‘Putu any‘ fue una de las mejores canciones de 2020. Un himno pandémico, capaz de plasmar en una melodía y un estribillo redondos todo el fastidio y desazón del confinamiento. ‘Putu any’ no forma parte, por eso, de ‘Forats negres’, el primer disco de Aida Giménez Viñas, AKA GUINEU. Y un poco de menos sí que se la echa. Pero es que tras estos «agujeros negros» hay una intención de crear un disco conceptual, y ‘Putu any’ no encajaba.
Aida Giménez explicaba en una entrevista a Enderrock: «Comencé con ‘Entre birres’, que parecía escrita por Paolo Coelho, y creo que yo misma me aburrí de intentar hacer ver que todo está bien y no lo está. No lo está y no pasa nada”. Estas palabras pueden parecer algo derrotistas, pero nada más lejos. Aida ha cambiado ese buenismo por una visión más certera e irónica, pero tierna a la vez, que refleja muy bien ese momento de primera juventud, en que ya no eres una adolescente y comienzan a cernirse, oh, las sombras de la vida adulta.
‘Forats negres’ es un manual de supervivencia construido con un armazón del pop-punk noventero, como bien dijo mi compañero Jordi Bardají: «Un poco Liz Phair, un poco Weezer, pero también apta para seguidores tanto de La La Love You como de Carolina Durante, tanto de Cariño como de Anabel Lee (también de Terrassa)». También hay ecos de otras luminarias noventeras; de Magnapop, Belly, y por supuesto, de No Doubt. No en vano, Gwen Stefani es uno de los mitos confesos de Aida. Incluso su imagen recuerda, en esa foto de portada, chula y desafiante, a la de Liz Phair
o Kathleen Hanna. Y la voz de Aida, aniñada, pero con el punto de seducción y de mala hostia cuando se necesita.Estos son, pues, ocho agujeros negros de los cuales escapar. Situaciones vitales embarazosas, sin drama pero bastante fastidiosas, recogidas con bailoteo y humor. ‘Un record’, en que parece rememorar al padre (o madre) ausente, en forma de recuerdo infantil borroso, es muy representativa del sonido noventas, con ese riff de guitarra bien cañero, pero también con un ligero toque de melancolía. La preciosa melodía de ‘Ja no t’espero’, tiene unos bonitos dejes escapistas y un estribillo que nos empuja hacia arriba. Otro himno guitarrero y dispuesto al pogo es ‘Gira-Sol’. Pero también hay tratados de romanticismo adolescente, como ‘Ciència estranya’, lo más próximo a un tiempo medio en un disco acelerado y arrebatado. ‘No va ser’ es una canción anti-romántica y empoderadora, en que ya no se añora el antiguo amor y en el que Aida se reafirma, orgullosa, en su recuperada libertad: «No va ser especial. No vam viure tantes coses» («No fue especial. No vivimos tantas cosas”). El romanticismo, pero, reaparece, en versión agridulce, en el cierre con ‘La millor part’.
Todo este entramado suena clásico y, a la vez, fresquísimo, ya que GUINEU logra que la suya no parezca música del pasado, sino absolutamente actual. Son temas que podrían haber sonado perfectamente en antros míticos de los 90… pero también en los antros de ahora (¡cuando reabran!). Son ocho canciones sencillas, de apenas tres minutos, pero llenas de empaque. Suenan frescas, pero para nada amateurs. La confección de los temas es efectiva y precisa, en base a guitarras, redobles… Viejos trucos, que en sus manos suenan nuevos. Aparte del inmenso mérito, que pasa desapercibido (señal de su buen hacer), que es lograr llevar a sus modelos norteamericanos con pasmosa facilidad al catalán.