Hoy, El Drogas es tendencia en redes por la misma razón que Raphael lo fue hace unos meses: el ex integrante de Barricada ha dado un concierto, en concreto en el Teatro Circo Price de Madrid; en este concierto ha habido personas, y un vídeo del evento colgado en Twitter ha sido suficiente para que se arme la polémica. Se leen en esta red social comentarios tipo «esto de una irresponsabilidad tremenda, y me da igual que El Drogas me encante» o «El Drogas ha perdido muchos puntos» y otros que invocan las cifras diarias de muertos que se dan en España debido a la covid. Se insinúa que los conciertos tienen buena parte de la culpa de estas muertes incluso meses después de los esfuerzos del Gobierno por promover la idea de que la «cultura es segura».
Pocas voces se levantan en redes para defender que este tipo de eventos tengan lugar. Una de ellas ha sido la de la banda Kokoshca, que, en un hilo de Twitter, se ha limitado a recordar unos pocos datos: el concierto de El Drogas es uno de tantos confirmados dentro del ciclo Inverfest, otro festival veterano -va por su séptima edición- que se celebra en Madrid y que está intentando subsistir durante la crisis, como también lo están haciendo Madrid Brillante, ¡BRAVO MADRID! o Centro Centro Acústico. Inverfest comenzó el día 8 de enero y termina el 7 de febrero con un amplio cartel de artistas entre los que se encuentran Xoel López, Lorena Álvarez o Carlos Sadness, y otras tres sedes en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, el Teatro Coliseum de Madrid y el Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas. En breve reseñaremos el concierto de _juno en este mismo ciclo, que se celebró el sábado 23 de enero, un día después que el de El Drogas, sin ninguna incidencia.
El mismo día en que El Drogas actuaba en el Teatro Circo Price, el viernes 22 de enero, la Comunidad de Madrid anunciaba nuevas medidas para contener el virus, de momento sin cerrar espacios de ocio a cal y canto ni muchos menos confinar a toda la población en su domicilio como el pasado mes de marzo. El día siguiente, Rigoberta Bandini ofrecía otro concierto en el Teatro Reina Victoria sin que nadie se haya llevado las manos a la cabeza, quizá porque aún no es tan famosa como El Drogas. Pero el formato de ambos conciertos era exactamente el mismo: la banda tocaba encima del escenario y el público atendía a su actuación sentado y con la mascarilla puesta. Las cifras dicen que es seguro, el gobierno también, pero ni por esas el sector de la música en directo se libra de recibir algún que otro palo.
Del mensaje de Kokoscha cabe quedarse con la siguiente reflexión: «La idea que subyace tras esto es que en parte de la sociedad española persiste esa cosmovisión que comprende la cultura como ocio y por lo tanto se indigna ante un concierto, pero no ante otras actividades». La banda indica que «es lógico pensar que (Inverfest) cumple las medidas de seguridad, al igual que lo hacen cada día empresas, y fábricas, colegios o restaurantes». ¿Por qué no termina de quedar claro entonces que un concierto en estas condiciones, y donde nadie se quita la mascarilla, es un «espacio seguro y ejemplar», como el Gobierno ha declarado, al contrario que los domicilios, donde se reúnen personas sin mascarillas ni distancia social? ¿Por qué las salas de cine siguen ofreciendo su cartelera sin que la gente se indigne, pero cuando un concierto es llevado a cabo con las medidas sanitarias aplicadas a rajatabla, da pie a este tipo de polémicas? ¿Es porque son lugares de diversión, de expresión, de euforia y no tanto de contemplación? ¿La culpa de todo esto es de las redes sociales y de la amplificación que hacen de este tipo de vídeos mal grabados y sacados de contexto?