‘Todavía estoy vivo’, por Roberto Saviano y Asaf Hanuka
La capacidad de Asaf Hanuka para dibujar el universo escapista de Saviano por una parte, y por la otra la pericia para mostrar cómo el protagonista sobrelleva la depresión entre libros y pantallas digitales, alejado de su familia, es espléndida. Con un simbolismo excesivo pero sin abusar del color, escarba en el dolor que implica luchar por la verdad y la justicia. Sin miedo a morir, Saviano junto a otros autores como Salman Rushdie, «todavía sigue vivo». 8.
‘El princesito’, por Carlos Giménez
Como en la obra original, Giménez critica el mundo de los adultos desde un punto de vista infantil, conservando esa ternura que los niños atesoran a lo largo y ancho de todos sus trabajos. Lástima que abordar demasiados temas de actualidad como la política, los negocios, el clero y el ejército, dispersen la idea general de denuncia. Un pequeño tropiezo que no deja un mal sabor de boca después de la reciente y muy recomendable trilogía del crepúsculo – ‘Crisálida’, ‘Canción de Navidad’ y ‘Es hoy’- dedicada al final de la vida. Además, es necesario comentar que en ‘El princesito’ se agradece la utilización de color: el uso habitual de Giménez del blanco y negro habría deslucido más que un reguetón mojigato. 7.
‘Hierba’, por Keum Suk Gendry-Kim
De actualidad gracias a su salida en 2020 en el mercado norteamericano, ‘Hierba’ destapa cómo el ejercito japonés, durante la II Guerra Mundial, tejió un entramado de esclavas sexuales coreanas obligadas a complacer a las milicias niponas, bajo el sobrenombre nauseabundo de «mujer de consuelo».
La protagonista de ‘Hierba’ Lee Ok-Sun, hospedada en una residencia de ancianos, habla a modo de entrevista con Keum Suk sobre cómo fue forzada desde niña por el brazo armado japonés una vez trasladada a China. Este recurso de confesión íntima nos conecta irremediablemente con otros modelos, como el caso de Paco Roca con ‘Los surcos del azar‘ o la trilogía de Emmanuel Guibert sobre los recuerdos de Alan Ingram Cope.
¿Es por tanto el resultado de la coreana más flojo que el de sus colegas occidentales? Para nada. No hay factor sorpresa pero la claridad narrativa, la composición espontánea de viñetas que pasan de 6 por página a dibujos negros en densidad a doble cara, o el estilo propio del dibujo sin perder de vista por el rabillo del ojo al lector de manga, constituyen un perfil tan sobrio como la propia supervivencia en el infierno de Lee Ok-Sun. 8,2.
‘Nuevas mujeres raras’, por Nazario
Para el que no conozca la obra de Nazario, esta es la llave para entrar en su universo personal por la puerta de atrás. Y digo de atrás porque estamos ante una órbita, la de los años 70 y 80, alejada de los estándares conservadores de las generaciones mayores de aquellos años. Aquí encontramos un mundo paralelo de transgresión que aún a día de hoy mantiene intacta la frescura, tras casi 40 años de idas y venidas de nuevas generaciones, engullendo todas a su paso desde la Baby Boomer hasta la Generación Z.
‘Nuevas mujeres raras’ se compone de relatos cortos coloreados con posterioridad a su creación, gracias al abaratamiento de la impresión, como bien relata su autor en el prólogo. Al abarcar casi dos décadas, contiene una muestra global de la evolución tanto del dibujo como de la narrativa de Nazario. Todos los asuntos que toca, como el morbo, el misterio o el descaro de mujeres de distintos estratos sociales, los observa con esa agudeza visual del voyeur, que ha planeado toda su obra. 9.