La vergüenza de ser uno mismo, el miedo a recibir y aceptar el amor de los demás, el corazón que se marchita por la soledad, la tristeza disimulada con una sonrisa de oreja a oreja fingida que, en realidad, duele como un puñal… Muchos hemos pasado nuestra vida interpretando un papel que nos alejaba cada vez más de quiénes somos en realidad. Oliver Sim, cantante y bajista de The xx, ha escrito sobre estas experiencias en su primer disco en solitario. Y él avisa: los sentimientos que antes tanto le atormentaban no se han ido necesariamente para siempre. Su residuo sigue estando ahí. Pero, por fin, se siente más libre para abrirse en canal y contarnos su historia.
‘Hideous‘ abre el álbum desde la oscuridad. Oliver se esconde, no sale de casa, se mira en el espejo y ve a un monstruo. Vive en un ostracismo autoimpuesto porque se odia a sí mismo. Pero entonces llega la luz representada por las esplendorosas cuerdas sampleadas de ‘Your Sweet Love’ de Lee Hazlewood y, sobre todo, por la aparición angelical de Jimmy Somerville. Con una voz capaz de abrir los cielos, el cantante de Bronski Beat aparece en escena para emitir ese consejo que Oliver siempre quiso escuchar: «Escucha tu propia voz, abre tu corazón al amor de los demás». Es entonces cuando Oliver revela que vive con VIH desde los 17 años. Pero aquello que le hacía esconderse, por fin le libera. Musicalmente, la canción representa este viaje de manera preciosa y escalofriante, dándonos una de las grandes obras maestras de 2022.
La épica emocional de ‘Hideous’ no vuelve a repetirse en la totalidad de este trabajo producido con Jamie xx que explora lugares más distantes emocionalmente, pero no por ello menos interesantes a nivel musical. A Oliver le han inspirado tanto las películas de terror que veía de adolescente, como ‘El silencio de los corderos’ o ‘American Psycho’, como las armonías de los grupos corales de los años 50, y la producción de ‘Hideous Bastard’ logra sonar tan colorida y caleidoscópica como cruda. La mano de Jamie xx se nota, por ejemplo, en el principio de ‘Run the Credits’, pero la aridez de álbum nunca la encontraríamos en uno de The xx o de Jamie en solitario. ‘Hideous Bastard’ representa esa roca a la que Oliver llama corazón y que, pronto a pronto, se va abriendo a las emociones, al amor.
‘Romance with a Memory‘ da buena cuenta de lo diferente que es ‘Hideous Bastard’ de su tema inicial. Aquí es donde se expone de verdad la paleta sonora del disco: es una producción árida, medio funky y juguetona, que explora ese momento en que te enamoras de la idea de una persona porque tu autoestima lo necesita. «Solo quería sentirme guapo», canta el hombre más guapo del pop actual. Las voces monstruosas representan ese equilibrio entre terror y humor del que Oliver ha hablado en las entrevistas y las volvemos a encontrar en ‘Confident Man’, una producción que apela a lo espiritual mediante un riego de sonoridades chamánicas que, sin embargo, convence menos a nivel compositivo.
‘Hideous Bastard’ es un álbum que sumerge al oyente en su propio mundo sonoro. ‘Sensitive Child’, una de las pistas destacadas, alterna un estribillo hipnótico y tribal, cantado a coro, con guitarras surferas, un beat de trip-hop y otros detalles que crean espacio y recovecos dentro de la grabación, y todo parece sonar dentro de una cueva. Termina abruptamente porque Oliver quería mantener su frescura, al ser una de las canciones del disco que más rápido escribió. La mano mágica de Jamie xx se nota también en la producción de la preciosa ‘GMT’, una canción clásica sobre echar de menos a alguien que, curiosamente, es superada por el remix del susodicho.
Mientras el peso emocional de ‘Hideous’ persiste en ‘Hideous Bastard’, al disco hacia la mitad le cuesta mantener el ritmo. ‘Unreliable Narrator’ podría ser esencial en el álbum dado que nos habla sobre la idea de performar una autotencidad fingida, pero su atmósfera de indietrónica se esfuma en dos minutos que pasan desapercibidos. Y ‘Saccharine’ podría ser el segundo ‘Hideous’ del álbum, al reflexionar sobre esa incapacidad de aceptar el amor de los demás que tanto atormenta a la comunidad LGBT. Oliver encierra su corazón con llave, pero también lo hace en una canción que no se compromete emocionalmente y que resulta demasiado distante.
‘Hideous Bastard’ remonta hacia le final con ‘Fruit’, el segundo single, dotado de un estribillo cantado como sin aliento que resulta extrañamente adictivo, y en el que Oliver recuerda aquella época en que se sentía demasiado femenino para integrarse en una sociedad «llena de rocas». Con menciones a los ojos de su padre y a la sonrisa de su madre, es una composición tan tierna como emotiva. ‘Run the Credits’, la pista final, cierra entre más referencias al terror, pero no pasa de simpática. Así, a Oliver le queda un debut lleno de momentos emotivos y episodios interesantes a nivel de producción. Sin embargo, es la revelación de ‘Hideous’ (en su totalidad) la que seguimos recordando cuando el disco ha terminado.