En la semana dedicada a ‘Corazón roto y brillante‘, el notable nuevo disco de Chucho, publicamos la segunda parte de la entrevista que mantuvimos días atrás con Fernando Alfaro, alma mater del proyecto. Tras una primera parte de la charla en la que hablábamos sobre el relato ‘Pere y María’, surgido a partir de la misma idea –una ruptura sentimental traumática–, y su relación con las canciones de este disco, en este último fragmento hablamos un poco más sobre música, sobre el periplo de cinco meses encerrado completamente solo (en parte voluntariamente, en parte no) en una enorme casa campestre «llena de fantasmas» y sobre otras novedades recientes, como aquel maxi por el 20º aniversario de ‘Magic’ en el que Manolo Martínez, la voz de Astrud, cantaba una nueva versión de su hit. Y nos enteramos de que hubo un proyecto musical en ciernes que al final no fue.
Antes hablábamos de referencias propias, pero también las hay ajenas. Explícitamente se cita en una letra a Bill Fay y Johnny Cash, pero también hay guiños sonoros a otros estilos y artistas. Como ampliando el tapiz.
Sí. Cuando compones canciones, como decía, lo haces por impulsos. Y cuando tocamos con el grupo, hay un plan, pero no una hoja de ruta precisa. Sí tenía muy claro para este disco la idea de aire limpio, de liberación. Queríamos que fuera lo que en el grupo llamamos «B.P.M.»: brillante, presente y moderno. (Ríe) Era el lema de partida, porque muchas veces uno funciona por oposición, y como el disco anterior (‘Los años luz‘) había sido una especie de nebulosa, de garaje cósmico superextraño, para este queríamos algo mucho más brillante y más presente. Pero ya entonces estaba decidido el aspecto temático del disco y las canciones. Se cruzaron esos dos cables: el impulso creativo del grupo, las ventanas que queríamos abrir, y el impulso interno de las canciones.
En cuanto a las referencias… Nosotros tenemos una compenetración muy grande, porque llevamos tocando juntos mogollón de tiempo. Y enseguida empiezas a decir «¿por qué no metemos aquí un arreglo a lo Eddy & The Hotrods?» o «este teclado Devo», que suena en ‘Corazón roto y brillante’. También hay guitarras Devo en ‘Yoga Love’, cosas de Elvis Costello, Blondie, Talking Heads… Tiramos mucho de referencias de los últimos 70 y primeros 80, porque nos parecía que el zeitgeist musical de lo que se hacía entonces tenía ese pulso fuerte pero brillante a la vez que buscábamos. Aparte que, aunque nosotros entonces éramos chavalillos, era lo que mamábamos. Fue un trabajo que hicimos de pre-producción, que fue además bastante intensivo: lo grabamos a lo largo de todo 2019, básicamente porque solo nos podíamos juntar cada cierto tiempo, al vivir cada uno de nosotros en una punta. Javi vivía en Guadalajara –la española, no la mexicana–, Juan Carlos en Leeds, y yo en Barcelona, que fue al final nuestra base de operaciones. A mí lo del trabajo a distancia no me funciona, necesito la cercanía. Así que imagínate la situación actual, me está jodiendo la vida. (Risas) Entonces nos juntábamos en el local cuando podíamos y nos metíamos unas diez o doce horas diarias durante dos días y al tercero íbamos al estudio con Sergio Pérez. Te cuento todo este rollo porque… (Ríe) Todo ese proceso sí que es más racional, hablas de arreglos concretos por cuestiones de comunicación, para entenderte. Y pasó mucho con Sergio. Si bien con Paco Loco también funcionó así, porque es de nuestra generación, con Sergio también. Hubo una especie de entendimiento, de coincidencia de gustos y background compartido que ayudó mucho.
«Quería que el disco fuera un coche brillante en la carretera, no un tío ahí encerrado en una habitación lamentándose»
¿Pero en qué momento decides que fuera un disco de Chucho? Porque al tener connotaciones tan personales, ¿no sería más lógico que hubiera sido un disco firmado por Fernando Alfaro?
Sí, me lo llegué a plantear. Pero quería que fuera justo lo contrario: un coche brillante en la carretera, no un tío ahí encerrado en una habitación lamentándose. Quería algo brillante y poderoso. (Ríe) Aparte, me apetecía mucho tocar y grabar un disco con ellos, me cuadraba mucho.
Hay varias canciones que comienzan siendo una cosa y terminan siendo otra. Por ejemplo ‘Sombra lunar’, que tiene ese aire de banda sonora de Morricone, o ‘La ambulancia y el dolor’, que arranca con un punto de soul setentero a lo Marvin Gaye, pero terminan siendo una canción típicamente Chucho. ¿Qué es primero: el fondo de Chucho o ese arreglo?
Hay un poco de todo en esto. Primero, uno no puede evitar ser un Chucho, como en la fábula de la rana y el escorpión. Uno no puede evitar ser lo que es, entonces las canciones tienen esa forma, que es la mía de escribirlas y aún más la del grupo. Es una especie de multiplicación geométrica. Pero sí que hay ese tipo de decisiones cuando tiene un hálito a lo Al Green, yendo a uno de los ejemplos que ponías, pues lo que hacemos es subrayarlo, lo llevamos un poco al extremo. Para eso Juan Carlos y Javi son la leche, es un puto lujo. Cuando te hablaba de tener un coche, es que encima es un puto Bentley. (Risas) Lo de ‘Sombra lunar’ era buscar un rollo surf, pero dándole una vuelta de tuerca más y mezclarlo con el ‘Telstar’ de Joe Meek. Ese es el diálogo nuestro, ir a los extremos, siempre es más divertido.
Quizá la canción más autobiográfica sea la final, ‘Otra ciudad’, que puede leerse como tu periplo de ciudad en ciudad, tanto viviendo como actuando…
Y tengo dos hijas, a las que llevaba al colegio… En realidad era al conservatorio, pero me cuadraba mejor el colegio, por la métrica. (Ríe) Sí, es todo real, al margen de toda la parte inicial que es más poética, con los fantasmas y demás… Que me dio pie a tirar del hilo hasta el final, que no voy a destripar. Pero sí, es la más verídica, no hay personajes interpuestos, hablo de mis hijas en concreto y una sensación que se daba… Eso de que la mayor no dejaba hablar a la pequeña y esta, cuando iba sola, se convertía en un torbellino. ¡Sigue siendo igual ahora, con 20 años! Es el capítulo más pegado a mi vida, pero de repente también el más fantasmagórico de todos, y el que dota de sentido a todo. No digo más. (Ríe)
Igual está feo preguntar esto, pero ¿tienes una canción favorita del disco, una que te dé más pellizco?
Todas tienen sus cosas, tienen sus momentos… Peeero no me voy a escaquear, te voy a responder. (Risas) Probablemente ‘La ambulancia y el dolor’, es de las que más… «Pellizco» me parece una buena palabra. Y no sólo me pasa a mí, también a Juan Carlos y a Javi. De hecho, mi intención es que podamos sacarla como single, en el sentido antiguo de la palabra, a posteriori del álbum. Y hacer un videoclip sobre el que ya tenemos una idea muy precisa y que ojalá que podamos hacer, porque la situación actual se está traduciendo en bastante miseria por doquier. Si lo podemos hacer, va a quedar muy guay.
«Me gusta que me compares con Woody Guthrie, (…) creo tiene sentido porque él también era muy libertario»
Me han llamado la atención unos versos de ‘Espalda brillante’: «Si, ya sin fe en el hombre, eres un solitario, estaré contigo / Pero si buscas poder, entonces eres mi enemigo». No sé por qué me han hecho pensar en Woody Guthrie, porque tiene una connotación política y a la vez muy humana. Normalmente nunca te has significado mucho políticamente en las canciones, no sé si eso está cambiando un poco.
Me gusta que me compares con Woody Guthrie. Yo nunca lo había pensado, pero creo tiene sentido porque él también era muy libertario. Y esos versos son muy libertarios. Hay algún otro comentario, en ‘La feria animal’: «la corrección política también es susceptible de ser pervertida», por el humano, por el depredador…
Y lo está siendo, de hecho.
Sí. Pero es susceptible de serlo, no es que sea perversa en sí misma. Me interesaba (añadir ese punto político) por el personaje, Pere en este caso, con el que me identifico en muchas cosas. Es un trasunto mío. Que él, siendo una persona muy perdida en casi todo, tenía flashes de lucidez. Me interesaba reflejarlo así. En el relato está más explicado esto, porque es narrativo de principio a fin. En todo caso… Yo siempre he sido alérgico a ser muy explícito con mi postura política en mis canciones, por varias razones. Una de ellas es que yo tengo pocas certezas. Las certezas las puedo ir teniendo por el camino y están sujetas a revisión y puedo cambiar de opinión.
Dicho esto, no me veo en posición de decir a nadie lo que tiene que hacer o pensar, puedo hablar por mí mismo, nada más. Por eso, aunque siempre ha aparecido esta conexión con la realidad en mis canciones, con ventanas a lo sociopolítico, siempre han estado muy relacionado con lo personal. Porque es como vivo la política. Además, soy de la opinión de que una canción que solamente hable del amor de una pareja puede ser política. Porque hacer que la gente sienta, es la vía para que la gente sienta políticamente también. Lo pienso así. Y hablo de hacer sentir, no de educar. Pienso que un músico, por el mero hecho de serlo, no está en posición de aleccionar a nadie. Otra cosa es que un músico tenga una vertiente más activista. Me parece perfecto, pero no está relacionado, es por una cuestión personal, no por ser músico.
«Siempre he sido alérgico a ser muy explícito con mi postura política en mis canciones»
Quizá lo facilita el tener como parapeto a Pere, un personaje.
Sí, pero al final el que lo estoy cantando soy yo. Y esas frases en concreto, las suscribo. Aparte, están en canciones que pueden ser escuchadas por separado del disco, por ejemplo en una playlist vuestra, y ahí no hay excusas: soy yo cantando eso. Si lo hago, es porque lo pienso en realidad. Y sigo pensando lo que dice antes: «es que el hacerse mayor es bordear en la lejanía, con un corazón puro, un precipicio de misantropía». Y eso es una postura muy política también, y da lugar a la siguiente. Si al final te has convertido en un misántropo, y te has convertido en un anacoreta, como es mi caso, que llevo cinco meses aquí solo en esta casa… (Risas) Si eres así de espíritu, estaré contigo. Si no, si buscas poder político, económico, el que sea, aquí tienes un enemigo.
Y bueno, ¿cómo has vivido estos cinco meses de soledad? La verdad es que te hacía en Madrid.
Era mi primera intención. Pensaba estar aquí un mes escribiendo y luego ir a Madrid, pero obviamente no fue así, me pilló la pandemia aquí y me quedé confinado. Por un lado al relato de ‘Pere y María’ le vino bien, porque su tono fantasmagórico se vio amplificado por la soledad. Esta es una casa enorme, para mucha gente, pero he estado absolutamente solo. Con los fantasmas, que los hay, porque es una casa muy antigua, pero personas no. (Risas) Y he seguido haciendo canciones, que no puedo evitarlo. Hay días que no toco la guitarra, y otros que me tiro cuatro días seguidos. También he podido leer un poco, aunque no tanto como me gustaría, porque no podía concentrarme. Y… Bueno, al principio no veía muchas series, leía, pero cuando la cosa se alargaba y se alargaba… ¡He visto mogollón!
«Me gusta el rollo acústico porque tiene algo de primitivo. Si este cataclismo empeora y no hay electricidad, podré seguir tocando»
Te han flaqueado las fuerzas.
«Cuando te follen las fuerzas», como dicen Triángulo de Amor Bizarro… (Risas)
Y ahora, ¿cómo vislumbras el futuro de la música, la cultura, el arte… a medio plazo?
Obviamente, el asunto más preocupante es la viabilidad económica que pueda tener hacer música, directamente. Porque, como todos sabemos, la fuente de ingresos, lo que te permite pagar el alquiler, ir al supermercado… para hacer música, incluso para pagar los discos que haces, son los conciertos. Tanto a nosotros, como las promotoras, oficinas de booking, sellos… Tal y como está la cosa, peligra la propia posibilidad de hacer música. No de hacer música, porque eso es algo inherente, antropológico. De hecho, a mí precisamente me gusta el rollo acústico solamente por el armazón, porque tiene algo de primitivo. Si este cataclismo empeora y no hay electricidad, podré seguir tocando. (Ríe)
Decía, no de hacer música, pero sí en las condiciones que tenemos y nos hemos querido dar. Todo esto se sujetaba desde hace tiempo, por las razones que conocemos, en los conciertos y ahora… Si ya había un equilibrio precario, ahora ese equilibrio se ha roto directamente. Y hay conciertos que se podrían hacer, no son viables. Como pasa en otros sectores: tal restaurante podría abrir, pero no es rentable. Pues esto es lo mismo. Todos los conciertos que teníamos nosotros, tanto anunciados como en negociación, se han caído y estamos valorando nuevas iniciativas, como las que están haciendo Primavera Sound, Cruïlla o Curtcircuit en Barcelona. Creo que estaremos en septiembre en algo parecido que está preparando Tomavistas… Todo, claro, en unas condiciones de seguridad muy particulares y con un equilibrio presupuestario para todo el mundo todavía más difícil. Pero, como te decía antes, hay que ser optimista antropológico. No hay otra salida que la luz.
Revisando viejas entrevistas tuyas en la web, me ha llamado la atención un titular que decía hace cuatro años: «La legislación actual es nefasta para la música».
Exacto, es lo que decía, aunque en ese caso creo que me refería a legislación europea y su traslación al estado, básicamente. Sigo pensando igual, y se ha demostrado mucho esto. Se demostró muy obviamente cuando se destapó que la mayoría de personas que trabajan en el sector son o precarios, o con contratos muy intermitentes y poco protegidos. El mundo de la música en general no es que esté infralegislado sino infraprotegido. Sigo pensando igual e incluso ahora es más grave.
(Sobre Manolo Martínez cantando ‘Magic’) «La idea era unirnos bajo el nombre de Chucho & Manolo, como si fuésemos un dúo de los años 70»
El año pasado celebrasteis el 20º aniversario de ‘Magic‘ con un maxi. Y sobre todo me apetece saber cómo se gestó la colaboración con Manolo Martínez, de Astrud.
(Suspira) Vamos a ver… (Ríe) Te voy a ser sincero, y no creo que traicione su confianza por contarte esto: Manolo volvió a Barcelona después de vivir unos años en Nueva York. Y a partir de ahí empezamos a vernos en sitios, como el Hi Jauh USB. Ahí, en un concierto, nos encontramos y estuvimos charlando un rato. Me dijo que tenía ganas de volver a hacer canciones, a tocar… y que si lo hacía con alguien, le apetecería que fuera conmigo. Me pareció muy guay, claro. Yo ya tenía mis planes respecto al disco de Chucho, pero los habría variado si hubiera salido esta historia. Obviamente no podía ser el mismo disco, siendo este tan personal, y ese proyecto habría sido compartido. Llegamos a quedar varias veces, pero al final siempre, por hache o por be, me daba largas. Y al final yo creo que no quiso. Quería, pero no… No sé, no fue un impulso los bastante fuerte para superar esa elipsis que ha tenido con la música.
La idea era unirnos bajo el nombre de Chucho & Manolo, como si fuésemos un dúo de los años 70, no sé si musical o cómico. (Risas) Y es justo el nombre que aparece en la portada del maxi. Todo esto coincidió además con el 20 aniversario de ‘Tejido de felicidad’, y la intención era reeditarlo en vinilo con Intromúsica, pero no pudo ser, nos metimos en una especie de proceso kafkiano. Fue Ernesto, además, el que estuvo trabajando muchísimo en ello, y llegamos a adaptar la portada al formato, a planificar el vinilo… Hubiera quedado muy guay, peeero no se pudo hacer. Así es el negocio de la música. Y, sobre todo, así eran los contratos en los tiempos en los que yo empecé, que eran mucho más jodidos que estos todavía, que ya es decir. (Ríe)
Total, que como no cuajó le pedí a Manolo como favor de amigo que viniera y cantara la nueva versión de ‘Magic’. Que, en realidad, rescataba la versión primitiva que había tenido la canción: se la pasé a Javi grabada en cassette, con la guitarra acústica y la voz, y él hizo todo lo demás con un secuenciador. De hecho, intenté incluir esa versión demo en el maxi, que estaba incluida en un CD de la revista ‘Zona de Obras’, pero no la encontré entre mis cosas. Y cuando rompí con mi pareja y me tuve que ir de la que fue mi casa, ha aparecido con la mudanza. (Ríe) En la versión que llegó al disco, lo que hacíamos básicamente era clonar lo que salía del secuenciador con instrumentos reales, recuerdo que con CHIC como guía para darle ese toque disco. Y la versión que canta Manolo, que accedió encantado, es, en realidad, una recreación de aquella demo.