Música

Japanese Breakfast / Jubilee

Dice el mito que los terceros discos son difíciles, pero Japanese Breakfast ha aprovechado la creación de ‘Jubilee’ para reinventarse. Sus dos primeros trabajos, ‘Psychopomp’ y ‘Safe Sounds from Another Planet’, versaban en gran medida sobre la muerte de su madre y se anclaban en un sonido de indie-rock, shoegaze y dream-pop melancólico por el que, de vez en cuando, asomaban otros estilos. ‘Jubilee’ no abandona radicalmente estos géneros pero sí los pasa por un prisma más positivo a la vez que se abre a sonidos más luminosos y, en definitiva, novedosos para la artista.

Ha contado Michelle Zauner que «después de pasarme los últimos cinco años cantando sobre la pérdida de un ser querido, quería que mi siguiente trabajo hablara sobre la alegría», que fuera un trabajo «bombástico» en el que «volver a vivir la pura alegría de la creación». Para ello, Zauner recuperó sus apuntes de teoría musical para mejorar su habilidad en la disciplina y así crear un álbum que se equiparara con sus ambiciones actuales. Ninguna canción de ‘Jubilee’ representa esta realidad mejor que ‘Paprika’, una oda a la creación musical misma tan llena de trompetas y redobles que parece una canción de Beirut. Y eso, en este caso, es un cumplido.

A partir de esta pista, ‘Jubilee’ discurre por senderos de lo más dispares. ‘Kokomo, IN’, que habla sobre vivir un amor a distancia, es una canción absolutamente encantadora cuyos arreglos de pop barroco y pinceladas de country-pop no desentonarían en el repertorio de Elefant; el single ‘Savage Good Boy’, en el que Zauner declara que iría con su persona amada hasta el fin del mundo, en concreto hasta el interior de un búnker en el que subsistir con «comida congelada», se mueve entre el vocoder de Bon Iver y el lo-fi pop nervioso de The Microphones; y para sorpresa la que ha dado el también single ‘Be Sweet’, todo un hitazo 80s, muy Blondie, en el que Zauner descarga toda la euforia que se había reservado en los álbumes anteriores.

Si en Michalle Zauner hay una diva 80s como lo era también Kristin Kontrol de las Dum Dum Girls, ‘Jubilee’ desde luego no es el disco que lo confirma. Su ambición pasa por no casarse con ningún estilo. La bailable ‘Slide Tackle’ también incorpora sintetizadores -además de trompetas- pero lo hace para sonar como una canción de Pheonix o su inspiración reconocida, Future Islands. La atmosférica ‘Posing in Bondage’, que no va sobre BDSM sino sobre anhelar desesperadamente una «conexión» que parece imposible, tiene un poso de electrónica sueca, a lo Fever Ray o iamamiwhoami, y el álbum decide acabarse con ‘Posing for Cars’, una balada acústica que empieza en plan Waxahatchee para desahogarse en un crescendo de shoegaze-pop muy gratificante.

A pesar de lo vibrante que suena ‘Jubilee’ y todos los estilos que toca, sus pistas permanecen agridulces. Dice Zauner que «las canciones tratan de recordar el optimismo de la juventud y de aplicarlo a la edad adulta», lo cual implica «tomar decisiones difíciles, luchar contra impulsos ignominiosos y afrontar la lucha constante que tenemos con nosotros mismos para ser mejores personas». ‘In Hell’ recuerda el sacrificio de su perro y, en ‘Tactics’, muy Randy Newman como la autora ha indicado, Zauner parece comentar su complicada relación con su padre. Al hablarnos no solo de la muerte sino también de la soledad y, sobre todo, de lo que implica madurar más temprano de lo que esperabas, Japanese Breakfast nos deja una lección muy valiosa en ‘Jubilee’, la de aprender a encontrar la luz.

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Publicado por
Jordi Bardají