‘Purple Rain’ -el disco- fue número 1 en Estados Unidos durante 24 semanas consecutivas, desde agosto de 1984 hasta enero de 1985. Gran parte del verano, toda la campaña de otoño, Acción de Gracias, Navidad y las primeras semanas del año siguiente. En los Grammy de febrero se llevó 3 estatuillas en las categorías de rock y R&B. En los Oscar de marzo se llevó el galardón a mejor banda sonora por la música de la peli ‘Purple Rain’. En un momento dado de aquellos tiempos, por primera vez un artista tenía el número 1 en singles, en discos y en taquilla de manera simultánea.
En este contexto nos encontramos cuando se graba este concierto que este verano se ha reeditado, remasterizado y con el color corregido en diferentes formatos (Blu-ray, CD, vinilo y plataformas digitales). ‘Prince & The Revolution: Live’ fue filmado el 30 de marzo de 1985 como parte del ‘Purple Rain Tour’, una gira que se extendería hasta la realización de 98 fechas. Esta fue una de las últimas, ideada para su retransmisión televisiva -pues Prince decidió acortar la gira- y se nota el rodaje. Prince aparece como una fiera sobre el escenario, en un nivel de perfección que le llevaría a declarar más adelante que no cambiaría absolutamente nada de este show.
Verle aparecer con ‘Let’s Go Crazy’ y ‘Delirious’ es un espectáculo. Digamos que ambas canciones hacen honor a su nombre. Ora Prince ejecuta un solo de guitarra, ora es un sex symbol descamisado, medio desnudo, para el que solo existe el micrófono. Un micrófono que acaricia, maltrata, seduce, lanza al suelo, recoge en el último segundo en el aire… La energía desprendida es brutal, especialmente en hits como ‘1999’ hacia el principio y ‘I Would Die 4 U’ hacia el final, con todo lo que cabe en medio: apertura de piernas que hoy serían un meme seguro, banquetas de piano rechazadas de una patada en repetidas ocasiones, movimientos de breakdance… y un vestuario de transparencias, estampados y encajes que es pura fantasía.
Prince se anticipa a Madonna en su juego de contrastes entre sexo y religión, entre la búsqueda de la luz en ‘God’ y las múltiples referencias sexuales con que seduce al público. Este responde siempre en ‘Yankee Doodle’ o la misma ‘God’ y está a su pleno servicio en ‘How Come U Don’t Call Me Anymore’, realizando los coros pertinentes. También asistimos a la típica guitar fellation popularizada por Bowie y Mick Ronson durante los años 70. En este momento varias mujeres forman parte de la banda The Revolution, aunque el protagonismo de todo aquel que no sea Prince sobre el escenario es justito.
Con algún tropezón en ritmo hacia la mitad, quizá porque los tiempos han cambiado, quizá porque la grabación no ha resistido tan bien el paso del tiempo, con planos que siguen siendo absolutamente negros, de visibilidad reducida, el show se recupera al final con ‘When Doves Cry’, de visuales ambiciosos con forma de espejo añadidos en post-producción; la inesperada conga de ‘Baby I’m a Star’ y los 19 minutos de ‘Purple Rain’, como era tradición. Una canción que ocupa el 17% del set.
Era una de las peticiones de sus seguidores una nueva reedición de este concierto, pues ha circulado en condiciones muy malas, y muchos ni siquiera quedaron contentos con su edición en DVD en 2017. Y como siempre que reaparece de manera cíclica en la actualidad, es pertinente hablar de su influjo. Si en 2017 podíamos hablar de lo que había marcado la primera gira de Dua Lipa o el directo de Janelle Monáe, hoy podemos hablar de cuánto ha influido ‘Do Me, Baby’ en el último The Weeknd, el más cinético, el de ‘Out of Time‘.