Música

Jamás te lo perdonaré, Eurovisión 2020

Anoche se emitía el especial que sustituía a Eurovisión 2020, pues ayer era cuando había de emitirse la gran final del certamen, para desconocimiento del mundo. Sólo por escuchar la sintonía oficial a las nueve en punto había que darle una oportunidad. El programa se dio en llamar ‘Europe Shine a Light’ y la cosa mejoró solo un poquito desde lo visto en las semifinales, un popurrí de videoclips y bailes caseros tipo TikTok que nadie con Netflix o Filmin aguantó más de un par de minutos.

El especial alternaba saludos de los países participantes con alguna que otra actuación. Vimos a los rusos «lamentando esta situación de la pandemia» pero asegurando que «nos unirá», al representante de Georgia pidiendo unos segundos de silencio por las víctimas del coronavirus que solo pudo ser un segundo de silencio porque no había tiempo, etcétera. Por parte de España vimos momentáneamente a Blas Cantó, sin noticia que comentar, y lo más reseñable sobre nuestro país es que RTVE envió una imagen del madrileño Teatro Real mal iluminada muy cuestionada en redes: en realidad fue el recinto donde se celebró Eurovisión en 1969 tras la victoria de Massiel. Ha sido la única vez en la historia que el certamen se ha celebrado en España, y tampoco es que se le espere de vuelta, lo cual es una justificación después de todo.

El culmen del show era la grabación conjunta de ‘Love Shine a Light’, el tema con que ganó Katrina and the Waves para Reino Unido en 1997, en la que Bélgica, que no gana Eurovisión desde 1986 y este año competía con la balada de Hooverphonic, fue el único país que no quiso participar. Nadie los echó de menos, principalmente porque fue duro aguardar a que llegara tal momento, a sabiendas de que no iba a haber votaciones. El festival parecía condenado desde que Madonna llenara el año pasado su escenario de bailarines muertos con máscaras en lo que ahora mismo parece una puesta en escena de la covid-19

, y lo único interesante entre tanto saludo y lugares comunes fueron una serie de actuaciones pregrabadas: ‘Heroes’ con Måns Zelmerlöw dedicada a los sanitarios, la ganadora reciente por parte de Israel Netta jugando al «bedroom pop» con una caja de música entre las piernas, un número de la ganadora serbia de 2007 en el que la gente se quitaba las mascarillas simbolizando la lucha o el fin de la pandemia…

La sensación que dejaban dichas grabaciones es que se había perdido la oportunidad de hacer un festival alternativo con cada país enviando una sencilla grabación similar con su canción de 2020. El festival no quería organizar una competición, entre otras cosas, porque no podía garantizar la igualdad de condiciones en este tipo de grabaciones, pero igual el público, que ya ha lidiado en el pasado con la compra de televoto por parte de Azerbaiyán, hubiera preferido soportar las malas artes puntuales de algún país que el show visto anoche, bastante triste. Se supone que Eurovisión es una celebración de la música y la vida, que ha de evadirte de los males en el mundo, y reconciliarte con este mismo, y anoche no se cumplió este objetivo.

Nos quedamos, pues, sin saber si Islandia podía ganar y en qué puesto habría quedado la canción de Lituania. Hasta un mes después de que se celebrara One World Together at Home, un concierto online con decenas de artistas de primera fila interpretando sus temas como buenamente podían, la imaginación de los creativos de la UER quedaba en evidencia. En nuestro foro de Eurovisión marcecar10 sugería que cada país enviara un vídeo como el impresionante rodado por Italia con Diodato solo frente a un gigantesco anfiteatro de Verona vacío. ¿Era tan complicado montar algo así? En este piso de estudiantes merecen más ciertos sueldos…



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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: eurovisión