Nada casualmente el dichoso coronavirus aparecía en la conversación con Corcobado a cuenta de la canción que da título al disco, que no esconde en absoluto que se refiere al problema de la superpoblación mundial. Pero también hablamos de sexo, mantras de yoga, la decadencia de Europa y, sobre todo, de amor. Porque «todas sus canciones hablan de amor», nos revela Javier, que se muestra como un conversador muy amable y educado, también presto para reírse de todo. Incluido él mismo.
Lo primero, quería agradecerte personalmente que te prestaras a colaborar en aquel homenaje que hicimos en nuestra web a Camilo Sesto. Como contabas, fue alguien muy importante para tí…
¡Ah, joder! (Ríe) Fue un honor. Fue uno de los crooners hispanos más potentes, y más completos, además.
Hablemos de ‘Somos demasiados’. ¿Cuál es el germen del disco?
El germen fue sentarme ante una página en blanco de Pro-Tools y decir «voy a hacer un nuevo disco». (Risas) La primera idea que se me pasó por la cabeza fue componer un loop de batería que me agradara, que fuera lo suficientemente bailable. Y, una vez hecho el loop, hacer un experimento que consistía en poner esa pista de batería al derecho y al revés simultáneamente. Conseguí que eso me excitara y que diera pie a seguir componiendo la canción. Entonces me vino una especie de inspiración rapera… (Risas) Y se me ocurrió combinarlo con esos sintetizadores arpegiados a lo Giorgio Moroder. De repente descubrí que tenía una canción bastante enérgica, energética, que invitaba totalmente al baile.
«Quería que cada canción de ‘Somos demasiados’ fuera un single, que tuviera una identidad y un valor propio para serlo»
La letra de la canción era el poema que estaba escribiendo en aquellos momentos, estaba escribiendo algunas cosas sobre la superpoblación, inspiradas levemente en la obra de Thomas Malthus. Y así salió la canción. Incluso, cuando ya estaba avanzada, dudaba cómo cantarla. Y pensé en Leonard Cohen, en esa sobriedad… Pero bueno, al final no está cerca ni de él ni de Moroder, es un híbrido. Pero ahí empezó todo. Y luego tuve la fortuna de recibir de la divinidad la inspiración para seguir componiendo las demás canciones. Y sí tuve una premisa: quería hacer las mejores canciones de las que yo fuera capaz. Quería que cada canción fuera un single, que tuviera una identidad y un valor propio para serlo. Lo he intentado y creo que, por ahora, lo son. Así empezó.
¿Y eso era una reacción con respecto a ‘Mujer y victoria’ o nada que ver?
No. ‘Mujer y victoria’ fue un disco hecho de manera urgente y rápida, y creo que es un buen disco. Pero fue una etapa que coincidió con muchas circunstancias vitales, la finalización de ‘Canción de amor de un día’. Fue, como digo, un disco urgente hecho en un momento puntual. ‘Somos demasiados’ está hecho con mucho más mimo, con mucha más paciencia. Reflexionando muchísimo sobre las letras, la música, los arreglos. Meditando mucho para que no fuera un disco de autocomplacencia de un artista, sino… Creo que es de las primeras veces en mi vida que he pensado en mi público y un público que aún no me ha escuchado. Y pensé que sería bueno que me escuchara gracias a canciones como ‘Haz un acto de amor’, ‘Somos demasiados’, ‘Agradecimiento’, ‘Yo te saqué a bailar’… ¿Qué te puedo decir? (Risas) La verdad es que creo que es de las primeras veces que me ocurre, que tengo tanta satisfacción por un álbum. Siempre he sido un poco… Pensaba: «si no me emociona a mí, no va a emocionar a nadie». Siempre con esos miedos. Y creo que me los he quitado esta vez.
«Creo que es de las primeras veces que me ocurre, que tengo tanta satisfacción por un álbum»
Coincide un poco esto que dices con mi impresión del disco, que era una buena oportunidad para introducirse en tu carrera para alguien que no te conozca. ¿Percibes ese interés de públicos nuevos, que no te conocieran?
Sí, muy poco a poco y en entornos cercanos, pero por supuesto. Actualmente trato con gente que no me conocía en esta faceta y sí les está llegando. En realidad empezamos a movernos ahora, con los primeros conciertos de presentación, el 13 de marzo en Madrid y el 14 en Barcelona. A partir de ahí veremos cómo es aceptado por el nuevo y el antiguo público. Creo que será un proceso de ir in crescendo tanto en España como en México, que es donde están programadas las primeras fechas. Me apetece mucho y creo que es necesario seguir haciendo conciertos con este disco hasta el año 2021, porque han habido tantos retrasos en la grabación, la fabricación del vinilo… Cosas normales, pero que han aplazado todo. Todo es providencial, y creo que será un disco que será reconocido, no en un año, sino en un proceso de un par, al menos.
Es cierto que se publicó a finales de año, que siempre es una fecha un poco rara para un lanzamiento así. Entonces el momento de darlo a conocer es más bien ahora, ¿no?
Claro. Salió entre 2019 y 2020, y siempre es como una laguna en la industria, igual ha sido tarde para entrar en listas y esas cosas. Pero no nos importa, porque hay una gran relación entre la compañía, Intromúsica, y el artista, que soy yo. Creo que llevo un soporte de músicos muy sólidos y estamos muy ilusionados. Para mí el punto de salida llega ahora, con los conciertos.
Volviendo al disco, y al single en particular… Es una especie de spoken word de ideas apocalípticas. Como decías, partes de ciertas teorías sobre superpoblación mundial, pero desde ahí desarrollas una crítica social muy extensa y muy potente.
Sí, exacto. Como decía, partí de un poema en el que hay muchas contradicciones… porque los poetas nos las podemos permitir. (Risas) Es un muestrario de cómo están las cosas en el mundo, cómo está la sociedad y cómo no se habla de muchas cosas. Y cómo no se aceptan muchas cosas que deberían estar aceptadas en los años 20, ya, del siglo XXI. La superpoblación es el gran problema del planeta Tierra y de la Humanidad, lo que pasa es que a los políticos y presidentes de grandes corporaciones no les interesa hablar de ello. Porque lo que interesa es que cada vez nazcan más seres humanos para mantener el sistema industrial, comercial, consumista… Es ciertamente grave, y se ve mejor cuando uno está viviendo alejado de las ciudades.
«(Sobre la superpoblación mundial) El otro día alguien me planteó «¿se arreglaría con un exterminio, o con una plaga?» Y fíjate…»
Yo hube de escapar y llevo unos años viviendo en el bosque. Desde fuera se ve mejor, porque mi aislamiento no es una escapada. Yo tengo contacto a través de Internet con el mundo, tengo que tenerlo por el trabajo, y me voy enterando de las cosas. No exactamente por los medios de comunicación, que ya sabemos que no son enteramente veraces, sino a través de personas que tienen conocimientos de las distintas situaciones actuales y uno escribe sobre eso. El otro día no sé quién me preguntaba en una entrevista que cómo se arreglaría esto de la superpoblación. Yo en ese aspecto me muestro muy prudente, porque soy la persona más pacífica, menos violenta que te puedas imaginar… pero alguien me planteó «¿se arreglaría con un exterminio, o con una plaga?» Y fíjate… (Risas)
La respuesta a tus plegarias…
No, no, no me alegro en absoluto. Me entristece mucho el miedo que se está insuflando en la calle, me molesta. Pero bueno, volviendo al tema… ¿Remedio? Es imposible, el ser humano no tiene remedio. El remedio sería que las familias tuvieran conciencia de no tener más hijos hasta que cambiara la situación. Pero de manera personal, en conciencia. No hablo de obligarlos, como se hizo en China, aquello de prohibir tener más de un hijo, no hablo de eso. Además yo no soy muy afecto a la política y me permito esas licencias por la poesía. No me voy a autocensurar, y ahí es donde puedo hablar de lo que quiera libremente. Soy de libre pensar y de libre expresión. Pero siempre procuro no hacer daño a nadie. Es lo que más me dolería, hacer daño a alguien conscientemente. Si lo he hecho inconscientemente… lo lamento mucho. (Ríe)
Pero es paradójico, según lo que dices, que en nuestro país haya partidos políticos que vean la baja natalidad como un problema y quieran implantar medidas para que aumente.
Es lo que te comentaba antes, que los políticos quieren que nazca más gente. Pero sólo es para mantener el consumo, es así de cruel.
«Me parece tremendo que se siga atacando la homosexualidad, la transexualidad, a gente que tiene trastornos mentales, que son tratados con mucho desprecio»
En la nota de prensa del single decías que empleabas un lenguaje eufemístico que asocias al periodismo. No sé si te refieres a frases que podrían resultar controvertidas como «No somos normales pero somos reales / los homosexuales, los poetas / los transexuales». ¿Te referías a cosas así?
Me ha llamado la atención que abres con esta canción, que anticipa un hipotético apocalipsis, y la sucede ‘El día que ya no nació ningún niño en el mundo’, que es como si se proyectara a un momento después de ese apocalipsis, como una distopía…
Eso es. ¡Joder, qué bien que lo has visto! Si te fijas bien, el disco sigue una línea temática. Y sí, prosigue esa canción que describe a una pareja de enamorados que ya ha vivido el fin del mundo y, años después, viven en una cueva. Y mientras miran el fuego, se besan en el fósil de un coche, recordando cuando se acabó el petróleo, la electricidad, y no nació ningún niño en el mundo… pero por circunstancias más catastróficas. Es otra historia de amor, pero en ese futuro en el que el protagonista rememora lo que todavía es futuro para nosotros.
En cierto modo, esa idea de que no nazcan niños en el mundo recuerda al argumento de la conocida novela de Margaret Atwood, ‘El cuento de la criada’. No sé si te inspiró en algún modo.
No, no, no, no lo he leído. Y eres la primera persona que me lo indica, así que obligatoriamente he de leerlo.
Como dices, aunque se plantea un futuro catastrófico, también hablas de amor y hedonismo. ¿Es una especie de reacción a la violencia que vivimos diariamente?
Sí. Por ejemplo en ‘Haz un acto de amor’. Es dar un buen consejo, valorar el rencor como algo realmente nocivo para cada uno de nosotros. Lo bueno es mirar dentro de nosotros y perdonar desde el corazón. Y más si es perdonar a tu peor mal, a la persona que hace que sientas odio o simplemente te pueda ofender de alguna manera. Y no solo perdonarle, sino ofrecerle un acto de amor, aportar amor a los demás. También hay una parte en la canción un poco cercana a ‘El Padrino’: si hacen daño a tu familia o a tu libertad, enséñales el terror… (Risas) Pero haciendo un acto de amor, también. Bueno, como ya sabes, cada persona hace su valoración, se hace su película con cada letra de canción. Y eso es magnífico. Durante toda mi vida yo quería transmitir mensajes directos en canciones mías y la gente me contaba cosas totalmente distintas, que en algunos casos me agradaba mucho y en otras pensaba «estás totalmente equivocado». Pero me encanta que me expliquen sus interpretaciones, porque son realmente epatantes. Como autor, dices «¡joder, macho, nunca se me había pasado eso por la cabeza!» (Risas)
«Fundamentalmente ‘Somos demasiados’ es un disco de canciones pop»
Musicalmente, ‘Somos demasiados’ tiene una secuencia en la que dispersas temas más rockeros, alternados con ritmos más clásicos como valses o boleros. ¿Era para ti importante ese equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo?
Fundamentalmente es un disco de canciones pop. Digamos que está todo el abanico de canciones que puedo ofrecer. ‘Agradecimiento’, por ejemplo, es la canción más rock and roll del disco. Yo, al fin y al cabo, vengo del rock and roll y del ruido. Y de los crooners, así que tampoco podían faltar canciones de amor verdadero e incluso cargadas de erotismo, como es precisamente ‘El amor verdadero’. Es una canción erótica al máximo, como lo podía ser ‘Je T’aime, Moi Non Plus’, pero con otro concepto. Hay una parte de la canción que dice «nos vamos a coger» que, como bien sabes, en México y Argentina significa fornicar. Pero luego sigue la canción con una bonita resolución que es «nos vamos a coger… los dos de la mano». Ese tipo de cosas de poeta cursis que tiene uno a veces y que no pueden faltar para seducir. (Risas)
Cierto, esa canción tiene una gran carga sexual. Y ‘Agradecimiento’ es una suerte de plegaria de agradecimiento al sexo, que lo sitúa como un elemento de conexión con Dios, ¿no?
Totalmente, yo creo en ello. Keith Richards decía también algo así, «solo creo en Dios cuando tengo un orgasmo». Y es cierto que es un momento tan extático que es divino. Puede parecer irreverente, pero es todo lo contrario. Es como un mantra en el que no solo le doy gracias a Dios por los orgasmos, sino que muchas veces es bueno dedicar esos placeres al amor universal, a Dios. En lugar de sacrificios, creo que es mucho mejor ofrecer placeres, en pos de la divinidad.
«Pensamos abrir los conciertos con ‘Bija Mantra Rock’ para alinear los chakras de toda la audiencia, que no será fácil »
Dices que esta canción es una especie de mantra, y el disco precisamente termina con ‘Bija Mantra Rock’, que se refiere a los chakras y demás. ¿Estás muy introducido en el pensamiento hinduista?
No, no. (Ríe) Lo que pasa es que mi esposa es profesora de yoga y también aplica la música al yoga. He aprendido muchas cosas de ella. Aprendí los bija mantras, a qué chakra va dirigido a cada uno, y decidí hacer una canción con los acordes de rock and roll. Le pregunté a ella si era una irreverencia para los hinduistas y me dijo que no, que qué bien pasarlo a un plano más pop. Y al final es una de mis canciones favoritas, me imagino a mucha gente bailándola en el mar. (Ríe) Pensamos abrir los conciertos con ella para alinear los chakras de toda la audiencia, que no será fácil. Y así prepararles para la caña. (Risas)
En otra canción hablas de una Europa decadente, una situación que se evidencia cada día, y también empleas por otra parte un vals, que ejemplifica esos días de gloria de la vieja Europa. ¿Te parece que la mutación que ha vivido el festival de Eurovisión musicalmente, que antiguamente se preciaba de mostrar a grandes intérpretes con arreglos orquestales hasta lo que es hoy, es un símbolo de esa decadencia?
Ayer lo pensé, incluso, que es un símbolo de esa decadencia europea, totalmente. La cual llevamos ya siglos viviendo, porque el siglo XX ya pasó. En el Romanticismo, el Barroco, el Renacimiento… se generaba arte, y ya no generamos arte, o no tiene una semilla europea. Pero ‘Europa tan triste’ es una canción disco, quise hacerla así, que fuera para bailar. Me recuerda a los New Romantics, a Ultravox, Visage… No sé por qué, quizá por la melodía, es algo que me ha venido después. Cuando, como comentas, hablamos de cosas que pueden no ser agradables de escuchar, los males de la sociedad, etcétera, creo que es bueno poder bailar eso. Cuando lo estás bailando, lo purificas dentro de ti y no te afecta. Creo que es bueno bailar la superpoblación. ¿Qué vamos a hacer, si no? No podemos hacer otra cosa. (Risas)
«Eurovisión es un símbolo de esa decadencia europea, totalmente»
Antes has citado ‘Canción de amor de un día‘, que era, literalmente, eso. ¿Cómo valoras, ahora que ha pasado tiempo, esa peculiar experiencia creativa? ¿Crees que se ha valorado como debía?
Ese proyecto casi acaba conmigo. (Risas) Es lo más ambicioso artísticamente que he aportado a la música, junto a todos los excelentes músicos que han colaborado dando lo mejor de sí mismos. Como aún no se ha publicado, no existe una valoración externa; para mí va más allá de lo que podía imaginar cuando comencé, y experimentar su escucha durante 24 horas te puede cambiar la vida y la percepción de lo que es la música. Creo que tiene el don de enfermar a los necios y la virtud de curar la ansiedad a las personas sensibles. Hoy mismo me han confirmado desde Intromúsica que se harán cargo de su edición, pero aún no podemos dar una fecha concreta.
También me gustaría saber si, del mismo modo que hace años terminaste haciendo un disco con Manta Ray (disco que a algunos nos redescubrió tu figura), hay algún grupo actual con el que te apetecería plantear, al menos idealmente, una experiencia similar a aquella.
Pues, sinceramente, no lo sé. Si me hicieran alguna propuesta que me resultara atractiva podría suceder.