«El grupo de post-punk»… ¿Otro? ¿Pero cuántos van ya? ¿No tenemos suficiente con los 800 que salen cada año? Superada la sorpresa hay que decir que no, no tenemos suficiente, y ahí están Yard Act peleando esta semana con Years & Years por debutar en el número 1 de álbumes en Reino Unido con ‘The Overload’. El post-punk siempre será una herramienta eficaz para denunciar las penurias por las que pasa el mundo de una manera mordaz y divertida y Yard Act reúnen unas cuantas canciones en su debut que lo confirman.
¿Qué ofrecen Yard Act, pues, en un marcado en el que otras bandas como Fontaines D.C., IDLES, shame o Squid han encontrado su hueco con un discurso propio? El grupo de Leeds se reconoce influido no solo por la «no wave minimalista de los 70» sino también por «el hip-hop de la era MTV» y el «ingenioso indie británico» y lo que ofrece en ‘The Overload’ es una colección de canciones ligeras y divertidas que recuerdan a esas cosas, pero que sobre todo resultan muy entretenidas de escuchar por varios motivos.
‘The Overload’ es por supuesto un disco post-Brexit facturado en las islas, lo que significa que el vocalista y letrista James Smith tiene varias cosas que decir al respecto. En concreto, Reino Unido como país sale mal parado en ‘Dead Horse’, un «país de chiflados» que «antes era una gran nación» pero que ahora «se ha sentenciado a sí mismo a la muerte», en la que Smith denuncia el racismo o el maltrato a la música, que «no hemos nutrido, sino que hemos decidido ignorar». Y en ‘Land of the Blind’ vaticina que «estamos viviendo nuestros últimos días en la tierra de los ciegos».
La pluma de Smith es sardónica, y sus letras pueden ser auténticos monólogos plagados de personajes a través de los cuales el músico critica cosas como el capitalismo o las «fake news». En la minimalista ‘Rich’ es él mismo quien se ha convertido en una persona rica «casi por accidente, gracias a la continua compensación por mi hábil labor en el sector privado y a mi completa falta de interés en las cosas caras»; y en ‘Payday’ denuncia la «gentrificación y el fetichismo de clase» con referencias a «niños que comen manzanas de cera por Navidad pero que después están esnifando pegamento».
Más divertido que leer a Yard Act es escucharles. Sus denuncias a la clase política británica, a la ignorancia de las masas o al capitalismo en general, no son las más imaginativas ni las más esclarecedoras a estas alturas de la vida, pero la verborrea de Smith deja varias frases memorables a lo largo del disco, el músico divierte incluso cuando está enfadado, como en ‘Dead Horse’, y el grupo integrado también por Ryan Needham (bajo), Sam Shjipstone (guitarra) y Jay Russell (batería) se preocupa de componer canciones que resulten entretenidas y que son la antítesis de la densidad de grupos como Squid o black midi.
Las canciones de Yard Act poseen ese espíritu post-punk de los 70 que tan relevante sigue sonando a día de hoy pero contienen matices que recuerdan a los primeros Blur o a Franz Ferdinand y las canciones de ‘The Overload’ son políticas pero también buscan resultar divertidas y amenas. Lo consiguen los guitarrazos afilados de ‘The Overload’ y su festivo estribillo, la locura disco-punk de ‘Payday’ o la misma historia de ‘Rich’, a la que solo puedes atender sin despistarte un segundo.
Hay logrados ecos a Suicide en ‘Witness (Can I Get A)’ -reconocidos por la propia banda- y la sencillez de la instrumentación, entre guitarras, bajos y ocasionales incursiones en «grooves» disco y el sonido de las congas, saca a relucir composiciones tan simpáticas como las de ‘The Incident’ o la de ‘Tall Poppies’, que habla sobre un pobre muchacho que cambia el futbol por el sector inmobiliario, se casa, tiene un hijo, un perro… y termina con una casa de vacaciones en Costa del Sol.
El álbum se guarda dos sorpresas para el final. Por un lado, ‘Pour Another’ es la canción más festiva, tanto que suena como una reivindicación explícita de los B-52’s aunque Yard Act cuenten que busca ser algo así como una versión de ‘Tiny Dancer’ de Elton John, y ‘100% Endurance’ añade una dimensión melancólica al disco, con una melodía más bonita de lo que creías que Yard Act eran capaces de hacer, a la vez que nos animan a vivir en el momento y a ser nosotros mismos.