Beach House han moldeado y expandido su sonido disco a disco, demostrando que tener un sonido propio y distintivo no significa que todos tus discos «suenen igual». La magia de Beach House se encuentra en los matices, en las diferentes perspectivas con las que han sabido renovar su sonido siempre sin traicionarse a sí mismos, fieles a su visión. En una de sus primeras entrevistas, Victoria Legrand entregaba un talismán al periodista que los entrevistaba y expresaba: «me gustan las joyas porque contienen múltiples caras». Beach House son una de esas joyas.
Todo empezó en 2006 con un primer disco en el que ya se vislumbran algunas de las ideas que la banda desarrollará más adelante, basadas en ese dream pop misterioso que definirá su sonido. Es fácil imaginar ‘Apple Orchard’, por ejemplo, transformada unos pocos años después en una canción épica como ‘PPP’, pero en ‘Beach House’ la banda nunca viaja tan lejos. Es un trabajo modesto, grabado de manera rudimentaria con teclados y cajas de ritmo baratos, de sonido casi maquetero, en el que Alex Scally y Victoria Legrand empiezan a ejercitar sus músculos melódicos e instrumentales con una idea muy clara de cuál es sonido, en una serie de canciones que cautivan por su sencillez y falta de pretensiones.
Todo suena precioso y mágico, pero menos profesionalizado que en los discos siguientes, como es de esperar de una banda que está empezando. Los cabos instrumentales están más sueltos, la voz de Victoria suena ligeramente más asalvajada y Alex Scally reconoce no haber tocado una guitarra eléctrica en su vida. Todo suena más impuro, pero el componente amateur de ‘Beach House’ es parte de su encanto, en parte porque las canciones no son épicas, sino tímidas, como nanas cargadas de melancolía. Escucharlo es como llegar en una tarde de otoño a esa «casa de la colina» a la que alude una de las pistas y encontrar en ella una caja de música polvorienta y abandonada. La abres y empieza a sonar este disco.
‘Saltwater’, la canción de inicio, presenta un interesante equilibrio entre dream pop y noise pop que está más meditado de lo que parece: la distorsión de la base rítmica contrasta con el sonido prístino de los teclados, lo cual crea un efecto hipnótico, de duermevela, mientras la letra habla de amores y desamores. ‘Tokyo Witch’ incorpora ya las «slide guitars» que tanto les gustan, y unas percusiones que parecen imitar el trotar de un tren, a la que vez que el texto compara vivir la vida con jugar el juego de mahjong. Y en esta época a Beach House les sale ya un himno como ‘Master of None’ que formará parte de la banda sonora de la serie del mismo nombre; y que The Weeknd sampleará en una de sus primeras mixtapes. Aún es una de sus canciones más populares.
Las letras de ‘Beach House’ hablan de amor pero también de la importancia de la amistad en una composición tan tierna como ‘Apple Orchard’, y también de la inocencia perdida, definitivamente uno de los temas favoritos del grupo. Una de las canciones destacadas se titula directamente ‘Childhood’, su letra expresa que «todos mis juguetes están rotos» por el inevitable y devastador paso del tiempo y llega marcada por un desarrollo de teclados y guitarras entrelazados que resultará el sonido insignia del dúo, o uno de ellos. El precioso vals lo-fi de ‘Auburn and Ivory’ parece aludir a una niña que se suicida tirándose al océano, sumida en una tristeza irreparable; y la final ‘Heart and Lungs’ se dirige a una niña (o a un niño) cuya única esperanza «se ha ido volando».
El punto de vista cambia en ‘Lovelier Girl’. El estribillo clama «chica, no hay nada que me guste más que hacerte el amor», pero la joven a la que alude el título parece haber desaparecido. En esta canción, Beach House adaptan ‘Snowdon Song’ de Tony, Caro and John, un grupo de folk psicodélico de los 70, cambiando el tono de la canción y el tempo, y originalmente no acredita a sus autores por desconocimiento, porque un grupo que está empezando «no sabe que así es como funcionan las cosas en la industria musical». El trío será acreditado cuatro años más tarde, pero la magia de ‘Beach House’ prevalece: es el disco de una banda que no conoce las normas de la industria, hecho por amor a la música, y que transmite una pureza que ya no se repetirá en su discografía. Una pureza enturbiada, eso sí.
Con motivo de la Semana Beach House, reajustamos al alza las calificaciones de 3 discos suyos: ‘Teen Dream‘, ‘Bloom‘ y ‘Depression Cherry‘.