que hoy en día ya no tiene ni sentido lo que estoy diciendo. La gente dirá: «¿qué dice esta?». Pero yo sí que pienso así.

Cuando criticas el capitalismo estás pensando en consumismo, redes, nuevas tecnologías… ¿o vas más allá?
Para mí internet ha estropeado el mundo. Ahora mismo acabaría con todo el internet, me encantaría (risas).

«Ahora mismo acabaría con todo el internet, me encantaría (…) Lo que han dicho siempre los sabios es que vivir es vivir el presente. Ya costaba un montón sin internet, pero con internet es imposible, nunca estás donde estás, siempre estás en otra parte»

A ti te ha servido para darte a conocer.
Pero no me importa, me habría ganado la vida de otra manera. Internet ha estropeado el mundo, te lo juro. En este mundo lo que han dicho siempre los sabios es que vivir es vivir el presente. Ya costaba un montón, sin internet, pero con internet y los móviles es imposible, nunca estás donde estás, siempre estás en otra parte. Te lo venden como una manera de relacionarte y lo que hace es aislarte, yo creo que está claro. Para mí es importante relacionarme con el entorno más cercano. En Granada hablo con mi vecina, con la gente de las tiendas… eso da sentido a mi existencia. Y con internet estás en otro sitio. En la vida diaria puedes encontrar inspiración, ¿pero quién ha sacado inspiración de internet o de un móvil?

Igual puedes hacer un temazo sobre todo esto.
Prefiero hablar de otras cosas. Claro que me he tenido que meter al Instagram. Con lo del disco he gastado muchísimo más tiempo del que quería, pero con mucho sufrimiento. Te lo digo de verdad, lo he pasado fatal. Natalia (de El Segell) me decía «vente poniendo cosas». Otra cosa que odio de internet es que las cosas de las que yo hablo las puedo compartir con los demás si vienen a verme. Si puedo cantar o hablar con alguien. Pero eso por internet no lo puedes compartir. Internet usa otro lenguaje, en internet lo que tiene más valor son las cosas que en la vida real no lo tienen. Las cosas que tienen un valor real en internet no quedan bien. Las cosas que son profundas. Cuando me hice un Instagram le di muchas vueltas. En los momentos importantes de mi vida nunca pensaría en sacar un teléfono. Entonces, si las cosas que me interesan no las puedo poner, ¿entonces para qué sirve? No entiendo este medio, de verdad.

También lo puedes utilizar de manera subversiva, para hacer la revolución.
Pero mucha gente piensa que internet es un medio neutral. Y no lo es. Me dice un amigo: «Es como si te dan un palo y tú decides para qué lo usas». ¿Pero cómo se puede pensar que es neutral? Estamos todos trabajando gratis para empresas. Parece que todo el mundo quería ser fotógrafo, secretaria… es lo que yo no entiendo. Incluso para la información. Yo leo mucho, voy a la biblioteca, cuando busco algún autor o autora, a veces en internet no está. No sale todo lo que hay. Sale primero lo que interesa que salga primero. Todo está manipulado y la gente se lo toma como algo neutral.

Vamos a hablar de animales. No sé si hay muchos donde vives, pero salen mucho en tus canciones.
Vivo en el Albayzín. Yo no tengo animales, nunca he tenido ni perro ni gato. Parece que hay una contraposición entre humano y animal y que lo humano está por encima de todo, y el hombre por encima de la mujer. Pero a mí me gustaría un mundo que estuviera más igualado. En ‘Envidia’ hablo de cosas que tienen los animales como las alas de un gorrión, no de envidia a otras personas.

Me he apuntado la nota «PACMA» para preguntarte por esa canción.
Tampoco es que sea ecologista, no soy de ese partido. Me parece lo más normal. Es dar mi opinión, más que una reivindicación. Para mí es lo mismo una planta que un animal, que una mujer, que un anciano, que un niño.

Me da la sensación de que escuchas poca música.
No soy tan melómana como algunos amigos, pero me encanta la música, claro. No estoy al día, casi siempre escucho la misma, vuelvo un poco a las cosas que me gustan.

No sé si Dominique A, Vainica Doble o Vashti Bunyan pueden ser referencias para ti.
Los escucho, pero no me inspiro en nadie. Mi música tendrá referencias pero hay gente que hace discos en plan «quiero sonar como», y yo no. Me inspiran cantos gregorianos, Henry Mancini, pero nunca escribo pensando en otros músicos.

«Para hacer un disco voy tirando de un hilo. Consiste en pringarte y ver qué sale. No un proyecto de «hacer un disco de 5 canciones de una manera». Eso para mí no es arriesgarte ni es arte prácticamente»

Por tanto, a nivel producción has decidido dejarte llevar, no tenías un sonido en la cabeza…
Cuando trabajo, veo gran diferencia con otros artistas. Yo nunca sé lo que me va a salir, no quiero hacer un disco que suene así, ni siquiera un disco. Yo voy tirando de un hilo y para mí es importante porque para mí en eso se basa el arte. Consiste en pringarte y ver qué sale. No un proyecto de «hacer un disco de 5 canciones de una manera». Eso para mí no es arriesgarte ni es arte prácticamente. Es empezar un proceso y no saber cómo va a acabar, ir metiéndome cada vez más profundo. Cuando ya lo tengo es ver qué he hecho.

Al final sí hay un proceso de ordenarlo y secuenciarlo, ¿no? Es una decisión más estética.
Sí, ahí sí. Más que estética es intuitiva. Cuando tengo todas las canciones, las escucho para ordenarlas y me dejo llevar por las que me hacen sentir algo. Intento seguir mi intuición a tope, lucho por eso siempre. Eso tampoco se valora, se valora más lo conceptual que la intuición. Mira, yo no te puedo explicar lo que he hecho. Escucha el disco, si te gusta, bien; y si no, me da igual (risas)

Tu música en general me parece divertida, pese a que tiene ese punto de nostalgia, pero de repente encontramos frases como «cuesta encontrar el sentido a las cosas». ¿Estos años han sido tristes para ti? ¿A la larga verás este disco como el resultado de una etapa triste? ¿O de esperanza?
No. Lo veo como un disco que habla de la vida en general. Intento, de mi experiencia personal, extraer cosas que le pasan a otras personas. No cosas mías que no interesen a nadie. Tiene partes tristes, alegres, y sí hay un mensaje grande de esperanza. Los procesos de creación son largos, difíciles, de soledad… Creando se pasa mal, porque estás perdido, lo he hablado con otros artistas, no sabes si lo que haces está bien o no. Pero siempre tengo la esperanza de que cuando eso termine, el mensaje que quede sea luminoso.

Hace mucho tiempo que vienes tocando en vivo temas como ‘Soy un olmo’, ¿alguno que no hayas cantado en este tiempo de parón?
Sí, por ejemplo, ‘La Nube’, que está inspirado en mi abuela, que era una mujer de mi pueblo. Cuando era muy mayor y murió mi abuelo se vino a vivir con mi familia. Ella no dibujaba ni nada, pero un día le dije que me regalara un dibujo y me dijo: «yo no sé dibujar». Un día de sorpresa con mi madre me regaló un dibujo en el que salía yo. Mi abuela murió, y es un dibujo que siempre llevo conmigo. En esos trazos veo a mi abuela, más que en cualquier foto. Cuando estaba con este disco, como no tenía dinero para grabarlo, tenía muchísimas dudas, y un día me quedé mirando este dibujo y fue una revelación: no necesito dinero sino tocar mis canciones, que es lo que yo sé hacer. Para qué contar con un productor si yo sé producir. Para qué músicos para tocar, si yo sé tocar. La letra me vino como un rayo y decidí grabar el disco en casa y como pudiera. Ha sido una decisión importante porque es algo que siempre lo he puesto en valor, lo sabía de sobra y ese dibujo me lo recordó.

«Cada vez que he ido a la tele, he necesitado estar un día en la cama»

¿Este proceso fue antes o después de todo lo de Soleá, irte con ella de gira, salir en la tele…?
Ya había sacado un disco, un EP… y hubo un momento en que pensé que tenía que dar un paso en la dirección que no. Era en la que lo he dado al final: ser cada vez más independiente y darle valor a lo que yo puedo hacer. Siempre he hecho las cosas como me ha dado la gana y me ha ido bien. A veces he pensado «si voy a ser música, voy a tener que», y no era así.

¿Cómo te lo has pasado en la tele?
Son experiencias divertidas, pero que no son para mí, yo creo. Si tengo que ir a la tele, voy.

¿Por qué no son para ti?
Porque te ponen maquillaje en la cara y yo tengo la cara muy fresca, y no me gusta (risas) Aparte, la tele hoy en día ya es… Si hubiera un programa que diera un espacio para hablar de algo interesante. Yo ya había ido alguna vez, y hace poco estuve en ‘Un país para escucharlo’. Pero en todos estos programas lo importante es el tiempo, el contenido da igual, lo importante es que te adecúes a un tiempo. Cada vez que he ido a la tele, he necesitado estar un día en la cama.

¿Pero por agotamiento, estrés…?
Son experiencias que son, sí, entre cansancio y depresión. Te quedas un poco vacía.

¿Y cómo te ves?
Me da la risa, me junto con los amigos y digo «qué pintas».

¿Qué tipo de ritmo es ‘Soy un olmo’? No sé por qué me suena más San Isidro que otras cosas que has hecho.
No es de ningún ritmo. No me he inspirado en nadie, no sé qué ritmo tiene, es un 3×4, pero más que esto no te puedo decir. Cuando hago música, seguramente se parecerá a cosas, pero no es nada concreto. El otro día vi que habían escrito que yo era apropiacionista. Es muy fuerte, porque de las personas que trabajan inspiradas por la canción popular o tradicional, soy de las pocas que todo lo compongo yo. No hay una sola canción que diga «esto es una jota». He hecho una que es un romance, pero no me he inspirado en nadie.

Esto es un discurso que tenías ya en el primer disco.
Es curioso que la gente decía con el otro disco que era música tradicional asturiana: no lo era. Era inventada por mí. Igual que este disco. Es verdad que tiene reminiscencias, que escucho esa música, pero ni en estructuras ni en letras, lo es. Hay gente que coge esas letras, esas estructuras y yo no. Es música inventada. Cuando cojo alguna cosa, en ‘Aborrezco lo que adoro’, la última estrofa sí es de unas alegrías flamencas o unas alegrías de Cádiz que cantaba Camarón, pero va con una canción que no tiene nada que ver con la música de las alegrías.

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Publicado por
Sebas E. Alonso