Hikaru Utada es autore de exactamente los dos discos más vendidos de toda la historia de Japón, ‘First Love’ y ‘Distance’ (en la lista firma otros dos álbumes más), y su nombre no es tan extraño en Occidente como pueda parecer, pues elle en realidad nació en Estados Unidos, ha colaborado con gente tan dispar como Timbaland o The Mars Volta y a día de hoy reside en Londres. Para su último trabajo, publicado en enero, Utada ha dado un interesante paso en su carrera al colaborar con el maestro de PC Music, A.G. Cook, y con nada menos que Sam Shephard, el productor detrás de Floating Points, en varias pistas, además de con el productor japonés Nariaki Obukuro.
A.G. Cook co-produce junto a Utada el single más exitoso de ‘BADモード’ («bad mode»), ‘One Last Kiss’, que además es la canción principal de la película ‘Evangelion: 3.0 +1.0 Thrice Upon a Time’ (2021). Sus locuras con Charli XCX no han servido de inspiración, y el carácter doméstico de ‘BADモード’ (no hay más que ver la portada) queda muy reflejado en su sonido, que es de una suprema elegancia, especialmente en el modo en que la melodía de «can you give me one last kiss» emerge en los oídos y reconforta con la calidez de un abrazo. ‘One Last Kiss’ es una producción dance-pop reducida a la magia de la melodía y a una euforia imaginada. Es una canción de pop deslumbrante que ningún fan del pop se debería perder.
Cook aparece también en el single ‘君に夢中 (Kimini Muchuu)’, donde los sintetizadores típicos de PC Music suenan domados por la apacible personalidad y madurez de Utada, y también por una bonita melodía de piano. Pero curiosamente es Sam Shepherd quien acerca a Utada de manera más decidida a la pista de baile: la inicial ‘BADモード’ recurre a un ritmo de disco doméstico y ‘Somewhere in Marseilles’ nos lleva por un evocador viaje de ritmos Balearic que alcanza los 12 minutos de duración.
Pero ni siquiera los ritmos bailables de ‘BADモード’ buscan el hedonismo fácil. ‘BADモード’ es el primer disco que publica Hikaru Utada después de revelar que se identifica como persona no binaria, y las canciones transmiten una serenidad palpable, y reflexionan sobre la vida y el amor desde la comodidad de un pijama, el mismo que Utada y una amiga llevan puestos en la pista titular, Diazepam en mano por si fuera necesario; y el sutil house-pop de ‘Find Love’ sirve de vehículo para que Utada nos cuente que va a terapia, con la que está «comprometida» porque está aprendiendo a mostrarse «vulnerable».
Las historias de ‘BADモード’ hablan de auto-aceptación, de relaciones que «no encajan en el molde del amor romántico», de amigas que afrontan una enfermedad y a las que Utada tiende una mano porque el amor también es eso; de rechazar la soledad porque «quiero que me hagan daño por siempre», de «tener miedo al amor» pero aprender a afrontar ese miedo amándose a une misme primero. En ‘BADモード’ Utada desnuda su vida interior invitándonos precisamente a su casa. Lo escuchas y te sientes arropado, sin miedo a ser juzgado, porque sabes que eso es exactamente lo que Utada necesita.
El componente doméstico de ‘BADモード’ es perceptible en el templado sonido de las canciones, especialmente en las más uptempo, pero también en el resto. La serenidad campa a sus anchas en buena parte del álbum, como en el melancólico R&B-pop de ‘PINK BLOOD’, otra de las pistas destacadas, pero dejan cierta sensación de anacronismo los ecos new age del single ‘誰にも言わない’ («dare ni mo iwanai» se traduce como «no se lo digas a nadie»), los ritmos R&B dosmileros de ‘Time’ y las percusiones trip-hop de “気分じゃないの (Not in the Mood)”. Todas canciones dignas, no obstante, que llevan a Utada a crecerse definitivamente en su décimo álbum de estudio, un documento de su madurez como persona que tiene el poder de inspirar a mucha gente. El único traspiés se llama ‘Face My Fears’: ni Skrillex ni Poo Bear pintan mucho por aquí llevando el disco directamente a 2015.