Como su propio nombre indica, ‘Malibu’ es una canción hecha para el verano, pero llama la atención desde el principio su parecido a ‘Don’t Stop ‘Til You Get Enough’ de Michael Jackson. Los únicos autores de la canción que abría ‘Off the Wall’ -el debut adulto de Michael de 1979- eran Michael Jackson y su productor Quincy Jones, pero al contrario de lo que cabría esperar en estos tiempos en que una similitud ínfima y totalmente casual entre dos canciones es legalmente sinónimo de plagio (viene a la mente el caso Ed Sheeran/TLC, tan solo uno de muchos), ninguno de ellos aparece acreditado en ‘Malibu’ ni siquiera a modo de precaución como acaban de hacer The Strokes con Billy Idol. Los motivos de esta decisión pueden ser dos: o el parecido entre ambas pistas es accidental, lo cual es perfectamente posible porque Michael Jackson no inventó la reorganización de notas dentro de acordes, o Kim no se considera a sí misma lo suficientemente relevante como para que su «plagio» sea tenido en cuenta por la familia de Michael Jackson, en el caso de que esta llegue a escuchar la canción.
Es imposible obviar el precedente que sentó en el asunto de los créditos en el pop la polémica de ‘Blurred Lines’ de Robin Thicke. Desde el primer momento uno de sus co-autores, Pharrell Williams, defendía que la sentencia -que favorecía a la familia de Marvin Gaye- limitaba la libertad de creación. Sin embargo, se siguen viendo casos absurdos de supuestos plagios que en realidad no lo son. Puede que Kim Petras se haya inspirado en Michael Jackson para la composición de ‘Malibu’, puede incluso que haya copiado acordes de ‘Don’t Stop ‘Til You Get Enough’ porque es un señor temazo y quién no querría componer uno de su categoría, pero que cualquier vaga inspiración deba quedar plasmada en unos créditos de composición es surrealista. Para muchos el dólar es el dólar, ¿pero no valdría en este tipo de casos un apartado de «agradecimientos al artista por la inspiración» en Spotify y así todos contentos?