En 1985 el nombre de Madonna se extiende como una plaga. La icónica presentación de ‘Like a Virgin’ en los premios MTV se produce a la salida del disco a finales de 1984, pero no es por ejemplo hasta octubre de 1985 cuando dicho álbum llega al número 1 en España. Los concursos de imitadoras de la cantante fascinan en los telediarios. Nuevos éxitos de aquel año como ‘Crazy for You’ -de la banda sonora de ‘Vision Quest’- se pisan en las listas internacionales con los últimos singles de ‘Like a Virgin’, ‘Dress You Up’ y ‘Angel’, el cual será número 1 en los siempre despistados 40 Principales. E incluso con reediciones del entonces bastante desconocido primer álbum, principalmente ‘Holiday’, que datando de 1983 no es número 2 en Reino Unido hasta el verano de 1985… sólo contenida por ‘Into the Groove’, aquella semana número 1, extraída de la banda sonora de ‘Buscando a Susan desesperadamente’.
En pocas palabras, Madonna ya era entonces la Reina del Pop. Su objetivo de convertirse en la versión femenina de su gran referente Michael Jackson, para lo cual había viajado a Los Ángeles para conseguir a su mánager de la época Freddy DeMann, estaba cumplido. Y sin embargo, la a la postre autora de «Don’t Tell Me to Stop» no se detuvo. Su tercer álbum, ‘True Blue’, este verano remozado por una reedición digital de 35º aniversario, se grababa entre diciembre de 1985 y abril de 1986 mientras ‘Like a Virgin’ continuaba dominando las listas y preparaba otro de sus caprichos cinematográficos, un fiasco llamado ‘Shangai Surprise’ a la altura de su título, junto a Sean Penn, con el que se casaba tal día como hoy, el día de su cumpleaños, en el mismo 1985. Lo hizo bajo una nube de 13 helicópteros de paparazzis, y recibiendo como regalo una portada fake de Andy Warhol y Keith Haring en la que se burlaban de la filtración de desnudos de Madonna procedentes de finales de los años 70.
En The Interview en aquellos tiempos, Madonna hablaba con frustración sobre cómo siempre sería vista como una “furcia disco” hiciera lo que hiciera. “Siempre me ha gustado tener diferentes personajes que proyectar. Proyecté un personaje muy específico para el álbum ‘Like a Virgin’, y después un personaje muy diferente para ‘True Blue’ (…) Represento muchos personajes y cada vez que hago un vídeo o una canción la gente dice: “así es ella”. Pero no soy ninguno de ellos. Y soy todos a la vez”. La Madonna de 1986 parece la ‘Madame X’ de 2019 cuando habla de personajes o roles, cuando explica que una mujer puede ser “sexual y hermosa y provocativa” y a la vez ofrecer un mensaje, o cuando analiza su cuestionada voz: «No creo que cante como una mujer. Canto como una chica, y es una cualidad que no quiero perder nunca», indicaba anticipándose por décadas al edadismo que la aguardaba.
‘True Blue’ es el primer disco de la carrera de Madonna en que la cantante nos está presentando un «personaje», una «reinvención», un «rebranding». Su debut se había inspirado por el sonido Danceteria, la música disco que quedaba en Nueva York en 1982 tras el escándalo de la «Disco Demolition Night»; su segundo álbum había sido el de «breakthrough» con la producción de un Nile Rodgers que venía de trabajar con David Bowie en ‘Let’s Dance’; y este tercer largo tenía que ofrecer algo más. Madonna lo idea con su colega Stephen Bray, al que conocía desde los tiempos de Breakfast Club, donde Madonna había ejercido de batería, y con quien ya había trabajado por ejemplo en ‘Into the Groove’ y algunos tracks de ‘Like a Virgin’; y Patrick Leonard, por aquel entonces director musical del «Virgin Tour», y luego en el siglo XXI mano derecha del último Leonard Cohen.
Lo que ofrecen es una visión de Madonna más adulta, opuesta a la imagen ofrecida en ‘Material Girl’, ‘Into the Groove’ o ‘Holiday’. La cantante había logrado sus mayores hits casi sin hablar de amor, dedicándose más bien a escribir temas hedonistas sobre la pista de baile, o a interpretar temas de autoexploración, como ‘Like a Virgin’. ‘True Blue’ sería radicalmente diferente, presentado por una balada de casi 6 minutos con varias paradas y puentes llamada ‘Live to Tell’ que hablaba sobre los miedos de su infancia pero también fue interpretada como una canción sobre el sida al ser presentada en un evento benéfico contra la enfermedad. El segundo single sería ‘Papa Don’t Preach’, en su momento tomada por una canción antiabortista, algo que fue enseguida desestimado por la cantante: «Todo el mundo la va a malinterpretar. Inmediatamente van a decir que estoy alentando a que las chicas jóvenes se queden embarazadas. La primera vez que escuché la canción, pensé que era muy boba. Pero luego me dije: «espera un momento, esta canción en realidad es sobre una chica que está tomando una decisión en su vida». Tiene una muy buena relación con su padre y quiere mantenerla».
Escrita por Brian Elliot con «letras adicionales» de Madonna (como se presenta en el encarte del vinilo), es la única canción de encargo de ‘True Blue’, pues ‘Open Your Heart’ y ‘La Isla Bonita‘, pese a estar destinadas en principio para Cyndi Lauper y Michael Jackson respectivamente, cuentan con una implicación mayor de la cantante, especialmente la segunda, que se ha convertido en realidad en el mayor emblema de este disco pese a ser el 5º single. Adelantada a la invasión latina que inundaría el mundo una década después, la canción contenía elementos de samba, percusiones cubanas, maracas, guitarra española y palabras en castellano. Un gusto por lo exótico que también se percibía en el arreglo oriental de ‘Open Your Heart’ y que tenía mucho que ver con el tipo de barrios multirraciales en que Madonna se había criado en Detroit, y luego frecuentaría en Nueva York.
‘True Blue’ es el álbum que más evidencia que Madonna procede de la cuna de la Motown, como es muy perceptible en el tipo de coros que añaden Siedah Garrett, Edie Lehmann y la propia Ciccone, sublimes en el middle eight de la propia ‘True Blue’, cuando se superponen dos melodías y letras distintas. Cuando le preguntaban si escuchaba a los Beatles de pequeña, ella decía que OK, pero que prefería a las Supremes. Sus padres bailaban un montón de twist, y ella hacía «el limbo» con discos de Chubby Checker. Sus canciones favoritas de pequeña eran ‘Sugar Sugar’ y ‘The Letter’ de The Box Tops, pasando luego a cosas como ‘Chapel of Love’ de las Ronettes. Stephen Bray considera que el amor por «el pop de la vieja escuela fue una de las grandes razones por las que hizo clic con Madonna» y cuenta que se divirtieron «MUCHO» trabajando en ese tipo de canciones en ‘True Blue’. En una entrevista que Neil Tennant hace a Madonna en Nueva York después de ‘Holiday’, dos años antes de que conozcamos a Pet Shop Boys, cuando él es un periodista musical tratando de llevar el éxito de Smash Hits a Estados Unidos, ella habla especialmente sobre la música de su infancia. Dejando de lado momentos completamente hilarantes como:
-Neil Tennant: «¿eres ambiciosa?»
-Madonna: «¿tú qué crees?»
o
-Neil Tennant: «¿a qué se dedican tus hermanos?»
-Madonna: «a envidiarme»,
ella explica: «Viví en un vecindario realmente integrado. Éramos una de las pocas familias blancas del vecindario, y todas mis amigas tenían cosas negras y de la Motown. Y tenían zona de baile en el jardín trasero, tocadiscos de 45″ y un montón de discos que bailaban a la entrada y en los patios traseros de sus casas». Toda esa mezcla explota en canciones tan «bubblegum» como ‘Jimmy Jimmy’, dedicada a James Dean, y sobre todo ‘True Blue’, que titula un disco que en verdad se anunció 3 meses antes que iba a ser llamado ‘Live to Tell’, pero que al final sucumbió a esta expresión que tanto le gustaba a Sean Penn y que puede traducirse como «leal». Un dato: a día de hoy Madonna no sigue en Instagram a Guy Ritchie, padre de algunos de sus hijos, pero sí a Sean Penn. Y eso que este lleva un post en total en dicha red social, y encima es benéfico.
Los extras de la edición 35º aniversario del disco son principalmente remixes para los 12″ tan populares en la época, instrumentales y versiones extendidas que sirven para apreciar cómo la instrumentación del disco estuvo más influida por la música clásica, a través de cuerdas sintetizadas, muy representativas en ‘Papa Don’t Preach’; pero sin descuidar los beats de la época, muy visible en ‘Open Your Heart’, de ritmo trepidante, casi moroderiano, un chute de energía que continúa en ‘Where’s the Party’, un gran «opener» para la cara B. Las melodías buscan la atemporalidad «girl group» mientras la producción orgánica recurre a metales, una percusión variada y sintetizadores adicionales.
‘True Blue’ contiene 9 canciones, de las cuales 5 fueron singles número 1 a uno y/u otro lado del Atlántico, llevando el disco a ser el más vendido de 1986 y de toda la carrera de Madonna con la salvedad del recopilatorio ‘Immaculate Collection’, siendo top 1 en 28 países (por entonces un récord) y liderando el Eurochart oficial durante 34 semanas, desde julio de 1986 hasta marzo de 1987, un récord que jamás se superó mientras dicha lista se molestó en realizarse. 25 millones de copias lo avalan como uno de los álbumes más vendidos de la historia. Los singles están completamente marcados aunque hoy en día es difícil dilucidar su orden dado el impacto de todos ellos y de sus vídeos -muy especialmente el stripper y pedófilo de ‘Open Your Heart’, a cargo de Jean-Baptiste Mondino-, pero están bastante bien arropados. ‘Where’s the Party’ llegó a promocionarse en algunos territorios y habría funcionado algo de no ser interrumpido por la promo de la película ‘Who’s That Girl’ y su banda sonora; ‘Jimmy Jimmy’ no podía tener más sentido en este álbum y ‘Love Makes the World Go Round’, pese a ser disparatada como posible primer single cuando se presenta en Live Aid en 1985, es un buen cierre eufórico y celestial para un álbum feliz y recién casado, dedicado al «hombre más cool del mundo». El único accidente es realmente ‘White Heat’, un intento de corte experimental con sonido de disparos y diálogos de la película homónima de 1949 protagonizada por James Cagney. Un guiño al cine negro que bien se podrían haber guardado para ‘Dick Tracy’ unos pocos años después.
La portada realizada por Herb Ritts, que lamentablemente fallecería a consecuencia de una neumonía, también con la sombra del sida planeando sobre él, capta perfectamente la filosofía de un disco que quiere ser maduro (‘Papa Don’t Preach’), sexy (‘Open Your Heart’), profundo (‘Live to Tell’), y alegre (‘True Blue’) al mismo tiempo. Madonna posa con los hombros al desnudo retratada en un blanco y negro que incluye alguna tonalidad azul, en guiño al título del disco, y teniendo en cuenta la polisemia en inglés de la palabra «blue» («triste», a su vez). De nuevo Marilyn Monroe está muy obviamente en el punto de mira, si bien en aquel momento, Madonna suena bastante harta de la comparación y en el New York Times de junio de 1986 menciona más bien a Brigitte Bardot y a Grace Kelly como referentes. En el libro sobre Madonna ‘Like an Icon’, Lucy O’Brien define la portada de ‘True Blue’ de la siguiente manera: «con esta imagen, Madonna hizo explícita la conexión entre Warhol y sí misma, el nexo vívido entre el «pop art» y el negocio. Los últimos años 80 marcaron una nueva era del artista pop como marca, y Madonna fue la primera en explotar esto».
Convertido en un éxito absolutamente mastodóntico, y muy obviamente el disco más importante de 1986 junto a ‘The Queen Is Dead’ de los Smiths y ‘Graceland’ de Paul Simon, ‘True Blue’ fue reiteradamente ninguneado en los sectores más «cool»: no apareció en ninguna lista de lo mejor del año (en el NME prefirieron a Ciccone Youth), no hubo mención en los Grammy para él, ni siquiera en la categoría pop, ni reconocimiento crítico significativo. New York Times llegó a escribir que «carecía de las superficies resplandecientes y ultra elegantes de ‘Like a Virgin'». Hoy está asumido que el primer álbum de Madonna es el que más ha podido influir en una generación de cantantes femeninas. El segundo, fue el gran salto mortal al contener sus dos canciones insignia, ‘Like a Virgin’ y ‘Material Girl’. El cuarto, ‘Like a Prayer’, es habitualmente recordado como su gran clásico de los años 80 dado su carácter autobiográfico… pero ‘True Blue’ está en verdad mejor equilibrado, mucho mejor producido, suena más atemporal, tiene más hits y menos relleno. Es realmente el primer disco consciente de una Madonna que vira hacia la espiritualidad en ‘Open Your Heart’ (un precedente de ‘Frozen’), que empieza a tener conciencia social («haz el amor y no la guerra» en ‘Love Makes the World Go Round’), que no quiere «envejecer demasiado deprisa» y que «no va a dejar que el sistema la derribe» (‘Where’s the Party’), y que se empapa de mitomanía, solo para convertirse ella misma en un mito. En ‘Jimmy Jimmy’ dice fantasear con compartir vecindario con James Dean, pero en realidad está hablando de ser más grande que él:
«Eres demasiado salvaje para esta ciudad
No hay mucho por aquí que pueda detenerte
Tienes mucho estilo y eso debería llevarte lejos
Mucho más allá de mi patio trasero».