The Clash habían publicado en 1979 ya dos discos amparados más o menos en la tradición punk, pero con su tercer álbum no tuvieron ningún miedo de abrirse a otros caminos, pasando a trabajar con el productor Guy Stevens, que fallecería tan solo un año y medio después a consecuencia de una sobredosis de drogas con receta para superar su alcoholismo. El grupo iba a la búsqueda de menos limpieza y más potencia, y la consiguieron en una grabación polémica que está entre las más tumultuosas de la historia como recogía The Guardian, con Stevens tirando sillas por los suelos y vinos en los pianos para provocar a la banda y dotar a las canciones de esa rabia que efectivamente contienen, algunas desarrolladas en una o dos tomas. Unas sesiones infernales (Guy llegó a decir que «solo hay 2 Phil Spectors y yo soy uno de ellos»), de las que la banda solía desquitarse jugando al fútbol.
La manera de mantenerse tan rebeldes como vemos a Paul Simonon en la portada del disco, una icónica foto de Pennie Smith que se completó con una gráfica en homenaje o parodia de Elvis, fue no ceñirse a los parámetros del punk. De la misma manera que Joe Strummer se empeñó en utilizar esta instantánea, pese a que Pennie no quería usarla porque estaba desenfocada. El grupo decía estar bloqueado creativamente (el famoso «writer’s block», el famoso «difícil tercer disco»), pero superó su reto con creces, porque con todo lo celebrado que ha sido en toda lista de lo mejor de los 70 o del siglo XX ‘London Calling’, puede haber sido infravalorado por el enorme alud que supone aún el single principal, titular e inaugural de la secuencia. Un verdadero tiro que no hay manera de que se desgaste por más que haya sido pinchado en clubs alternativos durante décadas; ensombreciendo una rica amalgama de influencias que van desde el rock’n roll al jazz, pasando de manera muy llamativa, por lo que representa a día de hoy, Jamaica. Mucho antes de que Ace of Base, Massive Attack, Amy Winehouse, Rihanna y Bad Gyal visitaran la isla, ya lo habían hecho The Clash. Si te gusta ‘Rude Boy’ te debería gustar ‘Rudie Can’t Fail’.
Tras ‘London Calling’ y una canción de puro rock’n’roll como es ‘Brand New Cadillac’, escrita de manera excepcional por Vince Taylor (los autores principales fueron Strummer y Mick Jones), es muy llamativo que el disco incluya de manera tan temprana en la secuencia una canción tan jazzie como ‘Jimmy Jazz’. Su desarrollo se aleja de los cánones del punk para incluir instrumentos de viento conduciendo a un final improvisado, con un ritmo en el que el batería Topper Headon rememora sus inicios en el jazz: Billy Cobham, que tocaba con Miles Davis, había sido en verdad su mayor influencia. Pero es que son varias las canciones que se recrean en su poso jamaicano, como muestra de que el punk y el reggae estaban realmente hermanados en la escena londinense, sobre todo en clubs como el Roxy de Covent Garden, donde el DJ residente Don Letts introdujo a una generación a estos ritmos. The Clash, que fueron de los primeros en actuar en este club en el Año Nuevo de 1977, ya habían versionado ‘Police & Thieves‘, un tema de reggae de mediados de los 70, para su disco de debut. De esta manera, el productor Lee Perry decidió enseñarle el primer álbum de The Clash a Bob Marley y este decidió devolverles el «favor» con una mención en ‘Punky Reggae Party‘ -su título lo dice todo- tan pronto como en 1977.
Pero lo que habían hecho The Clash en aquel tema era básicamente llevárselo a su terreno con un ritmo a medio camino entre ambos géneros. En ‘London Calling’, en cambio, se sumergen de lleno en ritmos y vientos en la divertida adaptación de The Rulers ‘Wrong ‘Em Boyo‘ y en la mencionada ‘Rudie Can’t Fail’, cuyo título venía de un tema de rocksteady de Desmond Dekker (‘007 (Shanty Town)‘, 1967), uno de los grandes himnos de los «rude boys» de la calle de la cultura jamaicana, en la canción de The Clash haciendo el gamberro en un autobús en el que se bebe alcohol desde primera hora de la mañana. Y tenemos también por ejemplo ‘Revolution Rock’, en la que se incluían elementos de otro tema de músico jamaicano, Jackie Edwards (‘Get Up‘).
El álbum no es además precisamente ajeno al malestar social. Y si hoy gobiernan Donald Trump y Boris Johnson, corría el mes de mayo de también 1979 cuando Margaret Thatcher tomaba el poder como primera ministra del Reino Unido y ‘London Calling’ -la canción- no puede sonar más como el peor de los presagios para lo que sería su política económica durante los años 80. La melodía contiene la urgencia de que algo terrible está a punto de pasar y la canción parece pura furia rebelándose contra ello.
Recordando que este álbum salió a la venta durante las últimas semanas de 1979, es notorio que contenga canciones que cuestionan el capitalismo como ese ultrapopero ‘Lost in the Supermarket’, inspirado -sí- en el súper de debajo de la casa de Joe Strummer y su novia, exactamente en los números 471-473 de Kings Road, pero universal desde entonces: «Estoy completamente perdido en el supermercado / Ya no puedo comprar felizmente / he venido por una oferta especial / y personalidad garantizada». Y si esta canción era versionada después lo mismo por Ben Folds que por The Afghan Whigs, ‘The Guns of Brixton’ escrita por Paul Simonon (ahora tan colega de Damon Albarn), que también ofrece toda su resistencia contra la opresión económica, ha sido adaptada lo mismo por Fatboy Slim que por Cypress Hill, Arcade Fire y Red Hot Chili Peppers.
‘Clampdown’ suena totalmente obrera con esa referencia a la esclavitud de una fábrica («los hombres de la fábrica son viejos y maliciosos / pero no les debes nada, así que corre / son los mejores años de tu vida los que te quieren robar»). Aunque Strummer era hijo de un diplomático, le interesaba mucho el movimiento okupa y, siguiendo con la vena anticapitalista, también hay un tema llamado ‘Koka Kola’ que referencia sus anuncios de neón y alterna su consumo con el de cocaína en la misma frase, pues las drogas circulan por el álbum como quieren. En la pegadiza ‘Hateful’, con esos irresistibles «everything I want», aparece un diálogo con un camello mucho antes de que llegaran los ídolos del trap («me da lo que necesito / ¿qué tienes? / necesito de todo de verdad»), a veces con consecuencias funestas («este año he perdido algunos amigos / ¿qué amigos? / ni idea, ni me he enterado»).
Y es que el disco contiene una serie de referencias que hacen realmente preguntarte en qué año fueron escritas. ¿Que 1975 han hecho una canción con Greta Thunberg? Hay un «error nuclear» y un poquito de emergencia climática en ‘London Calling’, inspirada en la posibilidad de que parte de Londres desaparezca por una inundación, mientras llega la «edad de hielo» y el «sol se acerca». ¿Que algunos de los grandes éxitos de nuestra década combaten el suicidio? El disco está lleno de mensajes de automotivación como ‘Revolution Rock’, mientras ‘I’m Not Down’ se presentaba en vivo como una canción contra quitarse la vida. ¿Que el rap americano se llena de himnos contra el racismo y la brutalidad policial? «Me siento un soldado / pero parezco un ladrón» de ‘Jimmy Jazz’ parece un antecedente, cuando no una letra del revival rock de Fontaines DC. Incluso hay guiño latino en ‘Spanish Bombs’, con referencias a Lorca, Andalucía, la Guerra Civil, la Guardia Civil, ETA y las «señoritas» (también hay una mandolina, por algún motivo).
«Spanish bombs, yo te quiero infinito / Yo te quiero, oh, mi corazón» puede ser el punto kitsch de un disco de singles (reales y potenciales) espectaculares que ha vendido 5 millones de copias y continúa sumando streamings a día de hoy, pero del que demasiado poco se habla, quizá porque nunca hubo reunión tras la separación de la banda en 1986, quizá porque Joe Strummer falleció hace ya casi 20 años. Pero hay una tonelada de grupos que sin ellos simplemente no habrían sido lo mismo, comenzando con U2 y terminando con No Doubt, pasando por cómo ‘Train in Vain’ fue fusilada por Garbage en ‘Stupid Girl’ o cómo hasta divas tan dispares como Annie Lennox y M.I.A. les adaptaron o citaron. El Brit Pop desde luego no habría existido sin The Clash, ni tampoco el revival rock de los primeros Strokes o la versatilidad de Arctic Monkeys en ‘AM’. Especialmente la vena más social de Manic Street Preachers está muy marcada por sus textos, mientras Blur a menudo sonaron como un calco. Por algo existen The Good, The Bad and The Queen…