Clairo iba a retirarse de la música, decepcionada con una industria a la que todavía le falta mucho para superar su machismo, después de vivir una serie de experiencias incómodas con algunos hombres que parecían saber mejor que ella lo que le convenía… y entonces adoptó a su perrita Joanie. A Clairo Cottrill, icono de la generación Z donde los haya, cuidar de su mascota le hizo descubrir que la «vida doméstica era aquello que anhelaba», que faltaba en su vida, pero que no podía expresar con palabras. Le hizo reflexionar sobre la maternidad y, en su segundo disco, le ha hecho acogerse a una música serena y reconfortante, inspirada en el pop de cantautor de los años 70.
Es significativo que el primer single de ‘Sling’ haya sido el pastoral e intimista ‘Blouse‘, un corte que versa sobre la sexualización que Clairo ha sentido dentro de la industria de la música y que, de manera simbólica, cuenta con dos coristas de lujo: Lorde y Phoebe Bridgers. No es un tema comercial, pero gana con las escuchas gracias a su bonito arreglo vocal y sí es representativo de un trabajo donde mandan las guitarras acústicas, los pianos Wurlitzer, el Mellotron, los violines, las flautas, los vientos metales y en general unos arreglos delicados y bucólicos, tan 70s que el propio Jack Antonoff se ha encargado de la producción, haciendo de ‘Sling’ un álbum hermano de los últimos de Lana Del Rey y Taylor Swift, pero más íntimo si cabe. Es un cambio radical respecto a ‘Immunity‘ pero que no deja de sonar personal.
En este disco tan otoñal, tan de escuchar en el porche café en mano, mientras sale el sol, la artista de Atlanta se transforma en una de esas cantautoras que más que narrar historias parecen contarte un secreto desde lo más hondo de su alma. Sería posible hablar de Clairo en los mismos términos en los que hablamos de Sybille Baier, Elliott Smith o incluso Stina Nordenstam, pero las canciones tienen un poso más clásico y vintage. ‘Bambi’, el conmovedor tema de apertura, que habla sobre los confusos primeros pasos de Clairo en la industria, es una pequeña joya que recuerda a los Carpenters, y el álbum está lleno de bonitas baladas que entran en los cánones de un folk introspectivo y pastoral que puede incorporar guiños country (‘Wade’), armonías celestiales (‘Managament’) o guitarras intensas a lo Joni Mitchell (‘Zinnias’).
Algunas de estas baladas, como ‘Partridge’ o ‘Harbor’, deben demasiado a sus floridos arreglos e instrumentación y, sin que sus melodías terminen de definirse del todo, terminan resultando algo pantanosas, sin destacar en el conjunto. Esta circunstancia es especialmente decepcionante porque, como letrista, Clairo puede dejar con la boca abierta en algunos momentos. Cuando describe las dificultades que ha pasado para llevar una relación adelante lidiando, a su vez, con su ansiedad y su depresión (‘Partridge’), cuando nos cuenta sus momentos más íntimos (‘Harbor’) o cuando vuelve a recordar aquel momento en que por poco acabó con su vida (‘Just for Today’), se revela como una letrista clara, lúcida y honesta que nada tiene que envidiar a su contemporánea Lorde. Si estas baladas tuvieran formas más definidas y sólidas, su mensaje calaría más profundamente, sin embargo, se quedan a medio camino de conseguirlo.
Que Clairo haya descubierto que lo que más desea en su vida es estar en casa, cuidar de su perrita y, quizá en un futuro, de sus hijos, y simplemente ser feliz en la montaña, tras mudarse de la ruidosa Nueva York a Massachusetts (qué envidia), significa que este disco siempre iba a ser profundamente introspectivo. Pero ‘Sling’ tiene más dimensiones de lo que parece a simple escucha. Más allá de los pequeños detalles de producción, de una melodía que se te revela como mágica en el momento más inesperado (‘Little Changes’) o de sus poéticas letras, el álbum se va de la tangente en algunos puntos para bien. El ritmillo disco-pop vintage de ‘Amoeba’ trae a la mente a la mejor Natalie Prass, dando lugar a otro tema ultra-adictivo de Clairo; pero también son gratificantes momentos como el clímax orquestal de ‘Wade’, muy Joanna Newsom, o una ‘Joanie’ que aporta un necesario momento de oxígeno instrumental al largo. No es un sonido que parta necesariamente de ‘Immunity’, pero a Clairo le sienta como un guante.