Me ha llamado la atención el uso que estás haciendo de la palabra ‘Bruja’ durante la promoción de este disco. Nunca se dice «es un brujo» de un chico, es una palabra despreciativa hacia las mujeres e interpreto que le has dado una vuelta.
Se ha utilizado la palabra «bruja» para estigmatizar a la mujer: a mujeres sanadoras, sabias, astrónomas… Mujeres distintas. La idea es recuperar esa palabra y dar el sentido positivo que en realidad tiene. El proyecto va de reivindicar la figura de la bruja como mujer libre, mujer creativa, mujer inspirada. Que no es algo malo sino todo lo contrario.
¿Hay una labor de documentación en este disco?
Hay mucha historia escrita sobre la Inquisición. A lo largo de la historia, a las mujeres que podían predecir eclipses se las tachaba de brujas, cuando lo que hacían era realizar estudios por su cuenta. Como los demás no lo entendían, las señalaban de brujas. También a curanderas…
Taylor Swift tiene ese estigma de mala, manipuladora, calculadora… y ha jugado con la imagen de la «serpiente». No sé si en un entorno underground, folk, cantautor, artesanal… como el tuyo, sufres un estigma parecido.
No conozco el caso de Taylor Swift, no sé por qué la llaman bruja… Cuando decidí hacer este disco, tenía 33 años, no tenía una casa fija, no tenía pareja, no tenía hijos, tenía una vida errante. Me preguntaba cómo habría sido vista en el siglo XV, añadiendo fantasía, evidentemente. Quería hacer como una exploración de mis antepasadas, entre comillas.
En el plano musical, ¿cómo has querido retratar esta temática?. Hay bastante folclore, ¿cómo has hecho la producción?
En la Península Ibérica hay mucha leyenda sobre aquelarres, y me intenté imaginar cómo sonarían esas fiestas paganas donde se hacía música, y se decía que las mujeres se liaban con los diablos. Me imaginaba un sonido muy folclórico y, dependiendo del lugar, los aquelarres de Aragón sonarían a jotas, los de Galicia a música gallega…. Quería que el disco tuviera ese espíritu folclórico, que es lo que me viene a la mente con ese imaginario.
‘Seguramente fui yo’ es una jota, ¿verdad? También sale la palabra «seguidilla»…
Mi intención es que fuera una jota, pero tampoco soy una entendida. Los géneros los hago como me da la gana (risas) Seguro que no es una jota estrictamente, pero por ahí va la cosa.
¿Y la parte del folclore latinoamericano?
Tiene mucho que ver con haber estado en México un par de veces. Es un país muy mágico, incluso a nivel artístico. El mundo de las brujas me lleva a esas tierras, también a la música andina. Descubrí una curandera en internet, María Sabina, a la que acudieron los Beatles, Jodorowsky… y ella hacía viajes alucinógenos con ritmos chamánicos. ‘La extraña’ coge esos ritos y la idea es que tuviera ese tinte latinoamericano, aunque en este caso es una cumbia colombiana. Otro tema, ‘Con los pies desnudos’, se inspira en ‘Risas’ de Alfonsina Storni porque es una de mis poetas favoritas, de mis brujas favoritas, como yo digo. Tiene un ritmo de chacarera porque ella era argentina.
No sé si he entendido muy bien el juego de la «triple Diosa» de ‘La extraña’: la anciana, la hija y demás, ¿qué me puedes contar?
Se dice que en los rituales de brujas hay un ritual llamado «Bajando la luna», se invoca a la Luna y hablan a través de ella. Se la invoca como «triple Diosa» porque sus diversas caras -creciente, nueva…-, representan una faceta de la mujer. Son los tres momentos vitales: anciana, mujer adulta y la niña. Es recurrente en la imaginería de brujas. En el disco hablo de leyendas, pero estos rituales todavía sobreviven, por ejemplo las «wicca» hacen rituales de este tipo.
Entiendo que la lucha del disco es que «bruja» y «aquelarre» dejen de tener una connotación negativa…
Para mí no tienen connotación negativa, es fruto de una cultura machista. Se asocia «bruja» a mujer vieja, fea, solitaria… es una visión machista de la mujeres por ser solteras o por generar tentaciones en hombres casados. La idea del disco es desestigmatizar la palabra y darle un lado luminoso.
¿Y «aquelarre»?
Para mí es una fiesta donde estas mujeres se reúnen. La gente decía que tenían relaciones con el diablo, pero yo me imagino a mujeres reunidas celebrando, divirtiéndose, no haciendo pactos con el diablo (risas).
El diablo tiene una función particular en el disco. Hay un montón de detalles, como «pelo rojo» cuando se asociaba a los pelirrojos y las pelirrojas a algo malísimo… Pero esta canción dice: «hay que ser muy tonta para creer que el diablo te amará». Hay un poso de desamor, decepción, mentira… hay una segunda lectura por ahí, ¿o se me ha ido la olla?
No, no, muy bien visto (risas). Hay mucho de desamor y un poco de venganza. «Venganza» no, no me gusta la palabra. Pero sí de sensación de estafa a nivel emocional con una serie de individuos. Es una exageración llamarlos «diablos» pero es una referencia a un tipo de personalidades narcisistas: las que te encandilan y cuando te conquistan, pierdes el valor. Es una estafa porque es una seducción que tiene más que ver con ellos mismos. O con ellas, que también pueden ser mujeres. Es sobre ese perfil. Y también es sobre nuestra relación con el lado más oscuro de nosotros mismos, con nuestro diablo interno. Todos somos buenos y malos.
¿De ahí la frase «ahora soy yo la que conspira»? No sé si es que te transformas en el mal…
Bueno, no sé… A través de una relación de este tipo te encuentras con tus propias oscuridades.
«Por mucho que se acalle a las brujas, todavía estamos aquí»
¿Hay un desenlace en esta historia?
No. A nivel musical hay apertura y cierre, del ritual iniciático «ahora entramos allí» al final, que es del mismo tinte a nivel sonoro, acabando con «Las brujas vuelven», que es una referencia a un libro del siglo XV de Jaume Roig. Se llama ‘Espill’ o ‘Llibre de les dones’, es un libro muy conocido, misógino, y la parte que yo uso es un texto en el que él describe cómo las brujas se reunían en la Cueva de Biterna, donde pactaban con el diablo. Juego con esa parte de texto en catalán antiguo pero lo manipulo bastante. Lo que quiero decir es que por mucho que se acalle a las brujas, todavía estamos aquí. Entendiendo «bruja» por mujer liberada que se atreve a ser ella misma, mujer independiente…
‘Oscuro canto’, la penúltima canción del disco, no sé si habla de lo mismo que el resto del disco. No sé si es una metáfora sobre que no se escucha lo suficiente tu voz, cuando dices lo de «se pierde mi voz… desangelada». Estás cantando sobre mujeres fuertes, pero no sé si te estás quejando de tu lugar en la industria musical.
Conscientemente no. Es más un sentimiento de ese momento, de cuando la compuse. No pensaba en eso.
«Recuerdo que en 2014 lo que hacía era una marcianada. A mí me parecía muy interesante reivindicar el folclore de aquí porque todo el mundo miraba Estados Unidos. Había mucho prejuicio hacia el folclore propio»
Te lo pregunto porque C Tangana es número 1 en Spotify con una canción que bebe del folclore, y no sé si te sientes una pionera en ese sentido, porque antes quien retomaba el folclore era un friqui.
No sé si soy pionera o no, pero recuerdo que en 2014 lo que hacía era una marcianada. A mí me parecía muy interesante reivindicar el folclore de aquí porque todo el mundo miraba a Estados Unidos. Había mucho prejuicio hacia el folclore propio. Nació de ahí, no sé si ahora nace del mismo punto, y no sé si soy la persona para denominarme pionera, no sé qué había antes. Quizá había gente menos conocida haciéndolo. Quizá era una tendencia que tenía que pasar y ya está.
Hay partes de tu disco que me recuerdan al dream pop, a la banda sonora en la canción final… pero te veo tan a tu rollo que me pregunto qué escuchas realmente en tu casa y qué opinas de la evolución de la música española en los últimos años.
Cada vez me interesa más la música sin producir. Cuanto más virgen sea, más me atrae. Por eso el folclore me atrae tanto, esa ausencia de producción lo hace más puro, más vivo. Al final solo acabo escuchando producciones e ideas de estudio. Y personalmente me atrae más lo otro. No soy una fanática del trap, no te voy a engañar (risas) Tampoco hago un gran esfuerzo para que me guste. Está bien, hay cosas que me gustan, pero no es lo mío.
Dime una cosa que te haya gustado en los últimos años.
(piensa) Me gusta mucho Sílvia Pérez-Cruz, por una cuestión muy emocional. Cuando canta me agarra, tiene mucho duende, me emociona mucho su manera de cantar. Por decirte alguien.
Pero tu disco sí está producido, están los coros doblados de ‘La extraña’, el efecto fantasmagórico… que viene muy bien en un disco que habla de cosas místicas.
Si yo no digo que no haga producción (risas) Decía lo que me gusta escuchar. Últimamente me atrae más la ausencia de producción, pero yo hago mucha producción. En casa del herrero, cuchillo de palo.
Menos ‘Recuerdos de Ypacaraí’ que casi sí que no tiene producción.
Esta canción la grabé en casa, es la única. Se la pasé a Joel (Condal), el productor, que la hizo sonar «grande», como él dice, aunque es una guitarra y dos voces. La canción me gusta mucho, habla de la música como embrujo, de una historia de amor: «el embrujo de tus canciones me enamoró». Es la capacidad de embrujar de la propia música. Cuando voy a conciertos o escucho a alguien cantar, hay algo de hechizo cuando algo te conecta realmente.
¿La conociste en voz de Julio Iglesias?
De Caetano, hace mucho tiempo.
«Agobia un poco no saber a qué te vas a dedicar los próximos meses»
Finalmente, aunque sea tópico, estoy preguntando a los músicos cómo están: estás sacando un disco importante, muy chulo y pensado, y estamos en mitad de una pandemia…
Justamente, como es un disco que antes de ser disco era un proyecto en directo, se estrenó en marzo de 2019. Hicimos bastantes conciertos y por eso me he atrevido a sacarlo. Si no nos dejan tocar, tendré un recorrido hecho en directo con estas canciones. Sacar un disco nuevo sin un recorrido en directo sí me daría apuro, por si no se puede tocar. Con este disco tocaremos lo que podamos, y ya hemos hecho un par de conciertos, pero el tener un recorrido previo me deja más tranquila.
Entonces estás bien…
De momento tiro con dinero ahorrado, pero como siga (la pandemia) mucho tiempo, no sé qué vamos a hacer. Agobia un poco no saber a qué te vas a dedicar los próximos meses.
Pero el disco estaba hecho…
Pues… no (Risas)
«Grabar un disco es una gran inversión de energía, tiempo y dinero. Te puede venir mejor o peor y en ese momento no lo tenía planteado»
Pero ‘La extraña’, por ejemplo, salió en febrero, antes del confinamiento…
Primero salió ‘Carta al Diablo’ en 2019. Hicimos un concierto y nos pidieron que grabáramos algo, algún single, no recuerdo muy bien. Yo lo grabé como single. Para ampliar también grabo ‘La extraña’, era un single de 2 canciones. Luego iba a hacer EP, se aplazó todo por el confinamiento, y al final el EP se convirtió en el disco.
¿Entonces para ti es un disco con entidad, o ha salido por accidente?
Es importante, pero al ser concebido para el directo, lo veía así. La gente desde fuera me tuvo que decir «¡graba estas canciones!». En el camino me he animado y ha sido un poco una concepción extraña para momentos extraños.
¿El proyecto siempre se llamó ‘Lilith’?
Sí. El concepto estaba claro desde el principio. Grabar un disco es una gran inversión de energía, tiempo y dinero. Te puede venir mejor o peor y en ese momento no lo tenía planteado. Tiene retintín que un disco de brujas salga en una pandemia porque se decía que las brujas producían pandemias.