Rocío Saiz / Amor amargo

Cuando se separa un grupo tipo Las Bistecs o MegaAfonía, la probabilidad de que alguien haga una broma tipo «uf, qué pena» es de 1. Fue el caso también de la disolución de Monterrosa, anunciada un poco de aquella manera, y cuando parecían haber sobrevivido a la pandemia. Y sin embargo, pese a que una parte del público no lo pueda comprender, hay un espacio para este tipo de bandas de pop divertidas, sin prejuicios y con cierta crítica social, que en el caso de Monterrosa subía la apuesta por su implicación LGTB+. Estaban logrando su espacio, era por ejemplo el grupo que más sentido tenía ver actuar en las fiestas del Orgullo en lugar del ex triunfito de turno, y por eso su separación sí dio pena.

Mientras Esnorquel triunfa con ‘¿Puedo hablar?’ junto a Perra de Satán, todo un referente en el mundo de los podcasts, Rocío Saiz, curtida también como cantante de Las Chillers, ha entregado su primer mini LP en solitario. Con la producción de Pau Paredes, que ya había trabajado con Monterrosa y la colaboración de artistas amigos como Algora, Ariadna de Los Punsetes o Fernanda Arrau, ha publicado un ‘Amor amargo’ que se dedica sobre todo al pop sintético como Monterrosa, aunque con algún añadido que recuerda que aquí cualquier cosa puede sonar, como en un concierto de Las Chillers.

Las canciones de este disco tienden a hablar de amor propio, aceptación y feminismo. ‘Autocensura’ es el single principal, versando sobre la libertad y la autoconfianza. Su música apela a los últimos macrohits de The Weeknd y Dua Lipa, aunque seguro que Objetivo Birmania estuvieron antes entre los favoritos de Rocío. «Te crees con el poder de juzgar lo que ves / Me quieres criticar / Basta de manipular / No me podrás parar», reta el estribillo, mientras la outro da un paso adelante, tan optimista como los sintetizadores de la canción: “hora de vencer, no de retroceder / romper las conexiones con los que no nos ven”.

La balada a piano tipo ‘Mujer contra mujer’ se llama ‘El descanso del guerrero’ y plantea cosas como «cuántas veces intentabas parecerte a los demás, pero siempre acaba mal»; y a continuación el tema para la banda sonora de ‘La amiga de mi amiga’, muy Depeche Mode, recuerda a alguien que jugaba con coches a escondidas, en sintonía con la película de Zaida Carmona, una comedia lésbica a cinco bandas en la que también actúa Rocío.

Es una canción correcta, si bien lejos del carácter de ‘Fauna’, como el juego jamaicano ideado junto a Víctor Algora en ‘Un prodigioso desastre’, y el anecdótico dúo con Ariadna, que podría estar en ‘Nietas del ruido’ o realmente no. La cosa mejora substancialmente en las dos pistas finales: ‘Si mañana me muero, te habré dicho que te quiero’, sobre la función curativa de la música y ahora sí a la altura de su planteamiento, y sobre todo con ‘Cortisol en sangre’. Una de esas canciones con vocación de himno de supervivencia que no se hacen tan a menudo: a todo el mundo parecen gustarles Fangoria y Raphael, pero pocos son los que tratan de acercarse a su terreno.

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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: rocío saiz