Últimamente estamos oyendo hablar mucho de la “nostalgia” en el análisis político. Tenemos interesantes argumentos al respecto de Ana Iris Simón y Elizabeth Duval, pero esta semana hemos tenido también este meme y, ya sabéis, una imagen vale más que mil palabras. Iron Maiden son uno de esos grupos que siguen vendiendo a lo grande décadas después de formarse (en nuestro país llegaron cómodamente al número 1 con este nuevo lanzamiento), pero también hay una parte importante de sus fans que se lamentan porque Iron Maiden ya no hacen la misma música que antes. Y tienen razón. Algunos de sus coetáneos siguen sacando el mismo disco desde los 80, pero la banda inglesa hace ya unos cuantos años que decidió explorar cada vez más lo progresivo, y reducir la presencia de hits tan inmediatos como fueron ‘Run to the Hills’ o ‘The Number of the Beast’. Y en cada disco queda más claro, siendo este ‘Senjutsu’ otro paso más en el camino de una banda que es nostálgica, pero no mucho.
Aunque grabaron ‘Senjutsu’ en 2019, la banda lo mantuvo a buen recaudo hasta que las aguas de la pandemia empezaron a calmarse en Occidente, y es ahora cuando se ha publicado, siendo la primera vez que pasan seis años entre disco y disco de Iron Maiden (‘The Book of Souls’ salió en 2015). Para la grabación han repetido con los estudios Guillaume Tell, con la producción de Kevin Shirley y, por supuesto, con la mano de Mark Wilkinson en el arte gráfico: en esta ocasión Eddie se convierte en una especie de samurái, a juego con el título del disco y con las menciones a guerras en las letras. En cierto modo la banda, y quizás sobre todo Steve Harris, es una especie de samúrai: desde los inicios, Harris ha luchado con muchos frentes para sacar el proyecto a flote, luego para mantenerlo entre idas y venidas de sus miembros, y ahora para lidiar con los achaques de salud propios de una banda que sigue activa casi medio siglo después de su formación, siendo este ‘Senjutsu’ su 17º disco de estudio. Se dice pronto. ‘Senjutsu’ es también el primer álbum en llegar tras la mala racha sufrida por el vocalista Bruce Dickinson, que pasó por un cáncer de garganta, una rotura del tendón de Aquiles y un implante de cadera.
Precisamente al álbum que supuso el regreso de Dickinson (y del guitarrista Adrian Smith), ‘Brave New World’, es al que más nos recuerda, quitando los últimos, este ‘Senjutsu’, por su mayor cuidado de las melodías, su sentido de la épica y su empeño en mantenerla durante largas estructuras, con una estupenda labor en la creación de atmósferas. ‘Hell on Earth’ es quizás el mejor ejemplo de todas estas características, y una estupenda opción para cerrar el álbum. El tema viene además con otros dos compañeros que tampoco escatiman en duración, quedando una traca final de más de media hora para solo tres canciones (ninguna de ellas supera, eso sí, los 18 minutazos de ‘Empire of the Clouds’). ‘Death of the Celts’, la hermana pequeña durando “solo” diez minutos, llega a recordarnos a ‘Transylvania’, el maravilloso instrumental de su debut, y ‘The Parchment’ es toda una carrera de solos entre Adrian, Dave y Janick.
Pero el álbum está cuidado de principio a fin, y ya comienza a lo grande con el tema homónimo: ‘Senjutsu’, que incorpora unos tambores taiko y suena cercana a Tool, es toda una declaración de intenciones, continuando su temática en ‘Stratego’ (elegida como single a pesar de no ser lo más destacable de este trabajo). Siguen temazos como ‘Days of Future Past’, con esos riffs capaces de levantar a cualquiera; la acertadísima alianza con el rock sureño y el blues que encontramos en el lead single ‘The Writing on the Wall’, la más clásica ‘Time Machine’, una ‘Lost in a Lost World’ que nos puede hacer pensar en ‘Hallowed be the Name’, o lo más cercano a una balada, ‘Darkest Hour’, ‘Senjutsu’ muestra, pues, a unos Iron Maiden deseosos de hacer vibrar y saltar a su público en directo, pero también de llevarles de viaje por solos que se toman su tiempo y estructuras mucho más cercanas a lo progresivo. Al fin y al cabo, para explorar nuevos territorios y compartir el futuro, qué mejor compañero de viaje que un viejo amigo.