Tindersticks / No Treasure But Hope

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Tindersticks / No Treasure But Hope

No es muy normal que en el texto de presentación mundial de un álbum, una banda incluya el siguiente reconocimiento: «nunca volveremos a ser una banda joven o de máxima actualidad». Paradójicamente, tan raros son ese ejercicio de honestidad y autoconciencia, ese reconocimiento del presente y ese desinterés por la fama en los tiempos de Instagram, que la declaración de Stuart A. Staples logra llamar la atención hacia cuál es el estado exacto de su banda en 2019.

Esa banda, Tindersticks, vivió un gran reconocimiento crítico durante los 90 con sus dos primeros álbumes homónimos y el tercero, ‘Curtains’; y después fue bajando poco a poco de perfil pese a lo que merecían la pena discos como ‘Waiting for the Moon’ (2003) o ‘The Something Rain‘ (2012). ‘No Treasure But Hope’ es un hermoso trabajo realizado con la calma de siempre, urgente en la forma por ese acabado casi de directo, pero obviamente relajado a la vez, ajeno a las prisas y a las modas, que se recrea en su búsqueda de «la esencia de la belleza». Algo condicionado por el matrimonio de Staples con una pintora y por su decisión de mudarse parcialmente a la isla de Ítaca en Grecia.

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El líder de Tindersticks bromea con que en este álbum encontremos precisamente la primera canción de amor de la banda sin «peros» y esa no puede ser un primer single llamado ‘The Amputees’ por preciosista que este suene, sino el segundo, ‘Pinky In The Daylight’. Con las cuerdas plácidas y románticas de un Richard Hawley, el tema está abiertamente inspirado en la palestra de su mujer. Ahí es donde Staples ha encontrado «una nueva belleza»: «sigo la forma de tu frente / y hay un nuevo tipo de belleza que no he visto antes / en el parpadeo de una vela / en la pintura de mi pincel / Rosa de día, carmesí por la noche / así es como te quiero».

Esa «belleza» inexplorada no siempre es para recrearse, pues ‘No Treasure But Hope’ llega a abrirse con un tema a piano que podrían haber entonado Jane Birkin o Leonard Cohen y que, pese a llamarse ‘For the Beauty’, tiene un significado mucho más oscuro. La belleza es ahí una forma de llevarnos por el camino del sufrimiento, toda una tortura: «es la belleza lo que me está matando / no puedo confiar en ella / me atrae hacia ella y es entonces cuando me muestra su abuso». En una entrevista con Stuart que publicaremos este domingo, el artista nos habla de cómo la relación entre belleza y dolor ha inspirado el álbum y es en ese primer tema donde más lo notamos. «En este momento hay mucho dolor en el mundo, y personalmente, intentar mantener la esencia de la belleza es un objetivo», indica el artista.

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Esa dicotomía es además una de las cosas que impiden que el disco sea monótono pese a las apariencias. Las dos baladas de cierre de cada cara de la edición vinilo están muy marcadas y son las intimistas ‘Carousel’ y el corte titular; la primera una súplica de que los «momentos que compartimos, significaran algo», y la última un intento de encontrar cierto confort y «esperanza» entre «el miedo de nuestros corazones». Pero los temas son muy variados, incluyendo canciones de ánimo como ‘Take Care In Your Dreams’, alguna sobre el amor familiar y otras que apelan incluso a la crisis migratoria, justo ahora que Stuart A. Staples vive en medio del Mediterráneo.

‘See My Girls’, tremebunda y algo próxima a su admirado Nick Cave, parece componerse de postales de viaje por los diversos lugares citados en la letra, con «las chicas» enviando dichas instantáneas «a la isla más bonita del mundo». Pero el texto se enturbia apelando a los refugiados cuando dice: «tantas lágrimas vertidas en este océano / Tantas almas inocentes perdidas / Tantos llantos de desesperación / lavados en estas costas». Y a continuación ‘The Old Mans Gait’ es un tema intergeneracional, conectado de manera subconsciente con el maravilloso ‘Pale Blue Eyes’ de la Velvet, en el que se incluye un bonito poema dedicado a un hijo que se mueve en el mundo como tú y ve el mundo a través de ti. Hay momentos más amargos, y otros más dulces, pero el verdadero «tesoro» oculto aquí es que ‘No Treasure But Hope’ representa un mundo en el que los pequeños detalles, mimar las cosas, continúa importando. Importa en ese requiebro de la guitarra tan años 50 de ‘The Amputees’, en el sonido de las olas -de nuevo Grecia, el mar- de ‘Old Mans Gait’, o en la celesta que irrumpe en los últimos segundos del álbum con el único objetivo de aportar «esperanza».

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Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Pinky In The Daylight’, ‘The Amputees’, ‘For the Beauty’, ‘The Old Mans Gait’
Te gustará si te gustan: Richard Hawley, el Nick Cave baladista, Leonard Cohen, otros discos de la banda, el pop más jazzy

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