Música

Godspeed You! Black Emperor / God’s Pee AT STATE’S END

Ni en la era de la sobreinformación es posible acceder a un detalle sobre la grabación de un disco de Godspeed You! Black Emperor. Ni Tidal, la plataforma que más se ha preocupado por mimar los créditos de los artistas detallando a veces incluso quién pasó por el estudio para tocar un timbal, da más detalle de este ‘God’s Pee AT STATE’S END’ que «todo hecho por Godspeed You! Black Emperor». En su sello en España dicen no saber nada más, «como siempre». El colectivo canadiense logra mantener el misterio en un tiempo en que todo el mundo sabe todo sobre todo el mundo. Aquí lo único que ha cambiado es lo demás, el mundo que les rodea a ellos. Y la noticia es que 2020 y 2021 se parecen demasiado a lo que imaginabas en el año 2000 cuando escuchabas la música del grupo.

Asomarse a la ventana de ‘F♯ A♯ ∞’ a finales de los 90, de su disco más relevante en el año 2000 ‘Lift Your Skinny Fists Like Antennas to Heaven‘ y también de ‘Yanqui U.X.O.’ en 2002, su último álbum antes de 10 años de parón; era ver el principio del fin del mundo. Desde hace unos meses casi que no hace falta echarle imaginación. Lo dicen ellos mismos en su escueto pero poético texto promocional: «los jinetes del apocalipsis siguen ahí, sólo que gritando «EL FIN DE LOS TIEMPOS ES AHORA» cuando antes decían «llegará pronto»».

Sin resultar oportunistas, pues estas nuevas composiciones Godspeed You! Black Emperor comenzaron a escribirlas durante la gira anterior, la banda de Efrim Menuck hace hincapié en que ha grabado ‘God’s Pee AT STATE’S END’ bajo «máscaras» y con distancia de seguridad. La impotencia, la frustración y la rabia siempre habían estado en su música, ¿pero qué historia sugieren ahora? ¿Hacia dónde nos lleva?

Las radios de onda corta, su recuerdo y recuperación como forma de comunicación en momentos de crisis han inspirado a la banda en esta extraña era. Como siempre, no hay principio ni nudo ni desenlace, pero el espectador solo puede pensarlos cuando se enfrenta a títulos como «Alfabeto militar», en el que se pueden escuchar esas frecuencias de radio; «LLEGÓ EL GOBIERNO», así en mayúsculas en inequívoca señal de advertencia o terror, porque como dicen, «todos los modelos actuales de gobierno han fracasado»; o ‘Nuestro bando ha de ganar’, la canción que ejerce de final. Las canciones de Godspeed siempre han sido políticas, su mensaje claro contra el estado opresor y en este disco su cometido concreto es «vaciar las cárceles», «quitar el poder a la policía y dárselo a los vecinos a los que aterrorizan», «terminar con guerras interminables y demás tipos de imperialismo» y «poner impuestos a los ricos hasta que se empobrezcan».

Generalidades que dejan de serlo de nuevo gracias a unas grabaciones imponentes, en general de nuevo organizadas en forma de «suites», en la versión digital divididas a modo de antecedente o causa/efecto; y en vinilo formando grupo en las respectivas caras. La primera gran baza del disco es ‘Job’s Lament’, introducida por una cosquilleante guitarra que estalla hacia la mitad para terminar de enervarse en el minuto final, justo antes de la rocosa ‘First of the Last Glaciers’, que en cambio cuenta con un desenlace apacible, orquestado, como si contemplar el paisaje descongelado pudiera ser medio hermoso.

‘GOVERNMENT CAME’ es una letanía que aparece tras una canción, ‘Fire at Static Valley’, que contiene sirenas de bomberos. A veces simula arrastrar un paso, o simplemente un lamento de Semana Santa, como homenaje a la extraña fecha de edición del álbum, un Viernes Santo. En los 11 minutos y medio de ‘GOVERNMENT CAME’ vamos pasando de un inicio con más frecuencias a la intromisión de guitarras y cuerdas, como si esa «llegada del gobierno» tuviera el color del agua turbia. En la última parte de la pista, la tensión se va haciendo insoportable hasta encontrarse al borde del precipicio, lo que nos lleva a la siguiente pista, que comienza llamándose precisamente «Mirada al acantilado» y termina llamándose algo tan ambiguo como «Cenizas al mar o más cerca de ti». Muerte o salvación, en otras palabras.

Suenan campanas, dejando al oyente la decisión de si doblan o repican. Es oficial que el disco habla de «todos nosotros esperando el final», pero también en posible contradicción, sobre «nuestra espera por un nuevo comienzo». Aquí ese final es una canción de ambient que casi podría ser una accesible banda sonora, la de una película en la que no se sabe si nuestro bando gana, quizá porque ambos pierden. ¿Cuándo no han sonado las canciones de «Godspeed» como una batalla perdida? ¿Predecible todo a estas alturas? Puede, pero también lo es el ocaso y sigue dando cague todos los días.

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Publicado por
Sebas E. Alonso