Hacía diez años, desde la fabulosa miniserie ‘Mildred Pierce’ (2011), que Todd Haynes no firmaba un guión. Un hecho muy significativo que quizá explique los derroteros que ha tomado su filmografía durante la última década, con títulos de temáticas muy dispares –‘Carol’ (2015), ‘Wonderstruck’ (2017), ‘Aguas oscuras’ (2019)- y mucho menos personales (sobre todo los dos últimos) de lo que nos tenía acostumbrados.
Con ‘The Velvet Underground’ (Apple TV) vuelve a dirigir un guión propio. Aunque su peso en un documental no es el mismo que en una ficción, sí se aprecia una voluntad de estilo que la emparenta con sus dos películas anteriores sobre el rock: ‘Velvet Goldmine’ (1998) y ‘I’m Not There’ (2007). De la primera, Haynes recoge su interés por reflejar el espíritu de una época, por capturar esa energía creativa que se materializa en movimientos artísticos que transforman la historia del arte para siempre.
En ese sentido, ‘The Velvet Underground’ está contextualizada de forma brillante. El documental explica de forma extraordinaria, con notable afán didáctico, cuál fue el magma creativo –las experimentaciones sonoras de John Cage y La Monte Young, la poesía beatnik, el cine de Jonas Mekas, la Factory de Andy Warhol-, social –los bajos fondos neoyorquinos, la homosexualidad clandestina, la experimentación con las drogas-, y personal –las complicadas infancias de John Cale y, sobre todo, de Lou Reed- del que surgió, erupcionó, The Velvet Underground.
También analiza, desde una perspectiva crítica (esto no es una hagiografía), cómo fue aquel movimiento, sobre todo con respecto a la Factory. A destacar dos momentos: la denuncia que hace la periodista Amy Taubin del machismo que imperaba en el “progresista” estudio de Warhol, lleno de chicas-florero ador(n)ando a los “genios”, y el divertido choque cultural que se produjo cuando los oscuros y nihilistas miembros de la neoyorquina Velvet viajaron a la soleada y hippy California de los sesenta.
En relación con ‘I’m Not There’, el (anti)biopic de Bob Dylan, Haynes utiliza una estructura formal polifónica, un puzzle visual y sonoro, que recuerda al que usó en esa película. Aunque narrativamente ‘The Velvet Underground’ sigue una línea cronológica convencional, formalmente es un fascinante collage de imágenes, sonidos y voces que cumple una triple función: sirve como homenaje al cine experimental americano de los 60, de apoyo para la contextualización histórica del filme, y como metáfora sobre la propia banda, capaces de unir lo popular con lo experimental. No se puede decir que Haynes haya reinventado el subgénero de los rockumentaries, pero sí que ha hecho uno de los mejores de los últimos años.