De la misma manera que ciertos discos post-divorcio son celebrados por su honestidad y emoción, hay ciertos artistas a los que el hallazgo de un gran amor parece haberles ablandado, como James Blake o Tame Impala: sus respectivos últimos álbumes cuentan con sus fans, pero no han encandilado al mundo por igual como sus trabajos previos. El cantante y compositor Josiah Wise, más conocido como serpentwithfeet, no teme en absoluto ablandarse o sonar cursi, de hecho lo busca y desde ese lugar busca componer la música más tierna que es capaz de hacer. ‘DEACON’ es el resultado de esa búsqueda, un trabajo de soul, R&B y gospel en el que celebra el amor en todas sus formas, desde la amistad a los grandes amores pasando por ese chico que conoces en una discoteca y que jamás vuelves a ver, pero del que por alguna razón te sigues acordando.
La idea de serpentiwhfeet con ‘DEACON’ ha sido hacer un disco amable, dulce y tierno que sonara «en comunión con la naturaleza». Para este propósito se mudó de Nueva York a Los Ángeles, donde los paseos por el bosque estimularon su creatividad. Así, el álbum deja a un lado el componente terrenal y visceral de ‘soil‘ o el EP ‘blisters’ para apostar por un sonido más suave, delicado y tranquilo. La cumbre emocional de ‘DEACON’, una ‘Heart Storm’ en la que aparece Nao como artista invitada, no busca poner los pelos de punta como lograba ‘bless ur heart’ pese a su título y a que de hecho la canción suena como si navegara en el mar, gracias a una base electrónica que parece replicar el movimiento de las olas: ni su mensaje «el cielo se va a abrir de par en par cuando nos abracemos el uno al otro» consigue arrebatar a la canción su serenidad.
A pesar de su lado celestial, ‘DEACON’ pasa la mayoría de tiempo en la tierra. Buena parte de sus cortes se titulan con el nombre de un chico: Josiah nos canta sobre Amir o Malik pero también sobre la «barba de Derrick», a la que dedica una pequeña oda desde la cama. Todos los nombres son ficticios pero representan una realidad que Josiah ha vivido porque él lo que desea es «cantar sobre las alegrías de compartir espacios románticos con hombres negros». La primera experiencia es su despertar romántico en el edificante corte inicial ‘Hyacinth’, que sorprende por su inicio un tanto 90s (esas guitarras tipo cantautor) pero que se crece en un gospel angular lleno de suculentos autocoros: «no me digas que el universo no ha estado escuchando, me fui solo a la cama y ahora me estoy besando (con alguien)». También desde la cama, la exquisita producción de ‘Wood Boy’ utiliza una base en el estilo de ‘Homogenic‘, pero más leñosa que volcánica, para sumergirse en el placer sexual, sin sutilezas.
Lo que no se ha ablandado aquí es la impronta exagerada, dramática, de serpentwithfeet en las letras de este trabajo que ha titulado «sacerdote» para preguntarse en qué otros lugares solemos ver esta figura: ¿quizá en esos amores a los que expresamos verdadera devoción? Cuando el artista de Baltimore avista a Malik en una discoteca de Atlanta, sufre un enamoramiento repentino tan fuerte que, en ese momento, ya se imagina de comida familiar con él y su suegra: «me planto en el club y veo a mi futuro rey». En la luminosa y sensual ‘Same Size Shoe’, una trivialidad como compartir el mismo número de pie con su chico sirve a Josiah para concluir que están hechos el uno para el otro. Y ya en ‘Hyacinth’ se queda a gusto cuando reflexiona que su chico «nunca ha necesitado vajilla porque yo soy su cucharita y toda la sopa de su boca se la doy yo». Si pensabas que a Josiah se le pegaría un poquito del vacile de Ty Dolla $ign después de colaborar con él -uno de los 800 artistas que lo han hecho- en su último disco, nada más lejos que la realidad: Josiah cuenta que escribir con Tyrone le ha enriquecido como compositor, pero ya: ‘DEACON’ va de amor, amor y amor.
Josiah, que se crió en la iglesia (su padre era dueño de una librería cristiana), y quedó fascinado por el góspel desde pequeño, ofrece en la mencionada ‘Malik’ una chuchería de 1 minuto y medio en este estilo. Más breve aún es ‘Dawn’, su personal interpretación del himno ‘My Lord, What A Morning’: hace gracia leer que es la primera composición que terminó para el disco, allá por 2018: dura apenas 34 segundos. Sin embargo, ‘DEACON’ no deja de poner un pie en sonidos más contemporáneos: el cuestionario amoroso de ‘Amir’ está acompañado por una base musical que recuerda al R&B de los años 2000, ‘Old & Fine’ tiene un toque a la Mariah post-«Emancipation» y ‘Sailor’s Superstition’ es un dancehall misterioso y dramático que no renuncia al toque artesano y cálido de su autor. Las ricas percusiones de ‘Fellowship‘ cierran el álbum quizá para recordarnos que ningún amor es más importante que el de la amistad. Nunca una canción había dado tantas ganas de llegar a los 30. A tenor de este disco, de hecho, deben ser maravillosos.