Cómic

Tres cómics de terror para el Día de los Muertos

Íncubos (Michele Penco)

Íncubo, tanto en el imaginario popular hispanoamericano de determinadas mitologías como en el europeo desde el medievo, es el demonio o espíritu que, posándose encima de una mujer dormida bajo la apariencia de un hombre, fuerza una relación sexual para absorber su energía vital. La traducción literal, pero nada desatinada, del título original («Incubi» en italiano), pierde el doble sentido de «pesadilla».

De Michele Penco, para mayor misterio, apenas conocemos referencias anteriores: ‘Racconti azzurri’, su primer trabajo, data de 2012, y en 2018 se encargó de una baraja de cartas del tarot del Necronomicón. Dos cosas que reflejan a las claras un universo de enigmas que comprimen de manera precisa mucha información. Los cuatro relatos que componen ‘Íncubos’, una adaptación libre del mundo solitario de H.P. Lovecraft, son ilustraciones que ya a primera vista nos llevan a entornos claustrofóbicos, a familiarizarnos con criaturas sobrenaturales, y a ser gobernados por obsesiones insondables. Es cierto que se podrían cuestionar esos dibujos, en negro y recreando dimensiones al mínimo detalle, poco novedosos en cuanto al trazo, pero la estética cercana al cubismo y la atmósfera melancólica junto a la escasez de textos, inundan nuestro imaginario de claroscuros. 8,3. Disponible en Amazon.

Bezimena (Nina Bunjevac)

La serbio-canadiense Nina Bunjevac sigue en la ofensiva de capturar con precisión el tono pesimista y oscuro de su anterior entrega ‘Patria’. Tanto que el uso del entintado en negro de su tercer trabajo, 200 páginas de descomunal simbolismo, traen a la memoria ‘Agujero negro’ de Charles Burns. Bunjevac lidera, junto a Emil Ferris, la técnica del “crosshatching” de punteado, entramado y sombreado que da un efecto visual próximo al 3D, causando especial agitación ocular cuando se trata de escenas a página completa.

Pero no todo es pintar y sombrear. Con la ayuda del valor mitológico de Artemisa, ‘Bezimena’ busca nuestro malestar: la ansiedad que contagia permite caminar a buen paso dentro de la mente de un depredador. Benny, el protagonista, es hijo único. Desde pequeño es un mirón en potencia, y con los años se abre a perversiones que le abren las puertas al bondage o al voyeurismo, con la posibilidad de hacer realidad sus fantasías sexuales. La verdadera pesadilla llega con la escena final: Nina Bunjevac escribe con blanco sobre negro un epílogo – sobre el que conviene mantener el mayor hermetismo posible- que invoca a demonios personales impactantes. 8,5

. Disponible en Amazon.

Inframundo (Pep Brocal)

Pep Brocal nos sirve en bandeja toda una artillería de ingredientes para escenificar el infierno particular de Amalia, una portera de finca no demasiado joven que ha sido plantada en el altar por su novio marino mercante, con el consabido desengaño sentimental. Entre referencias a ‘La Divina Comedia’ de Dante, no faltan elementos más clásicos de terror: un gato como mascota, una comunidad de vecinos, la soledad de algunos de sus residentes y espíritus del más allá, a los que se añaden otros inteligentemente, como una guía práctica de buenos consejos de manos de Bruce Lee que aportan chorrazos de buen humor.

‘Inframundo’ no deja de ser un viaje iniciático, un recurso que en la obra de Brocal comienza a ser recurrente. Un bucle que se adorna con el chiste, como en ‘Cosmonauta’ o en ‘Alter y Walter o la verdad invisible’, con delicada maestría. Las referencias y la estructura narrativa rozan lo cinematográfico, en sintonía con los recursos de combinar colores primarios y no caer en los adornos barrocos. La obra esconde, bajo una aparente candidez pop, un estrepitoso submundo de demonios. 8. Disponible en Amazon.

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Publicado por
Sr. John