Con todas estas credenciales, su propuesta parece imbatible. Juventud, look, influencias… Incluso el diseño de sus portadas mola. «Escupitajo y codazos», reza su FB. Pero, dentro de la oreja, la cosa se desinfla un poco. En este debut está todo muy bien puesto: los Anabel Lee son potentes, tocan bien, la voz de Víctor Mejías se sitúa entre la de Diego Ibáñez y Pucho de Vetusta Morla… Pero todo suena demasiado pulcro; las canciones están cortadas con el mismo patrón, el del manual de indie/punk pop, con algo de algo de postpunk de los 80: introducciones potentes, batería contundente, guitarras cabalgantes, estructuras muy clásicas, estribillos más gritados que cantados… Tampoco es algo malo si los temas tienen gancho y rezuman entusiasmo. El problema es que estos son incapaces de emerger, presos de un esquema demasiado milimétrico.
El comienzo del disco es muy prometedor, por eso. El inicio tan Triángulo de Amor Bizarro/Pixies de ‘Deberías estar conmigo’ estimula los sentidos y el estribillo es bastante efectivo, aunque el puente está algo por debajo. También resulta efectivo el «¿Qué quieres de mí?» vociferado de la canción homónima. De hecho, los arranques son lo mejor de las canciones, pero el resto no está a la altura. Aun así, hay buenos momentos, como los «ohhh» de ‘Plaza Mayor’, el surf y los coros de Sandra García de Juniper Moon de ‘Sobran defectos
‘, el toque Kinks de ‘La mejor canción del año’…Pero, a esa altura, el disco ya se hace bola. El piñón está fijo; el ritmo se mantiene invariable. Hay demasiada autoconciencia y poco desparpajo. Las letras tampoco ayudan, encalladas en tierra de nadie. Anabel Lee no se acaban de decidir por la vena gamberra que parecen proclamar; tampoco por el ingenio o por la vena crítica, aunque lo aparenten. Sus dardos realmente no acaban de lanzarse a nadie. Tampoco se podrían calificar de «generacionales», sus momentos supuestamente costumbristas a la sazón resultan vagos.
Anabel Lee mejoran cuando aparcan la fórmula, ya hacia el final. El psychobilly de ‘Terrores Nocturnos’ sí que consigue animar al pogo. O la (ligeramente) más reposada ‘Cuando despiertas’, incluye un homenaje al ‘Allí donde solíamos gritar’ de Love of Lesbian y es un agradable pildorazo de pop. Sin embargo, el buen cierre del disco no elimina la sensación de que le falta garra. Este debut, que debiera ser un dechado de frescura, se antoja excesivamente formulario.
Calificación: 6,3/10
Lo mejor: ‘Deberías estar conmigo’, ‘Qué quieres de mí’, ‘Sobran defectos’, ‘Terrores Nocturnos’
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