Una película acompaña el lanzamiento de ‘Green to Gold’, el primer disco de los Antlers en 7 años, que son los que han pasado desde ‘Familiars’. El grupo nos dejó paralizados con un álbum sobre el cáncer y la muerte tan descarnado como fue ‘Hospice’ (después se hicieron diversas lecturas sobre él, como que en realidad hablaba sobre exorcizar los demonios de una relación tóxica), y el caso es que ahora ha decidido volver con un disco sobre la vida tranquila, el paso de las estaciones del año, sentir el césped contra los pies descalzos y cosas así.
En la película de ‘Green to Gold’ vemos cosas como unos girasoles al viento en el tema introductorio, una pareja desayunando en una casa de campo y después bailando al aire libre durante ‘Wheels Roll Home’, en celebración del amor. Una mujer bailando con un bebé en brazos en el tema llamado ‘Solstice’; paisajes, familias grabadas en Súper 8 y así todo el tiempo. Algo que merecían tras pasar por el calvario de ‘Hospice’.
Los Antlers han optado en este disco por un pop clásico, adecuado para canciones que nos hablan del paso del tiempo, de la caída de la hoja, de aquel día que cayó una nevada que nos cubrió los pies. Cuando las pistas son instrumentales (la primera y la última), nos hacen recordar a los R.E.M. que se recreaban en este tipo de canciones en la mitad de la secuencia de un álbum (‘New Orleans Instrumental No. 1’ y la balbuceada ‘Endgame’). Solo que aquí no hay espacio para un single de éxito. Sólo paz.
‘Green to Gold’ es un bonito ejercicio de contemplación. La banda explica, por ejemplo, que ‘Just One Sec’ es una canción sobre la dificultad de huir de tu reputación con alguien que te conoce demasiado bien, escrita a partir de un retiro para la meditación, algo a todas luces fundamental para entender este nuevo destino de Antlers. En él, el mayor exabrupto puede ser un tema que se aproxima al sonido Eels (el mencionado ‘Solstice’), una guitarra a lo Johnny Marr que va emergiendo a lo largo de los 7 minutos de ‘Green to Gold’, los delicados metales de ‘It Is What It Is’ o ese piano en ‘Porchlight’ que no sabes si te sugiere Nina Simone o Vincent Delerm.
Logra ser sensorial la experiencia de escuchar a los Antlers de 2021 a través de un disco otoñal en el que toda la atención la reciben un paseo a primera hora de la mañana o una calle en la que no hay ni coches ni personas. En esta aproximación al recogimiento, al confinamiento gozado, casi recuerdan a esos Low que imaginabas viviendo con su familia en un bosque de Duluth. Ya solo falta que nos entreguen su ‘Double Negative’.