Música

Ferran Palau / Joia

Ferran Palau no puede parar de crear y, a finales del 2021, nos regaló un nuevo (y cortísimo) disco, apenas nueve meses después de ‘Parc’. Palau explicaba recientemente en La Vanguardia que este pequeño álbum se planteó primero como música para vestir una película sobre sectas y, más adelante, como una presentación del catálogo de su sello, Hidden Tracks. De todo eso apenas ha quedado el arte del álbum, esa portada en que Ferran, de espaldas, aparece rodeado de Louise Sansom, su mujer y responsable de Hidden Tracks, y algunas artistas del sello, que prestan sus voces en tres de los temas (Carlota Flâneur, Maria Hein y Anna Andreu, entre otres), todes de amarillo, como si fueran acólites de un culto tranquilo.

Pero ‘Joia’ realmente es un “breve disco sobre el amor”, como diría Neil Hannon. Palau esta vez ha abandonado los sonidos sintéticos a los que parecía abocado irresistiblemente, y ha vuelto a la vena folkie y acústica, más Sufjan Stevens y Nick Drake que nunca. Ferran con apenas su guitarra mantiene toda su mágica cualidad de chico tierno y enamorado, aunque ahora representa al amor desde una faceta menos sensual y juguetona que en ‘Parc’, dejando caer rendidas declaraciones de amor en que se muestra vulnerable e inseguro. Y el resultado se antoja superior que el del álbum precedente.

‘Joia’ es aparentemente sencillo y liviano pero, como en toda la obra de Palau, tiene la virtud de resultar inasible e irresistible. Las canciones se deslizan como pequeños manantiales que invitan a beber a sorbos pequeños. Son maravillas menudas y conmovedoras. Solo 19 minutos jalonados por nueve piezas breves; una muestra estupenda de la capacidad para la síntesis y la belleza de Palau. En ‘Joia’, la canción, los requiebros de voz y de guitarras, los coros retrotraen al Sufjan Stevens melancólico. Y al autor de ‘Pink Moon’ nos arrastra ‘Primavera’, con un estribillo precioso y nostálgico, o el lamento que asoma dulce en ‘Rosa’, tan evocador con apenas dos acordes de guitarra.

Palau recupera el lado sensual en ‘Fotos’, una miniatura desde la que observa con devoción de voyeur a la persona amada. También hay una leve sorna disfrazada de romanticona declaración de amor en ‘Casa’t amb mi’. O la pena sencillísima que esconde ‘Soledat’. Hasta el cierre con la onírica coda instrumental ‘Mar’, Palau retrata sin dramas ni aspavientos, con una sencillez desarmante, la desazón que provoca estar enamorado irremediablemente.

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Publicado por
Mireia Pería
Tags: ferran palau