Esta decisión, la de no arrastrar a los seguidores del grupo hacia unas nuevas composiciones que muy probablemente no sean lo que esperan, tiene tanto de suicidio comercial para su nuevo proyecto (dadas las circunstancias de la industria, no parece probable que tanta gente se aproxime espontáneamente a su nuevo proyecto) como del romanticismo que The Pains of Being Pure at Heart ha envuelto al grupo nacido en Nueva York en su década larga de existencia.
Tanto la esencia de su sonido –abiertamente inspirado por grupos del denominado sonido C-86 como The Field Mice o The Pastels, escorándose luego hacia el shoegaze de My Bloody Valentine y, finalmente, hacia The Smiths, Aztec Camera y Prefab Sprout– como sus letras irradiaban pasión. Pasión por la energía incontenible de la adolescencia y la juventud y pasión por las melodías atemporales y bien hechas, de esas que se instalan en uno por siempre.
Por eso creemos imprescindible rendir homenaje al proyecto de Kip Berman repasando 10 canciones cruciales contenidas en sus cuatro álbumes de canciones originales y diversos EPs y singles. A veces coinciden con las favoritas de su público en cada etapa, pero no necesariamente: su vasto talento compositivo ha mantenido la cara en su evolución del noisepop furibundo a la elegancia y madurez de sus últimos años.
En 2007 y al calor de Myspace, The Pains autoeditaban su EP debut homónimo, que se cerraba con la canción que dio nombre al grupo y se abría con este pelotazo. Ambas adolecían de una grabación totalmente amateur, pero brillaban sobremanera en el conjunto. La grabación (algo más) profesional de su primer disco para Slumberland, histórico sello indie fundado en los 80 en Washington D.C., permitió sacar algo más de brillo a ambas. ‘TPOBPAH’ acabó como cara B del 7″ de ‘Everything With You’, pero ‘This Love Is Fucking Right!’ sí acabó ocupando un lugar privilegiado en el tracklist de su debut largo. La energía de sus guitarras, el ímpetu de su base rítmica y su melodía candorosa y redonda hacen de ella la primera gran canción de la banda, sin reparos. Ni siquiera por una letra que, como Berman aclaró, no glorifica el incesto: el «hermana» es solo una manera de dirigirse a una amiga que se convierte en algo más.
El primer single de su debut en Slumberland editado en 2009 ya dejaba muy clarito que TPOBPAH no estaban en boca de muchos por casualidad. El candor del indie pop británico que nació dos décadas antes estaba muy presente en esta canción que presumía de un fantástico equilibrio de sus elementos: el feedback de unas guitarras rabiosas, el órgano de Peggy, la contundencia de bajo y batería y la preciosa línea vocal de Kip con perfectos contrapuntos de Wang remitían tanto a The Smiths como a la perfección de unos Teenage Fanclub. En ese estado de gracia, todo encaja en este tema como si de un puzzle perfecto se tratara: el puente instrumental previo al memorable solo de guitarra (esa suerte musical casi en desuso), que da paso a un revitalizado último estribillo y su final pirotécnico. Una maravilla.
El texto de la canción anterior podría servir, prácticamente palabra por palabra, para describir esta otra cima del primer disco de The Pains. Incluido lo del puente instrumental… solo que en este caso el solo es de bajo y nos conduce a una coda maravillosa –esa catarsis de «don’t check me out»s– que conecta con unos precedentes poco evidentes: Belle and Sebastian. Tras este pelotazo –que fue uno de los más pinchados en las por entonces mucho más frecuentes sesiones de DJ que hacíamos aquí y allí los redactores de JENESAISPOP–, hay una letra que le va como anillo al dedo sobre sexo iniciático en los pasillos de una biblioteca universitaria. Encantador es poco decir.
Sin dejar apagarse los rescoldos de su alabado debut –nuestra web no fue ni mucho menos la única en caer rendida ante él–, el grupo reunió cuatro composiciones inéditas y sendos remixes –entre ellos, uno de Saint Etienne– en un nuevo EP titulado ‘Higher Than The Stars‘ que, pese a la concesión bailable, poco tenía que ver con ‘Screamadelica’. Su tema principal, pese a quedar fuera de sus dos primeros discos, suponía otra muestra del buen hacer melódico del grupo pero evolucionando hacia un sonido en el que la electrónica parecía cobrar peso, con los teclados de Wang erigidos en grandes protagonistas –de hecho, su gancho más claro es un riff de sintetizador, al más puro estilo The Cure–, como anticipo de una dirección que cobraría más peso en su segundo álbum…
… un ‘Belong’ que llegaba en 2011, con flamante producción de Flood y mezcla de Alan Moulder, un tándem de auténtico lujo con un currículum para caerse de culo (U2, Nick Cave & The Bad Seeds, My Bloody Valentine, New Order, largo etcétera) que había de afinar el sonido de The Pains y proyectarles hacia audiencias más amplias. Y lo hicieron magníficamente en temas como ‘The Body
‘, ‘Even In Dreams’ o el que bautizaba el álbum, en el que, sin descuidar la imaginación melódica de Berman, multiplicaba la potencia de su sonido con unas guitarras y baterías con efectos digitales que recordaban al magma rockero de uno de los referentes cruciales de TPOBPAH: los Smashing Pumpkins de los 90, a los que homenajeaban con cierta coña en su vídeo oficial. Como dijimos en su momento, esta canción contenía la promesa de llevarles en volandas a llenar, si no estadios, sí grandes salas y escenarios de festivales. Una promesa que nunca cumplieron/cumplimos.Y quizá la clave de que aquella subida de escalafón no se cumpliera fue su modestia, su resistencia a abandonar las esencias de su concepto inicial como grupo. Muestra de ello eran muchos otros cortes contenidos en ‘Belong‘, como ‘My Terrible Friend’ o este ‘Heart In Your Heartbreak’ que, extraído como single, abría una ventana al romanticismo adolescente que configuraba el germen del grupo, solo que sonando magníficamente. Y con uno de sus estribillos más icónicos, ese «she was the heart in your heartbreak / she was the miss in your mistake» que roza el patetismo… y que ellos supieron suplir con sentido del humor, como atestigua un vídeo oficial en el que Kip, con barba, podría haber representado a Pablo Iglesias comandando un grupo emo.
Tras años girando –y con España convertida en feudo propio para el grupo neoyorquino–, la proyección maximalista de su segundo disco pareció frustrarse. Posiblemente las aspiraciones comerciales de Slumberland, que había hecho una inversión considerable para ‘Belong’, no quedaran colmadas, y tampoco parecieron quedar muy satisfechos los propios miembros del grupo, que fueron abandonando el proyecto –de manera pública Kurt Feldman se centró en su proyecto tecnopop Ice Choir– hasta dejar a Kip más solo que la una. Este no se rindió, montó una nueva banda –con Christoph y Anton Hochheim, de Ablebody y The Depreciation Guild, Jacob Sloan y, de manera más prominente, Jen Goma de A Sunny Day In Glasgow– y se replegó en el espíritu indie original del grupo para su tercer disco, ‘Days of Abandon‘ (2014). Un disco notable que, en general, renunciaba al lado iracundo y ruidoso de sus primeros pasos, y a cambio presumía de una mayor madurez, elegancia y contención. En todo caso, su primer avance ‘Eurydice’ –que se valía de la mitología griega para evocar a un amor recurrente pero imposible– no decepcionaría a los seguidores de The Pains desde sus inicios.
Aquel primer single –sobre todo en su parte final– daba ya cuenta de hasta qué punto fue un revulsivo la presencia de Jen Goma en esa última etapa, presidida –salvo excepciones como ‘Until The Sun Explodes‘– por una calma y una contención notables, que habían hecho evolucionar a Kip Berman hacia espacios propios de Paddy McAloon o Roddy Frame. O de Johnny Marr: las guitarras de ‘Kelly’ eran un saqueo manifiesto a las de ‘This Charming Man’. Pero eso poco importa cuando se usan para dar forma a una composición memorable que, como apuntaba, está espléndidamente protagonizada por la voz de la cantante de A Sunny Day In Glasgow. Una canción preciosa, enfatizada por una producción atemporal de Andy Savours (Patrick Wolf, PJ Harvey, Goldfrapp) y Danny Taylor, que vislumbra a una amiga para siempre en esa Kelly, a pesar de toda la amargura (y la cocaína) que empaña sus ojos negros.
Con su estrella definitivamente más apagada, ‘Days of Abandon’ supuso un paso fugaz por el sello británico Fierce Panda. Forzado a la autoedición, ‘The Echo of Pleasure‘ (2017) pasó bastante más desapercibido que cualquiera de los anteriores álbumes de The Pains of Being Pure at Heart. Una circunstancia injusta porque, su tránsito de regreso al punto ruidoso de sus inicios –con Jess Krichelle Rojas sustituyendo a Goma y Brian Alvarez a Anton Hochheim en la batería– estaba más que logrado, gracias, de nuevo, a las canciones. Como por ejemplo esta ‘Anymore’ que, con preponderancia especial de las guitarras, recuperaba el espíritu shoegazer e indierock de sus primeros trabajos, en sintonía con una línea melódica estupenda que, al estilo de aquella ‘Higher Than The Stars’, echaba el lazo gracias a un simple coro.
En todo caso, tampoco se puede decir que Berman –como también acaba de demostrar con la decisión de dar por agotados a The Pains– tuviera en mente la fórmula fácil de la nostalgia y el guiño a sus fans de siempre en el que quedará como su último trabajo de temas propios –hace unos meses publicaba su propia versión de ‘Full Moon Fever’ de Tom Petty and The Heartbreakers al completo–. Fue, más bien, consecuencia de su evolución hacia un pop más rico y diverso, como atestigua la tecnopop ‘When I Dance With You‘ o una ‘So True’ estupenda y memorable que, en voz de Rojas, prácticamente parece venir firmada por otro grupo. Pero reconocemos en ella la energía y vibración pop que Kip Berman supo insuflar con sus composiciones a The Pains of Being Pure at Heart, esa vocación de plasmar en ellas la plenitud de la juventud. Superada esa fase vital en sus propias carnes, la inducción al coma del proyecto se antoja como la decisión más inteligente.