Música

Niña Polaca / Asumiré la Muerte de Mufasa

¿Sobrevive el espíritu de Malasaña entre millones de tipos de helado que nadie necesita, montañas de quinoa y los locales cerrados por la pandemia? Niña Polaca puede ser una respuesta. El cuarteto formado por Sandra Sabater (conocida como miembro de Ginebras), Álvaro Surma, Luis von Kobbe y Beto Rojo también tiene parte de su origen en Alicante, si bien es la icónica calle de La Palma (la misma de El Penta) donde Álvaro y Beto comenzaron a desarrollar la banda.

La historia es bien rocambolesca, hasta bordear la fantasía: ambos se conocieron al oírse por la ventana tocando, a partir de ahí empezaron a bajar a la plaza y a idear el grupo. Lo llamaron Niña Polaca tras un viaje en un Seat Ibiza a Varsovia, que les permitió tocar en «Ámsterdam, festivales hippies y castillos abandonados». ‘Madrid sin ti’ fue su primer himno contenido el año pasado en un disco llamado ‘De la Línea Diez Al Sol’, que incluía temas de nombre tan gráfico como ‘La Riviera’ y ‘Máster en Imbécil’.

Este segundo álbum que publica Subterfuge, ‘Asumiré la Muerte de Mufasa’, representa la profesionalización de la banda sin que eso sea algo malo. Se trata de un disco mejor grabado y secuenciado (sin maquetas de regalo), en el que se nota que han ido definiendo paso a paso sus mejores bazas. De un lado, es imprescindible que un grupo más o menos novel dé con una canción que pueda trascender géneros y fronteras, como termina sucediendo a los mejores del underground. Y ese single es en este disco la sobresaliente ‘Nora’

, una canción de amor con cambios melódicos muy atinados en ciertos momentos clave, que empuja la composición hacia el selecto grupo de los himnos generacionales. Ellos mismos confiesan que empezaron fijándose mucho en Carolina Durante, solo para luego dejar eso atrás, en este caso apuntando a los grupos de pop de los años 60 como Los Brincos o Los Ángeles.

De otro lado, ‘Nora’ parece una excepción en su repertorio, en cierto sentido. Hay más restos de desamor y ternura desperdigados, como la misma ‘Joaquin Phoenix’ (atención a esos coros), solo que en esta el aire es mucho más gamberro, incluso en esa grave pronunciación de «Madrid» y «Nueva York». O ‘Ivona’, en la que conviven una prima polaca, un deseo de reconciliación con el mundo y un subtítulo que dice «Voy a decirle a mi madre que la quiero».

Pero es el macarrismo ahijado del mismísimo Loquillo, Los Nikis o incluso Los Enemigos el que suele darles en verdad juego y personalidad. Antes de que el disco pierda un poco de fuelle con cosas como ‘Tu belleza se merece una canción’ escritas (y repetidas) aparentemente en serio, aparecen dardos tan afilados como ‘Mary the Queen’, sobre las relaciones tóxicas y lo tóxicos que nosotros somos para los demás. O como la inicial ‘La muerte de Mufasa’, que presenta un «ránking de malvados» en el que dejar atrás al mismísimo Franco, en el que «Bambi quiere su revancha». O como ‘Pdr Snchz’, una protesta contra un presidente del gobierno que «no te deja ni follar», en referencia al confinamiento por la pandemia.

Virus que vuelve a aparecer en una canción insólita llamada ‘Magaluf’, que contiene referencias a Susana Griso y al «balconing». «Quiero saber cuánto alcohol tengo que beber para saltar por un balcón», saluda el disco en esta despedida, con un final irreverente: «Y ahora con el virus la playa entera de Alicante es para mí / y podré llevar chanclas con calcetín y nadie dirá nada». No es su composición más imaginativa ni la más responsable socialmente, pero tampoco se construyó La Movida sobre los pilares de lo políticamente correcto.

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Publicado por
Sebas E. Alonso