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Netflix da un necesario cambio de perspectiva de género en el drama policial ‘Creedme’

Creedme’, emitida por Netflix, tenía muchos ingredientes para ser una de las grandes series de la temporada. Empezando por el material de partida. ‘An Unbelievable Story of Rape’ es una investigación sobre los errores policiales en los casos de violaciones con la que los periodistas T. Christian Miller y Ken Armstrong ganaron el Pulitzer en 2016. El artículo fue publicado en internet por la organización sin ánimo de lucro ProPublica, y luego adaptado en forma de podcast con el título ‘This American Life’, y como libro, ‘Creedme’, publicado en España por Libros del K.O.

Luego están las creadoras de la serie: la guionista Susannah Grant, nominada al Oscar por ‘Erin Brockovich’, quien también dirige dos episodios; la escritora Ayelet Waldman, conocida por la novela ‘El amor y otros imposibles’ (Umbriel) y el polémico ensayo ‘Qué día más bueno. Tomar LSD en microdosis me cambió la vida’ (Reservoir Books); y su marido, el reputado novelista, también ganador del Pulitzer, Michael Chabon (‘Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay’, ‘Chicos prodigiosos’). Y, por último, la pareja de directores, Lisa Cholodenko (‘Los chicos están bien’, ‘High Art’) y Michael Dinner (‘Masters of Sex’, ‘Justified’), de probada solvencia; y su estupendo trío de actrices protagonista: la prometedora Kaitlyn Dever (‘Súper empollonas’, ‘Las vidas de Grace’), la secundaria de lujo Merritt Wever (tiene dos Emmy por ‘Nurse Jackie’ y ‘Godless’) y la conocida Toni Collette.

Sin embargo, a pesar de todos estos mimbres, ‘Creedme’ no es la gran serie que podría haber sido. Por dos razones principalmente: una dirección demasiado plana, sin personalidad, “televisiva” en el peor sentido del término (el capítulo final se acerca demasiado a las estrategias narrativas y la caligrafía visual de un añejo telefilme de sobremesa); y un discurso que, por muy necesario que sea, en ocasiones parece grabado con un buril en muchas de las secuencias de la serie. El mensaje está demasiado subrayado y expuesto con poca sutileza, con algunos diálogos que parecen escritos para instruir al espectador en vez de para que los personajes se comuniquen de forma verosímil.

Aun así, ‘Creedme’ es una serie bastante recomendable. También por dos razones. La primera es su fabuloso pulso narrativo. La serie está estructurada en dos tramas situadas en diferentes tiempos y lugares, que avanzan en paralelo de manera muy fluida: una más dramática, en la que se narra el caso de una violación y se denuncia la cultura de la duda que rodean estas acusaciones (esa cultura tan presente en la actualidad y de la que tanto rédito político sacan formaciones como Vox, que quieren hacer creer que hay colas de mujeres en las comisarias poniendo denuncias falsas); y otra más policíaca, en la que se describe de forma minuciosa la investigación que emprende una detective (fabulosa Merritt Wever) y su posterior colaboración con otra policía (una algo afectada Toni Collette).

La segunda razón es su sincera perspectiva de género. ‘Creedme’ no es un drama criminal “feminizado” de forma artificial en un despacho de Hollywood, de esos que simplemente cambian el género de los protagonistas por cuestiones de “tendencias” de mercado. La serie está llena de detalles que delatan la presencia de una mirada femenina (y feminista) detrás de la cámara: desde el propio tratamiento visual de las violaciones y la atención a la experiencia de las víctimas, hasta la inclusión de escenas tan aparentemente triviales pero tan significativas como la de la mirada intimidatoria de un hombre en la barra de un bar. De hecho, gran parte de la eficacia del discurso de la serie reside en el contraste entre las dos formas de abordar un mismo hecho por parte de la policía: el distinto grado de importancia que se otorga a un caso de violación y a otro, los diferentes protocolos de actuación, los dispares niveles de empatía con las víctimas…

Gracias a estas virtudes, ‘Creedme’ trasciende las convenciones del drama social “necesario”, ese que enmascara su anorexia creativa poniéndose camisetas con lemas comprometidos, y se posiciona como un sólido drama policial capaz de alumbrar injusticias, sacudir conciencias y generar debates. 7.

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Publicado por
Joric