Que no quede ni una crítica de ‘Endless Arcade’ sin mencionar que el cofundador de Teenage Fanclub Gerard Love abandonó el barco en 2018. Es lógicamente el momento de celebrar al autor del mayor éxito de la banda, ‘Sparky’s Dream’ y también algunos de los temas más dignos que recientemente había públicado el grupo escocés, como ‘Thin Air’ o ‘The First Sight’ del anterior álbum ‘Here’. Pero también es el momento de recalcar cómo Norman Blake y Raymond McGinley se las han ingeniado para que no se note, hasta el punto de que es muy cuestionable que un oyente casual del grupo acuse un cambio sustancial en cuanto a estilo musical o incluso a calidad compositiva.
Lo primero era difícil después de tres décadas de carrera: en ‘Endless Arcade’ vuelven a convivir las melodías radiantes del indie pop con alguna entrega ya ocasional a los punteos del indie-rock, como sucede al final de los 7 minutazos de ‘Home’. En cuanto a lo segundo, Norman y Raymond se reparten los créditos exactamente a medias, entregando sus composiciones de manera alterna: salvo una excepción, de Norman Blake son las pistas impares y de Raymond McGinley las pistas pares. En general a Blake le escuchamos en un registro más luminoso, popero y hasta a veces yeyé (‘Warm Embrace’), y a McGinley en un tono más truculento, crudo, y preocupado por el estado del mundo.
De esto último viene el nombre del disco, ‘Endless Arcade’, inspirado en «una ciudad por la que puedes vagar con una sensación de misterio, una ciudad imaginaria que dura para siempre». Algo que les gustó para captar la sensación generalizada del álbum, partiendo de esa pista titular que nos habla de la «huida de los pájaros a la llegada del invierno», de «un bosque en el que enloquecemos» y de la «gente pobre que no puede permitirse una botella de vino», pero que no por ello pierde la esperanza: «no tengas miedo de esta vida», propone su estribillo, una y otra vez.
Los teclados del nuevo miembro de la banda, Euros Childs de Gorky’s Zygotic Mynci, tienen cierto protagonismo en esta composición o en el turbio single ‘Everything Is Falling Apart’, que en verdad es una invitación al carpe diem; mientras la luz penetra abiertamente por las canciones de Norman Blake. A este pertenece una canción de amor tan redonda y pop como ‘I’m More Inclined’ («nunca me encontré con la religión, nunca lo necesité, me inclino más a basar mi fe en ti»), o en ‘The Sun Won’t Shine on Me’, que combate su título más pesimista con una melodía preciosa que sí resplandece.
Las canciones de ‘Endless Arcade’ deambulan por tanto entre la sombra y la luz, la esperanza y la desesperanza, la nostalgia y el presente, como atestiguan los textos de ‘Back in the Day’ y ‘The Future’, ya desde sus mismos títulos. La primera contempla el mundo literalmente «desmoronarse» («la luz se ha ido y no veo que pueda volver mañana»), mientras la segunda asegura que «vamos a caminar hacia el futuro y ver vistas que no hemos visto antes». Lo cierto es que el amor de Teenage Fanclub por la melodía clásica de los Beatles o Love, a menudo por tanto en sintonía con sus paisanos de Belle & Sebastian, sí es capaz de devolvernos la fe en un mundo mejor, incluso en tiempos tan convulsos como estos.