Música

Tindersticks / Distractions

Por más que insista Stuart A. Staples, el nuevo álbum de Tindersticks sí parece “un disco de pandemia”. Porque si bien la imposibilidad de realizar una gira el año pasado para presentar el aún reciente y notable ‘No Treasure but Hope’ devino en el tiempo necesario para trabajar en nueva música, este ‘Distractions’ no puede evitar cierto halo de improvisación y de pasatiempo con sustancia.

Es cierto que en él el quinteto británico aprovecha la coyuntura para hacer probaturas y experimentaciones varias que, quizá de haberse madurado más, no hubieran visto la luz de esta manera. Más cercanos al trabajo en solitario del propio Staples, el minimalismo apoyado en cajas de ritmo esqueléticas (algún ritmo, como el de ‘The Bough Bends’, incluso parece partir de un básico beatboxing vocal), guitarras afiladas y cierta gelidez ambiental, casi kraut, gobierna en cortes como ‘Man Alone (Can’t Stop the Fadin’)’ (“Sucumbiendo a la ciudad, sucumbiendo a esta mentira”, canta Stuart en lo que parece un regreso lírico a la gris Inglaterra de 2020 tras su periplo por las islas griegas) y el antes citado corte final. Largos y divagantes, jugando con la intensidad, presentan a unos Tindersticks irreconocibles, alejados de su clásico sonido orquestal y clásico. Si este solía traer a la palestra al Scott Walker de ‘1’ a ‘4’, el nuevo casi está más cerca de ‘Tilt’, por entendernos.

Pero en realidad ‘Distractions’ no supone un viraje tan radical, y Staples, Coulter y compañía vuelven a hacerse del todo reconocibles en cortes nuevos como en la bonita balada a piano y reverb que es ‘Tue-moi’ (en la que solo chirría el algo torpón francés) o el spoken word ambiental de ‘I Imagine You’, donde el trasfondo de un “fantasma esperando a ser liberado” que vive en el salón no parece hablar de otra cosa que de la soledad de alguien confinado. Es en ese aspecto lírico donde podemos encontrar cierta conexión con las versiones de temas ajenos que completan el disco, mucho más que meros rellenos.

Curiosamente, son esas “covers” lo mejor del álbum de largo. Y no solo porque sean canciones soberbias de Neil Young, Dory Previn y Television Personalities, que lo son, sino por la capacidad del grupo británico para hacerlas suyas y coserlas con nuevo significado a estas “distracciones”. Así, ‘A Man Needs a Maid’ se convierte en una letanía con un tamiz que recuerda levemente al Cohen tardío (también por sus estupendos coros soul femeninos) que dota de un nuevo significado al anhelo de compañía en estos tiempos… no sin cierta reminiscencia de la misoginia tradicional del papel de la mujer como “sirvienta del hombre”.

Quizá por eso cobra tanto sentido la elección de ‘The Lady with the Braid’ de la Previn: en ella, la peculiar cantautora norteamericana se ponía en la piel (y aquí lo hace Stuart) de una mujer que engatusa a un compañero porque no quiere dormir sola, coqueteando con unas tendencias suicidas que suaviza como “una broma”. La cadencia country-folk de la original se transmuta aquí con un ritmo asíncopo de sabor casi jamaicano y, sobre todo, una coda final que duplica los tres minutos y pico originales con un apasionante diálogo entre cuerdas y un intrépido bajo. En cuanto a la adaptación del tema de Dan Treacy, el post-punk desaparece del todo para convertirse en una tan vivaz como esquelética muestra de soul-folk. Un himno anti-nuclear cuyos versos ahora cobran aquí sentido como expresión de la fragilidad y desamparo del ciudadano en una crisis.

Por todo lo expuesto, ‘Distractions’ queda en la discografía de Tindersticks como algo más que un disco anecdótico. Cierto es que solo logra emocionar parcialmente –poco bagaje para una banda que lo ha hecho tanto y tan bien–, pero funciona como disco de transición, abriendo nuevas vías que quizá deriven en álbumes con mucha más enjundia, a la altura de un nombre que permanece desde hace décadas entre la aristocracia musical del ámbito independiente. Y con toda justicia.

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Publicado por
Raúl Guillén