¿Es ‘Sálvame’ el primer disco de Pantocrator, su esperada puesta de largo? Difícil de dilucidar cuando se extiende tan sólo 13 minutos. Por un lado, es el doble más o menos de lo que solían durar sus 3 EP’s de 4 temas cada uno, lanzados durante los últimos 2 años. EP’s donde encontramos pildorazos de genialidad tan históricos para el underground de nuestro país como ‘No te puto pilles’, ‘El gobierno de China’ y ‘Putas de internet’.
Por otro, a ‘Sálvame’ le termina faltando un poco de cuerpo para impactar un pelín más en el oyente: o bien un hit tan destacado como ‘No te puto pilles’ o un mayor desarrollo de algunas pistas que pasan desapercibidas pese a ser presentadas bajo una genial idea, que no es otra que hacer un disco conceptual en torno a ‘Sálvame’, el exprimido programa de cotilleo de Telecinco que ha empezado a caer en audiencia, tan sólo después de lustros cosechando éxitos millonarios.
«A mí me flipa ‘Sálvame’ porque es supersórdido y sale gente arrancándose las entrañas y cosas todavía más chungas», explicaba Marta Delmont, bajista y cantante en una entrevista con Rockdelux. Así, la mejor canción de esta tanda es ‘Polígrafo’, cuyo estribillo no dice otra cosa que «si te vuelvo a ver, que sea en un poli deluxe», e incluye una mención a Jorge Javier. «No necesito ayuda pero Sálvame» es el estribillo de ‘En anteriores capítulos’, y el disco concluye que en esta vida, a quien le va bien, es a los «Jetas».
Otros temas aportan su granito de arena desde su título (‘Teléfono de aludidos’, ‘Exclusiva’), campos semánticos («puro morbo») o desde su propia sordidez: el disco empieza con una ruptura manifestada a través de unas cuantas bragas entregadas en una bolsa de Carrefour (‘Sintonía del caos’). El punk garajero sigue siendo la sencilla base de fondo de Pantocrator, con algunos efectos electrónicos que no añaden demasiado (final de «Publicidad», ‘Gala de confrontación’), resultando lo mejor sus melodías más españoletas (‘En anteriores capítulos’, castañuelas incluidas) y esos momentos en que Marta se desgañita para pronunciar reivindicaciones tan riot como «nunca tendré control sobre mi vida» o «mi curro no me gusta, pero hay que comer». Tinder y diazepam, un «mal generalizado».