Sólo por el nombre escogido para su tercer álbum, las barcelonesas The Crab Apples merecen un aplauso. Hartas de que la gente confundiera su nombre con «The Crap Apples», esto es, «manzanas de mierda», Carla Gimeno (voz), Laia Alsina (guitarra eléctrica) y Laia Martí (bajo) han cogido la sartén por el mango llamando su disco finalmente ‘CRAP’. Las autoras de ‘Right Here’ (2014), ‘A Drastic Mistake’ (2016) y un par de EP’s, bajo el paraguas de la comunidad musical Acqustic, diversifican su discurso en el que consideran un álbum más «complejo y oscuro».
Explican que la producción de Víctor Valiente (MUCHO, Sidonie, Standstill, Delafé) ha aportado un mayor protagonismo de la música electrónica frente al tradicional sonido de banda de rock, como ya habían ido dejando caer en algún remix durante los últimos años. Eso va produciendo que el disco vaya evolucionando de los territorios de los Goldfrapp más taciturnos (‘Ghost’) y John Parish o Black Keys (‘Spell’) hacia la pista de baile, a veces con esas referencias refulgiendo por encima de las composiciones.
A algunos ‘System Overload’ sonará como un encuentro entre Haim -esas fraseos- y Katy Perry -esa guitarra tan ‘Roar’-, y a otros sencillamente a Blondie. En general, cuando The Crab Apples cantan en inglés recuerdan a Belako en su versatilidad, y cuando cantan en español, cosa que acaban de hacer en este disco por primera vez, a Delaporte (‘Me da igual’).
Las cosas van mejorando a media que avanza ‘CRAP’, un disco que habla sobre la atracción hacia el mal, hacia «lo oscuro» (‘Spell’), sobre la marginación social («Yo no valgo nada en vuestras vidas de primera / soy solo una pieza de esta cadena», dice ‘Vidas paralelas’) y sobre la lucha y la supervivencia (‘Cucarachas’).
Cada vez que asumes que The Crab Apples deberían centrarse en el castellano dadas las tendencias del mercado, o en un estilo, ellas se apuntan un tanto volando, libres. La progresión de ‘Cucarachas’ es una cumbre en este disco, con ese desenlace tan tarareable como ideado para el directo; y lo mejor llega justo después, al final, con ‘Fire‘. Un tema que evoluciona desde la melodía a lo Lana del Rey hacia el rock con el filtro Daft Punk, cerrando al final con un saxo de corte ochentero que no esperabas de este álbum unos minutos antes.