La «farsa» de la que nos habla podría ser por tanto una burla de esas «obras dramáticas desarregladas, chabacanas y grotescas» -a la 5ª acepción de la RAE me remito- que inundan hoy las listas de éxitos, pero por mucho que la artista sea muy crítica con dejarse llevar por las tentaciones del dinero, esta es antes una obra multidisciplinar que una burla de otras cosas. En concreto una que surge de los vínculos que Sílvia Pérez Cruz ha establecido durante estos años con el cine, la danza, el teatro y la poesía.
Pero tampoco es un recopilatorio de su trabajo con Benito Zambrano para ‘Intemperie’ (2019), para el espectáculo ‘Grito pelao’ de Rocío Molina (2018), para la película ‘La noche de 12 años de Álvaro Brechner’ (2018), etcétera. La artista ha tenido libertad para replantear las composiciones, volviéndolas a revisitar para retorcerlas después de haberlas grabado en general en directo en el estudio con banda, en busca de un disco que tuviera sentido por su propia cuenta.
La maternidad cobra especial protagonismo si atendemos a los textos. Los dos que reciben los nombres de ‘Todas las madres del mundo’ y ‘Futuras madres del mundo’ proceden del mismo film, ‘Josep’ de Aurel (2020), sobre el pintor y exiliado político Josep Bartolí; y varios temas proceden de la mencionada obra ‘Grito pelao’, que habla sobre el deseo de ser madre soltera de su autora. Entre ellos, encontramos unos espectaculares tangos, ‘Tango de la Vía Láctea’. “Suenan trompas y trompetas de elefantes, de Falopio / camas, sueños y probetas, borracheras, carne y opio” es su estribillo sobre la fertilidad, con una estrofa tan lorquiana como adaptada al siglo XXI como es: “del vientre, del coño / cigüeña impotente / del miedo del trono / soledad doliente”.
Sílvia Pérez Cruz ha grabado este disco cerca de su hija pero está también muy inspirado por su madre, una profesora de Historia del Arte poco ortodoxa, preocupada por que sus alumnos de COU aprendieran a expresar lo que sentían ante una obra de arte, y quien le ha enseñado a interesarse por varias disciplinas a la vez. Algo imprescindible para comprender este álbum, en el que por ejemplo en ‘Fatherless’, una de las canciones más experimentales, se ha conseguido el permiso para adaptar un texto de Sylvia Plath, algo muy poco común.
En ese plano más visceral, ‘Farsa’ es un triunfo, si bien su retrato de las prisas con las que vivimos apenas lo intuimos en el uso que el público está haciendo de este disco en contraposición a otros de la artista. Puede ir por ahí ‘Mañana’, una de las canciones más accesibles, que exclama: “¡Qué falsa invulnerabilidad la felicidad! / ¿Dónde está ahora, dónde estará mañana?”. Pero en general, frente a estas canciones, uno se queda con más ganas de saber qué es una “farsa” para Sílvia Pérez Cruz. El libreto, que incluye las letras en castellano (con traducciones de las que están en inglés y catalán), explica que con «farsa» se referencia a los entreactos jocosos de relleno de las comedias de la corte del Rey Luis XVI, y también a «todos los impostores y mentirosos», pero las letras del disco se quedan algo cortas en ese sentido.
Donde no se queda corto el álbum es a la hora de exhibir el talento musical de Sílvia Pérez Cruz como autora y guitarrista, lo que no significa que «más» sea siempre «más». ‘Intemperie’ y ‘Pena salada’ contienen muy poco más que unas percusiones de Aleix Tobias, mientras el acordeón de Marina Sala y el archilaúd de Javier Mas (el que giró con Leonard Cohen) en ‘Mañana’ y el piano de Lucas Delgado en ‘Estimat’ brillan sólo cuando tienen que aparecer. En estas canciones que pululan por la tradición, el ambient o la banda sonora, es evidente que el trabajo de Pérez Cruz está más cerca de la deriva de los miembros de la Velvet que de las exigencias del mercado.
Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Tango de la Vía Láctea’, ‘Mañana’, ‘Todas las madres del mundo’, ‘Estimat’
Te gustará si te gusta: Lou Reed, John Cale, Enrique Morente, Leonard Cohen
Youtube: vídeo de ‘Fatherless’