Es innegable que en ello tiene un papel crucial el hecho de que un alto porcentaje de sus temas tengan como mínimo un gancho vocal, cuando no una estructura de canción al uso. Es el caso de singles tan fantásticos como la proto-disco ‘Time (You And I)’, el funk ribeteado con preciosísimos pespuntes de guitarra en ‘So We Won’t Forget‘ o la arrebatadora rumba ‘Pelota‘, con evidente ascendencia española… aunque parezca verbalizar (al menos en parte) el argumento de ‘Mi amigo Totoro’. Pero lo cierto es que, aunque esas melodías cantables sean una suerte de llave con la que acceder a su jardín de las delicias, el tuétano de la música de Khruangbin se mantiene incólume con respecto a sus primeros trabajos: su expresividad –y eso incluye las tres canciones antes mentadas– está en su toque, sus arreglos, sus giros. Su música habla y emociona tanto o más que sus voces.
Hay numerosos ejemplos de ello. El mejor, quizá, es ‘Father Bird, Mother Bird’, en la que Speer se marca una conmovedora interpretación a la guitarra, rivalizando en belleza con ‘Shida’, el instrumental final, en el que podemos advertir ecos arábigos e incluso andaluces (¿no parece por momentos un tema de Triana o Gualberto?). Pero lo mejor de ‘Mordechai’ es la fluidez con la que se intercalan unos momentos y otros, convirtiéndolo en un viaje anímico y mental sin movernos del sitio. Por ejemplo, Laura y Mark se marcan un cómico spoken-word a dúo –al más puro estilo Nancy & Lee o Jane & Serge– sobre el colchón de exquisito jazz norteafricano de ‘Conaissais de face’, con el que homenajean
a su camarera favorita aunque anónima (fallecida un par de años atrás) del bar favorito de su ciudad. Mientras que la melancólica y dulce ‘Dearest Alfred’ se compone con fragmentos de viejas cartas del abuelo de Laura al hermano gemelo de aquel, y que le sirven para reivindicar las epístolas en sí mismas como joyas de expresión emocional humana («your letter is the best gift», canta). También nos dan un relajante baño de dub, una de sus pasiones –su tercer disco ‘Hasta el cielo’ no era sino una revisión con el filtro jamaicano del segundo, ‘Con todo el mundo’– en ‘One to Remember’, que no es otra cosa que un reprise del single ‘So We Won’t Forget’.A menudo, en cortes como ‘First Time’ o ‘If There Is No Question’, la música de Khruangbin conecta con la simplificación (no como algo peyorativo, entiéndase) del universo Tortoise que ha llevado a cabo uno de sus miembros, Jeff Parker, en el reciente ‘Suite for Max Brown’. Pero si por algo destaca ‘Mordechai’ es precisamente por acertar a distinguirse de todo y, a la vez, poner unas pizcas, muy medidas, del aderezo que es capaz de engatusar a una cantidad de público mayor del que nunca hayan tenido. Sin traicionar su esencia, permaneciendo perfectamente reconocibles (o incluso más, gracias a sus distintivas voces), pero sonando renovados y deslumbrantes. Y además, no podía llegar en mejor época que en verano, época perfecta para disfrutar de un disco así prácticamente en cualquier circunstancia.
Calificación: 8,3/10
Lo mejor: ‘Pelota’, ‘Time (You And I)’, ‘So We Won’t Forget’, ‘Father Bird, Mother Bird’, ‘Shida’
Te gustará si te gusta: Jeff Parker de Tortoise, Tame Impala, Jacco Gardner, Mulatu Astatke.
Youtube: vídeo de ‘Time (You And I)’